TÚ DALE A UN MONO UN TECLADO  / OPINIÓN

¿Y si todo es verdad?

11/01/2021 - 

Hace algunos años me tatué en la muñeca el término sanscrito माया que puede leerse como maia y podría traducirse algo así como “ilusión”. El velo de Maia es un manto de realidad engañosa que nos tapa los ojos y en el que solemos acabar atrapados, ajenos a la verdad. Y ese mundo ilusorio, según la filosofía oriental, tiene que ver con la incapacidad para salirnos del Yo y ver las cosas de manera objetiva y conectada. Cada uno de los siete mil millones de seres humanos que pueblan la Tierra cree que sus opiniones e ideas son las verdaderas. La mayoría no han salido nunca de sus prejuicios y sesgos. Algunos ni siquiera han salido nunca de su pueblo. 

Me hice el tatuaje para recordar que todo es mentira. Quise marcarme en la piel, por si un día me ponía demasiado estupendo, que la verdad es inalcanzable por un ser pretencioso que solo mide metro setenta y no llega a los setenta kilos. La verdad es una cuestión de perspectiva y, llegados a cierto momento de cualquier debate, lo más probable es que todos los implicados tengan algo de razón. 

Desde su punto de vista, claro.

De hecho escribí una novela, Después de Nunca, bajo esa premisa: que no hay nada más allá de la mirada.

Cuando era adolescente me consideraba nihilista y mi lema, que defendía con altas dosis de rebeldía hacia el sistema, podría resumirse con dos palabras: Nada Vale. Estaba siempre enfadado -en plan usuario estándar de twitter- y creía que la sociedad era una farsa, que la educación era un engaño castrador, que los políticos eran ladrones por naturaleza y que las religiones eran una gran mentira para estúpidos. Entre otras muchas cosas. Era un hater en toda regla. Me enfrentaba a mis profesores, insultaba a la policía en pintadas y me saltaba las normas solo para demostrar que no creía en ellas. Que no creía en nada porque todo era mentira. 

Pero conforme fue creciendo me di cuenta de que esa actitud era infantil y, además, muy poco productiva. Fue durante un viaje a la India que descubrí la gran cantidad de divinidades a las que los hindús adoran. Tantas que es difícil no encontrar una que avale tus actos, sean cuales fueren estos. Seas un santo o un ladrón, ames la vida o ames la muerte, tienes una divinidad a la que rezar. Descubrí que si todo era mentira, eso significaba que todo podía ser verdad. Como el desierto al que alude Borges en sus relatos, que al no tener caminos se convierte en laberinto pues todo camino es una posibilidad real.

Fue entonces cuando me tatué la palabra Maia. Porque si todo es mentira, todo puede ser verdad. Bajo mi recién definido nihilismo, idéntico pero radicalmente opuesto al anterior, la realidad es una creación personal. Nosotros elegimos en qué creer y siempre, siempre, habrá una manera de mirar que nos salve. Un cambio de matiz o de filosofía. Y por eso mismo es absurdo defender cualquier posición con fanatismo pues nos impide movernos hacia otros lugares cuando la necesidad lo requiere.

Desde entonces soy más feliz. Defiendo mis ideas de temporada con cierta convicción y altas dosis de charlatanería, pero no las confundo nunca conmigo. Primero porque sé que las iré cambiando con el paso del tiempo. Nosotros no somos nuestras ideas. Solo las defendemos por razones que casi siempre se nos escapan y que tienen mucho que ver con encontrar los argumentos que nos convienen en cada momento de nuestra vida. Discursos tranquilizadores para hacer lo que nos da la gana sin cargo de conciencia.

Segundo, porque todo es Maia.

Todo es mentira. 

O todo es verdad. 

En fin, que escucho a la gente discutir intransigente y encendida, como si les fuese la vida o la dignidad en ello, y me da la risa. ¡Qué importantes son las opiniones de todo el mundo, madre mía!

Como dice la canción de Los Punsetes: España necesita conocer tu opinión de mierda...

(Claro que sí, Alberto, pero tú siempre intentas convencer a la gente de tu opinión: que no hay ninguna verdad, que todo es relativo. ¿No eres igual que esos a los que estás criticando, tan orgulloso de predicar el relativismo? ¿Tan pesado con todo eso de la mirada y el sesgo y la subjetividad? ¿Eh? ¿No crees en nada en serio? ¿Tienes la sangre de horchata? ¿Nunca tendrás los huevos de levantar un arma para defender tus ideales, cobarde? ¿Para machacar a los enemigos de tus creencias?)