grand place / OPINIÓN

Otawa Group: la inmunización extensiva

25/11/2020 - 

BRUSELAS. Nos habíamos acostumbrado a no sonreír, a no besar, a no abrazar. Nos habíamos acostumbrado a no trabajar, a no bailar, a no salir a la calle. Nos habíamos acostumbrado a vivir en soledad…, cuando llegaron Ellos. Fue casi como un regalo de Navidad. El invierno del AñoZero nos traía algo más que nieves. Ellos comenzaron por limpiar los hospitales. Eran el ejército de desinfección que el Gobierno de la Unión había movilizado para hacer frente a un inevitable tercer brote de la pandemia tras los que en aquellos tiempos se llamaban “fiestas navideñas”. 

Los primeros robots fueron diseminados entre 500 hospitales del Territorio-Europa, 50 al mes, antes de la navidad. Aunque había dudas sobre su eficacia, ya que utilizaban una luz ultravioleta cancerígena que dañaba la piel y los ojos. Pero podían desinfectar habitaciones estándar de pacientes en tan sólo 15 minutos, ayudando a prevenir y reducir la propagación del virus. Ellos venían a ayudar, como Alexa, Siri, Rumba 

Ellos… y los amos del mundo, que se reunieron online en aquellos días de finales de noviembre, antes de que la vida telemática se estableciera para siempre por DecretoLey, bajo pena de ReconversiónCEH -Conversión Eterna en Holograma-. Los dirigentes mundiales se unieron “para velar por que todas las personas en todas partes puedan acceder a nuevas vacunas, pruebas y tratamientos de inmunización extensiva”. 

“Paseo por las calles desiertas, como el desierto de Arabia” -relataba la Tieta en su tarjeta SIM-, país anfitrión del G20 que decidió magnánimamente pagar la deuda soberana con el Fondo Monetario Internacional de los países pobres del mundo. El objetivo era el ACT, el acceso universal a las tecnologías de la salud a través del Acelerador del acceso a las herramientas contra la covid-19.

Calle. Foto: RL

-“Nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo”. Este mensaje se repitió de forma constante, hasta que Melinda Gates tomó la palabra online: “No debe haber nacionalismo con la vacuna”. Y le respondió el Otawa Group, liderado por la Unión Europea con Australia, Brasil, Canadá, Chile, Japón, Kenia, Corea del Sur, México, Nueva Zelanda, Noruega, Singapur y Suiza.

El Acelerador ACT (Access to covid-19 Tools Accelerator) se puso en marcha a finales de abril de 2020 en un acto presentado como una Telemaratón que reunió a gobiernos, científicos, empresas y filántropos. Allí estaban la Fundación Bill & Melinda Gates, CEPI, FIND (Because Diagnosis Matters), GAVI, Fondo Mundial, Unitaid (Innovation Global Health), Wellcome, Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial.

Estas organizaciones unieron sus fuerzas para acelerar el fin de la pandemia mediante el “desarrollo y la asignación equitativa de las pruebas, los tratamientos y las vacunas que el mundo necesitaba para reducir la mortalidad y las manifestaciones más graves de la enfermedad, al tiempo que se restablecía la plena actividad social y económica a nivel mundial a corto plazo y se facilitaba un alto nivel de control de la covid-19 a medio plazo”. Ésa fue la promesa o, tal vez, la excusa.

-Paseo por las calles desiertas y los cielos poblados… Y David no me ha llamado.

-Laura, lo siento, he estado incomunicado y en cuarentena desde que volaste a la ZonaZeroBRX. No llegué a tiempo de avisarte porque tengo el chip activado permanentemente y tu dron había despegado. Sigo en mi habitáculo, esperando mi dosis mensual de la vacuna covid-70.

En medio de un desierto virtual, China prometió durante el G20 de 2020 trabajar duro “para hacer de las vacunas un bien público que los ciudadanos de todos los países puedan usar y pagar”. El virus había salido de la GranFábrica y se había diseminado por un mundo globalizado desde los albores del siglo XXI. Iban seis meses por delante del resto, al menos… Y llegaron las primeras nieves y llegaron las primeras vacunas y llegaron… ¿los primeros?

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