ALICANTE. Que la sociedad está construida siguiendo unos patrones normativos es un hecho. Y que hay personas que reman a contracorriente para romperlos, también. Para entenderlo mejor, un ejemplo: en líneas generales, la sociedad parte de la premisa de que todo el mundo es heterosexual hasta que diga -y parece que se le fuerce a confesarlo- lo contrario. A una persona hetero no se le presiona para que pregone su orientación sexual; sin embargo, a alguien homosexual casi se le exige incluir su condición sexual en su carta de presentación. Otro ejemplo que podría ir sobre esta canoa que rema río arriba es el poliamor frente a la monogamia. Un tema que Sandra Bravo trata de manera recurrente en su web Hablemos de poliamor y que ha trasladado al libro Todo eso que no sé cómo explicarle a mi madre. Poliamor, sexo y feminismo.
"Una persona que no actúa con ética, transparencia y responsabilidad afectiva en una relación monógama va a fastidiar a una persona y si está en un modelo de relaciones poliamorosas va a hacer sufrir a más personas. Es decir, si se duplican las parejas en una misma relación, pero no se cambia absolutamente nada, sigue siendo una monogamia pero duplicada", explica la paradoja del poliamor monógamo.
En este sentido, Bravo considera que el poliamor está rodeado de confusión, sobre todo porque "esta forma de amor se está viviendo en una sociedad que no tiene ni asumida ni trabajada la responsabilidad afectiva. Se da en una sociedad con unos valores patriarcales, capitalistas, muy condicionada por unos cánones de belleza determinados y una visión muy sexualizada de las relaciones". Si existiera un manual de lo que no es el poliamor, el top 1 lo ostentaría la creencia de "estar en varias relaciones al mismo tiempo sin tener la obligación de dar explicaciones; eso no es cambiar, sino hacer lo mismo que se ha venido haciendo", desmiente.
Aunque hay quien se atreve a vaticinar el fin de la monogamia, la también periodista no cree que se vaya a sustituir por el poliamor, si bien "empiezan a aceptarse otras formas de relacionarse y ya no se sostiene que la monogamia sea el único sistema válido ni la única opción", apunta. Y subraya que "si cambiamos un sistema impuesto por otro estamos quitando un parche para poner otro. Lo ideal es que vayamos hacia un pensamiento crítico de las imposiciones para que cada cual se pueda relacionar en función de sus necesidades con ética y responsabilidad. Para mí, el poliamor tiene mucho de crítica política, más que del tema de la exclusión sexoafectiva".
El segundo subtítulo sobre el que Bravo dialoga en su libro es el sexo, sobre el que comenta que "vivimos en una sociedad supersexualizada. Hemos roto con la moralidad de antaño que limitaba el sexo al matrimonio, ¿pero qué valor le estamos dando ahora a la otra persona? ¿la estamos tratando como una mercancía o con responsabilidad?", cuestiona. "Hemos avanzado mucho, pero todavía vivimos con gran tabú la responsabilidad afectiva. Es un tema que tenemos muy pendiente". Y no olvida a las personas asexuales, a quienes no se visibiliza por el concepto de relación establecido, que implica necesariamente sexo.
La tercera clave del libro es el feminismo, también como integrador de las dos anteriores (poliamor y sexo). "Me destroza la mirada tránsfoba de cierto sector del feminismo, porque yo lo entiendo como la lucha contra cualquier tipo de opresión. El feminismo no va de ataque a los hombres ni va de mujeres; esto va de romper con muchas opresiones, una de las más grandes es el sistema patriarcal. Cuando un discurso justifica una opresión, para mí ya no es una diversidad de opiniones, sino un ataque opresor". Y aclara que dentro del feminismo no hay un solo discurso y que hay que ser conscientes de esta diversidad.
"Mi madre es la figura que ha tenido más influencia en la educación de mi infancia y adolescencia", cuenta Bravo. En el libro, la figura materna va más allá y se personifica en "todas esas ideas que nos llegan de que una persona por defecto es heterosexual, monógama y tiene una sexualidad muy determinada. Es el mensaje de lo normal, que aunque a veces parezca que no quiere tener maldad, sí que patologiza todo lo que hay alrededor de esa norma. Es decir, aunque este discurso no se haga desde el odio genera dos espacios: lo normal, lo aceptado, lo sano y lo anormal, lo raro", distingue.
¿Y cómo se explica todo esto a una persona que no está familiarizada? "Es complicado, porque necesitas volver a darle significado a las palabras y a las expresiones que tenemos muy interiorizadas. El amor es una de las cosas más atravesadas por la cultura. Hemos aprendido a amar de una manera determinada; eso no significa que no haya sentimientos, pero hemos aprendido que cuando te enamoras es de una única persona, te casas con ella, formas una familia con esa persona, te hipotecas con esa persona...", responde. Y acusa a la publicidad, la cultura, la educación formal, las leyes y la sociedad en general de ejercer influencia para dar por hechos ciertos valores.
"Seguimos creyendo que tener pareja es lo mejor que le puede pasar a una persona, porque hemos aprendido estos mitos del amor romántico de que somos la media naranja de alguien y cuando la encontramos hay una especie de conjunción aurea que hace que no necesites absolutamente nada más", visualiza. Sin embargo, sentencia que el poliamor como forma de vivir el amor "es tan lícita como cualquier otra". Así se lo han transmitido también algunos lectores, que le aseguran que "el libro les ha dado una oportunidad para entablar conversaciones con su familia sobre su identidad o a entender que lo que les atraviesa es lícito y no tienen que sentir vergüenza o que hay algo mal con ellos".
Y es que, aunque está contado desde una perspectiva "muy personal", también intenta ayudar a otras personas que están en una situación similar, "quizás en otro tipo de armarios, y a los que ver referentes -que hay pocos- les puede hacerse sentir menos bichos raros", traslada Bravo. Las páginas de esta obra pretenden visibilizar algo que actualmente sigue siendo complejo de mostrar, "sobre todo cuando eres mujer y de un pueblo pequeño", apunta la autora. "A pesar de que yo no he salido del armario en mi entorno familiar o en mi círculo más íntimo con este libro, es una manera de visibilizar y reivindicar que mi manera de entender los afectos, la sexualidad, mi identidad y mis vivencias es tan válida como cualquier otra", insiste.