MURCIA. El INE acaba de publicar los datos de violencia de género de 2020 y de nuevo nuestra comunidad, lamentablemente, encabeza esa lista de injusticia y dolor: somos la comunidad con la tasa más alta de violencia de género.
El pasado año, 1.343 hombres en esta región fueron denunciados por esa violencia, violencia machista, porque ese es su nombre y por tanto son, presuntamente, machistas violentos.
"con preocupación escuchamos a miembros del Gobierno regional desdibujar la VIOLENCIA DE GÉNERO con eufemismos que SON un paso atrás"
Escrito así suena duro y habrá quien no siga leyendo pensando que este es un artículo de odio y rencor. No lo es: respeto profundamente el dolor de las víctimas, de sus familias, de las personas que las quieren y la tristeza que esta violencia produce en nuestra sociedad a las personas de bien. Por eso, una vez más, hemos de reflexionar sobre la violencia de género, sobre la ineludible obligación moral de que todos nos impliquemos en combatirla.
La ultraderecha niega que exista este tipo de violencia específica hacia las mujeres. Y con preocupación escuchamos a miembros del Gobierno regional llamarla violencia doméstica, violencia intrafamiliar o desdibujarla con eufemismos que suponen un paso atrás a la hora de su abordaje y de su prevención.
La violencia de género no es violencia doméstica; por cierto, también recogida y tipificada en el Código Penal. Cuando hablamos de violencia de género, estamos hablando de una violencia diferente, específica, de la que ejerce un hombre que considera a la mujer un objeto de su propiedad, para poseerla o retenerla ya sea su mujer, exmujer, pareja, expareja... Hablamos de una violencia, la única, en la que la víctima no sale huyendo ante el maltratador; al contrario, vive con su agresor, confía en él, incluso tiene hijos con él o hizo un proyecto de vida en común, es su marido, su pareja, o su ex…
Esta violencia está conceptualizada, estudiada, recogida en leyes y tratados. Por eso confundirla con otras manifestaciones de violencia no ayuda a erradicarla. Hoy conocemos la importante relación lenguaje-pensamiento; de ahí la necesidad de llamar a cada cosa por su nombre. La violencia de género no es intrafamiliar; las mujeres son asesinadas por sus parejas o exparejas cuando van al colegio a recoger a sus hijos, cuando vuelven del trabajo, cuando intentan rehacer su vida… Las mujeres "no mueren a manos de…", como suelen informar los medios de comunicación. "Son asesinadas por…", esa es la terrible realidad y así se debería informar.
El Gobierno regional con 1.343 denuncias al año por violencia machista tiene que reaccionar. Es urgente educar a nuestros jóvenes en igualdad, en el respeto a la otra persona; hay que enseñarles a gestionar la frustración, a entender que no es no, enseñarles a aceptar el desamor, a canalizar sus emociones, a resolver los conflictos de manera pacífica… Se llama educación afectivo-sexual y es la mejor vacuna contra el machismo y la violencia de género. ¿A qué esperamos?
Rosa Peñalver Pérez.
Docente. Jubilada.