MURCIA. Si en 2020 existe una serie B en el cine español, seguramente sus máximos representantes sean Alberto López y Alfonso Sánchez. Los cómicos sevillano rompieron la baraja de la industria con El mundo es nuestro (2012), una historia surgida de internet y que tuvo un importante recorrido comercial habiendo sido financiada (en parte) a través del micromecenazgo, el primer caso en el panorama nacional en hacerlo. La película, que relataba el estrambótico atraco a un banco, la llevaron de gira por toda España, con decenas de presentaciones y actos que reforzaran la experiencia de verla en una pantalla grande. La jugada les salió bien, Lopez y Sánchez se hicieron un nombre en la comedia española y consiguieron darle continuidad a sus creaciones con El mundo es suyo (2017), está vez ya con una productora y distribuidora de peso.
Para toda la muerte es el tercer film del dúo cómico, que se reparten los papeles: Alfonso Sánchez a la dirección y Alberto López como protagonista, con Ana Graciani como guionista. En él, José Vicente, un hombre que lleva preparándose durante nueve años una oposición, la aprueba para celebración de toda su familia humilde, que ya tiene planes de comprarse pisos y de vivir mejor. Pero cuando todo está en marcha, le comunican que en realidad es primer suplente y que solo conseguiría la plaza si el fallece la persona que ha sacado la última plaza. Bajo este punto de partida, José Vicente elige matar antes que ahogar las aspiraciones de su familia. Como ya ocurriría con El mundo es nuestro, lo que puede parecer algo fácil, resulta toda una epopeya de 75 minutos de gags, estridencias y giros de guion.
Más allá del humor de varieté, Para toda la muerte presenta, en un segundo plano, una lectura social que cose toda la filmografía del dúo cómico: las aspiraciones y la brecha entre clases sociales. El personaje de José Vicente es un asesino creado por eso que se podría llamar "el gran sueño americano", agitado por el modelo económico actual y la moda de conceptos como meritocracia. No poder tener un piso propio y no tener una hipoteca cómoda no es una opción, ser funcionario (es decir, estar protegido laboralmente y no precarizado) es la máxima aspiración, y la individualidad arrastra al protagonista al crimen, un mecanismo que -salvando mucho las distancias- también activa el film Parásitos (Bong Joon-ho, 2019). Aquí, el espacio también sirve como una metáfora de las clases sociales: el piso del futuro cadáver es el objetivo, pero a la vez el lugar donde empieza el delirio de las personas que viven en la más absoluta precariedad.
La quimera de los personajes, el motor que mueve el crimen, es la tradicional lucha de clases: una persona con un piso burgués consigue la plaza que sacaría de la clase media a personas que han vivido la precarización en tiempos del ascensor social ("el primero de la familia en entrar a la universidad", recuerda el padre del protagonista a este).
Por otra parte, Para toda la muerte no renuncia a enseñar ciertas miserias globales: la víctima, que goza de una posición privilegiada, pone en riesgo su ritmo de vida por su adicción al juego. Más allá de la lucha de clases, España vive ciertos problemas universales, que trascienden la situación económica. López y Sánchez quieren crear estrambotes que sean reflejo del país: una obra coral que cuente que nadie en España escapa de la picaresca, que cada uno, con sus miserias y con sus aspiraciones, vive un camino individualista que encuentra en contra cualquier organización colectiva (por ejemplo, el acceso democrático a una plaza funcionarial).
El film es mucho más ligero de lo que puede parecer tras esta lectura social. En realidad es una comedia de enredos, que se ríe de los clichés arquetípicos de Sevilla, España en 2020. Está el cuñao, está la millenial, está la pareja de señores... A eso le ayudan gags que son casi sketches individuales y en el que queda descubierto el origen del dúo cómico en internet. Y como epílogo, una resolución inverosímil que importa menos que cerrar el relato que se plantea en los títulos de créditos: España y su gente son sus miserias, la lucha de clases existe pero más importante es ser consciente de las aspiraciones individuales.