MURCIA. Con motivo de la celebración, el pasado 17 de junio, del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía se ha vuelto a poner de manifiesto la importancia del agua o de su escasez, en la degradación y erosión de los suelos.
La desertificación es uno de los principales problemas a nivel mundial. Sus efectos se relacionan con la pobreza, el medio ambiente, la sostenibilidad y la estabilidad socioeconómica. Según FAO, 250 millones de personas sufren directamente los efectos de la sequía y la desertificación y mas de mil millones viven en áreas de riesgo.
España es uno de los países de la UE con más riesgo de desertificación, ya que alrededor del 75% del territorio se encuentra en grave riesgo debido a estrés hídrico alto, especialmente Canarias, el corredor mediterráneo y buena parte del centro peninsular
La creciente desertificación de nuestra Región está directamente relacionada por la escasez de agua y se debe tanto a causas naturales (erosión hídrica, escasa vegetación, aridez de nuestro clima, régimen de lluvias torrenciales, etc.), como antrópicas (salinización por uso aguas de mala calidad, malas practicas agronómicas, contaminación de suelos por metales y agroquímicos, manejo de incendios, etc.). Además, la pérdida de materia orgánica aumenta la escorrentía y facilita la erosión.
La falta de agua, además de incrementar el riesgo de desertificación, implica una deficiente producción de alimentos agropecuarios que debilita la cadena alimenticia y pone en riesgo la supervivencia de las personas imposibilitando el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y de la estrategia UE 2050.
El suministro de agua dulce es el gran desafío en el futuro próximo para España y la humanidad, por lo que una gestión sostenible del agua es clave. El uso eficiente del agua mediante ahorro, reutilización de aguas depuradas, almacenamiento de agua de lluvia, gestión de acuíferos y trasferencias entre cuencas para reducir el estrés hídrico de cuencas deficitarias, es la solución para atajar la desertificación y minimizar los efectos de las sequias.
La agricultura responsable y sostenible que se realiza en la Región de Murcia y especialmente en la zona regable del Campo de Cartagena, es un ejemplo que seguir para frenar el avance de la desertificación. La priorización del uso eficiente de los recursos hídricos, los sistemas de telegestión y sensorización para control de riegos y fertilización, permiten hacer del cultivo de alimentos un motor de sostenibilidad ambiental y reducir emisiones.
Las empresas, las ciudades, los sectores agrícolas y ganaderos y la investigación científica cada día dedican mas recursos y esfuerzos para conseguir la sostenibilidad en el uso del agua y garantizar su acceso universal con el objetivo de combatir el hambre, la pobreza, corregir las desigualdades y recuperar los ecosistemas.
No se debería permitir que el agua se convierta en un lujo al que tengan acceso solo unos privilegiados; al contrario, debe haber agua para todos y ser una oportunidad para mejorar la calidad de vida de las personas, garantizar la producción de alimentos que erradiquen las hambrunas, acción frente a los desafíos climáticos, generadora de empleo y arraigo rural.
Es necesario una gestión sostenible del agua, que aproveche toda el agua dulce de ríos y lagos, con las transferencias entre cuencas necesarias para mantener la capa verde que frena la erosión de los suelos, aumentar la superficie de regadío para producir alimentos e incrementar su capacidad de almacenamiento para hacer frente a los periodos de sequía. Trasvases como el Tajo-Segura y la agricultura de precisión de Murcia son herramientas imprescindibles para detener la desertificación y recuperar la biodiversidad. Agua contra la desertización y por la vida.