Hijo de un español y apodado 'Spain', Manuel Rodríguez nació en Búfalo en 1940 y formó parte del comix underground en los convulsos 60 estadounidenses. Era uno de los dibujantes favoritos de Robert Crumb, que le incluyó en el staff de su revista Zap junto a Gilbert Shelton. Su creación más célebre fue Trashman, un superhéroe en una distopía estadounidense tras la guerra nuclear. Lucha para la Sexta Internacional y sus poderes desaparecen si no hay contaminación en la atmósfera. Su novia, la heroína Big Bitch
MURCIA. La idea post-apocalíptica de un mundo devastado por las armas nucleares y las civilizaciones distópicas que surgirían a continuación es un género explotado hasta la saciedad, como el western en su día o las historias bélicas. Sin embargo, cuando Spain Rodríguez comenzó a dibujar historietas en este contexto era uno de los pioneros. Para empezar, de los primeros en elegir ese escenario y, posiblemente, el primero en hacerlo con un humor ácido y crítica política radical.
De hecho, Jay Kinney, en la introducción de la recopilación que hizo Fantagraphics de este personaje en 1997, apuntó que el zepelín con una televisión gigante en el costado era una idea de un helicóptero similar que habían copiado de un Trashman que apareció en 1980 en la revista Heavy Metal. Así como uno de sus policías de los estados neofascistas de sus historias, que pudo servir como modelo para perfilar el personaje de Juez Dredd.
Las historietas de Trashman aparecieron por primera vez en el semanario East Village Other de Nueva York en 1967, en plena fiebre de lucha contra la guerra de Vietnam. El joven dibujante había estudiado arte, pero harto de que los profesores le empujasen hacia la abstracción, acabó pasando más tiempo en una hermandad de motoristas. Sus simpatías políticas eran para el Socialist Labor Party of America, el segundo partido socialista más antiguo del mundo, crítico con el comunismo soviético e irrelevante electoralmente. Su padre se metía con él por votarles, decía que no era "voto útil".
Consiguió librarse de la mili fingiéndose loco, pero lo hizo en un momento, al inicio de la década, en el que el conflicto vietnamita todavía no había escalado como lo hizo pocos años después. Su madre era italiana y su padre español, de la comunidad española de Búfalo que, al contrario que las otras, como los irlandeses, los polacos o los griegos, no se había concentrado en un determinado lugar y estaba dispersa. Su padre era un trabajador y le inculcó a su hijo el rechazo a los ricos y, como español, a la religión católica, sin embargo, también fue un fervientemente anticomunista, preocupado porque su hijo respetara el orden y la autoridad, una faceta en la que le salió rana. Los cómics de superhéroes y una fascinación por la historia militar fueron lo que acabaron de engendrar en la cabecita de Manuel, que así se llamaba antes de que le apodaran Spain, un superhéroe como Trashman, agente de la Sexta Internacional.
No surgió de forma muy premeditada, en esa época Rodríguez se drogaba, se levantaba todos los días a las tres de la tarde y se acostaba a las nueve de la mañana. Iba dibujando lo que se le ocurría sobre la marcha y eso es lo que enviaba. La inspiración le llegó por un conocido maoísta que, pese a su rigidez ideológica, tenía sus extravagancias, como hablar con tostadoras. Ahí empezó a coquetear con la idea de que las grandes luchas políticas no tenían por qué estar exentas de humor.
Las primeras entregas empezaron como historietas de una página en las que Harry Barnes, el humilde currito que se acaba convirtiendo en Trashman, se tenía que enfrentar a los plutócratas después de que asesinaran a su mujer. Su objetivo desde ese terrible momento pasaba a ser defender "los intereses de las masas trabajadoras en contra de la tiranía y la opresión del gobierno fascista". No obstante, en esa asfixiante sociedad futura, inventó, por ejemplo, el electro-exhilarator, un taburete masturbador para señoras con una especie de lengua electrónica. Las páginas destilaban violencia, pero también mucho sexo.
Además de la obsesión con la teoría política, en estas páginas confluía la liberación sexual, su pasado como motero y un antimilitarismo y antitotalitarismo en el que se mezclaban eslóganes orwelianos como "La guerra es la paz", escritos por las paredes de la ciudad. Con los años, las tramas cada vez fueron más cuidadas y llegó a haber casos de historias detectivescas muy trabajadas. Así como una historia sobre una superautopista que estaba llena de perspectivas de los vehículos que ponían de manifiesto tanto la capacidad artística del dibujante como su pasión por el motor y su talento para diseñar prototipos del futuro.
Es gracioso que muchas ocasiones, cuando Trashman expresa sus ideas, le insultan. Le tratan de "estúpido idealista" o de ser demasiado "naif". En el mencionado helicóptero con televisiones gigantes que pasea por la ciudad emitiendo propaganda, los eslóganes que se repiten son "es inútil resistirse a la fuerza", los que se cruzan con el protagonista se hacen cargo.
Contra estas fuerzas, luchaban guerrillas donde eran abundantes las mujeres. Lo que proyectaba en esas viñetas, en principio delirantes, era la fantasía compartida que tenía la juventud de los 60 en Estados Unidos, que en sus ramas más radicales llegó a predicar la autodefensa armada o tuvo, en The Weather Underground, un grupo terrorista de baja intensidad, pero que colocaba bombas para protestar contra el genocidio en Vietnam.
Que fuera uno de los dibujantes favoritos de Robert Crumb ya dice bastante de su talento, así como que fuera colega de Gilbert Shelton. Curiosamente, sobre los artistas de la viñeta de su tiempo, él mismo resaltó que les unía algo más, un vínculo que no tenía que ver con la política. En todo caso, el arte y estilo de todos ellos, con sus variantes, estaba contagiado de una vitalidad única. Eran dibujantes desatados, no exentos de cierto espíritu adanista, pero sus hallazgos al criticar y mofarse sin norma alguna del mundo que les rodeaba todavía son válidos en bastantes aspectos, por mucho que la sociedad haya cambiado y sido moldeada, precisamente, por su generación. Aparte de Trashman, es notable que Spain dibujara una novela gráfica sobre la vida de Durruti que se distribuyó en Estados Unidos en 1979 en la revista Anarchy, lo que pone manifiesto que España y su historia le seguían tirando. Luego hizo lo mismo con El Che. Desgraciadamente, el 28 de noviembre de 2012 murió en San Francisco de cáncer.