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conferencia Este jueves en mazarrón

Valérie Tasso: "El sexo se ha convertido en un bien de consumo"

8/07/2020 - 

MURCIA. ¿Existe una relación directa entre la felicidad y el sexo? La sexóloga y escritora Valérie Tasso desgranará ésta y otras cuestiones durante la conferencia que ofrecerá este jueves en el mirador Agustín López Cano de la Playa de Bahía de Mazarrón (21.30 horas), dentro el ciclo Amor y Felicidad. Colaboradora habitual de programas de televisión y radio, y de diferentes revistas, la conferenciante, investigadora y terapeuta debutó como escritora con Diario de una ninfómana (2003), cuya versión cinematográfica se distribuyó en más de cuarenta países. Después llegarían otros muchos títulos: Paris, La Nuit, El otro lado del sexo, Antimanual de sexo, Diario de una mujer pública... Sexo 4.0 es su novena obra y con ella pretende hacer un repaso de cómo han cambiado las relaciones y la manera de concebir el sexo desde que escribió Diario de una ninfómana.

-¿Piensas que existe una relación directa entre sexo y felicidad?
-Ambos términos tienen una relación muy estrecha. Primero, porque están sobrevalorados. ¿Qué es ser feliz? Buscamos momentos de euforia, muy diferente a buscar momentos de felicidad. Se plantean permanentemente consignas e, incluso, imposiciones de cómo encontrar la felicidad: libros de autoayuda, pilares de la felicidad, etc. La felicidad no se impone, la felicidad se trabaja cada día. Creamos un ser emocional en busca de euforias y una de estas euforias es el sexo, que se ha convertido en un bien de consumo. Vivimos en una sociedad hipersexualizada. Haz lo que te dé la gana, pero goza. Esta hipersexualidad genera infelicidad y frustración, porque no se puede gozar todo el día. Esto también nos convierte en seres emocionales. Las emociones son muy importantes, pero no podemos guiarnos solo por ellas y olvidarnos de razonar y de entender. La felicidad no es la euforia, este pensamiento es profundamente infantil y escaso de razonamiento. ¿Por qué hay tanta gente frustrada si estamos supuestamente en una sociedad liberada? Porque no sabemos lo que queremos.

-¿Hasta qué punto la prostitución se puede relacionar con ese concepto del sexo como bien de consumo o como vía para suplir determinadas carencias?
-Algo tiene que ver, por supuesto. Pero el sexo no es una primera necesidad, no es comer ni beber. La prostitución no genera esa euforia, sino los clientes son los que buscan suplir sus euforias a través de ella. La prostitución no es responsable, pero sí responde a la hipersexualización de la que hablábamos. Se piensa que este subidón de adrenalina te hace feliz, al igual que si acudimos a un centro comercial a comprarnos 40 vestidos que no necesitamos. Los servicios de prostitución recogen este ser emocional infantil que no sabe qué desea. No habla el deseo, habla la pulsión.

Liberarse, saber decir que no, estar en paz y saber respetar es todo lo que implica estar educado sexualmente

-¿El consumo de pornografía afecta, como dicen, a las conductas sexuales?
-Se está demonizando la pornografía. Cada cierto tiempo necesitamos demonizar algo o a alguien. El problema está en la psicología de quién lo consume, la pornografía no genera violadores. Esto es parte del discurso feminista hegemónico que busca culpables y niega la mayor. La pornografía en manos de una persona “normal” no genera malas conductas, no es un mal. Mala es la psicología que pueda consumirla.

Evidentemente, por la hipersexualidad de la que hablábamos, ahora encontramos pornografía por todas partes. También es verdad que el porno continúa siendo coitocentrista y sigue basado en la sexualidad y el gozo masculino. Sin embargo, esta necesidad de abrir o cambiar ciertos aspectos de la pornografía no significa que sea dañina para los que la consumen. De hecho, los sexólogos muchas veces trabajamos con la pornografía para generar estímulos. Lo que debemos hacer para cambiar determinados modelos es implementar educación sexual.

La gran asignatura pendiente en España es la educación sexual. Solamente se nos dan consejos de salud sexual, pero no se educa desde los valores del sexo, una cuestión muy complicada e imprescindible. Liberarse, saber decir que no, estar en paz y saber respetar es todo lo que implica estar educado sexualmente. Se piensa erróneamente sobre la educación sexual y así no conseguiremos despojarnos de muchos problemas.

- A colación de este tema de la educación sexual, ¿crees que esta falta de educación sexual es la responsable de las insatisfacciones sexuales?
- Totalmente, nos han dado una visión errónea del acto sexual donde existen preliminares, el gran acto del coito y un orgasmo final. El sexo puede tener lugar sin que haya coito, esto también es sexo. Los preliminares también son sexo. No hay que crearse expectativas ni pensarse que lo máximo es el coito porque para las mujeres no lo es. Hemos descubierto hace poco el clítoris y esto demuestra que nos hemos centrado mucho en la sexualidad masculina. Se nos ha negado el derecho a gozar y a tener deseo a las mujeres para que no nos juzgaran. Diario de una ninfómana era un título irónico que pretendía reivindicar el placer y la libertad sexual femenina.

Todavía a fecha de hoy se señala a las mujeres que viven libremente su sexualidad, no se ha superado este viejo modelo que se centra en la sexualidad masculina. Nuevamente, la clave es la educación sexual. Hay que educar e invertir en los valores sexuales para acabar con este modelo desigual que castiga a la mujer liberada con su sexo.

LAS APPS SON COMO ACUDIR A UNOS GRANDES ALMACENES. Se está perdiendo el cortejo y el morbo, que generaban erotismo.

- En la nueva era de las aplicaciones para ligar, ¿crees que hemos perdido los vínculos afectivos en el sexo?
- En estos tiempos de instantaneidad hemos perdido los pasos previos en las relaciones. En mi consulta también siento esta prisa por obtener la receta o la solución de manera rápida. En general, se quiere inmediatez y con ella se rompe la afectividad y la relación previa con la otra persona. Se está perdiendo el cortejo y el morbo, que generaban erotismo. Estas apps son como acudir a unos grandes almacenes, tienes una gran oferta de cuerpos y, si no te gusta, lo puedes cambiar. Estamos ante el fetichismo de la mercancía y esto está generando grandes problemas en las parejas porque se piensa que se puede cambiar con rapidez. No se hace el mínimo esfuerzo en generar vínculos afectivos. El ser eufórico del que hablábamos va directo al grano, tiende a homogeneizarse y se olvida de los vínculos cercanos.


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