El actor estrena el thriller Cuestión de sangre, dirigido por Tom McCarthy, el 13 de agosto
MURCIA. La percha de actualidad era el estreno de la nueva película de Tom McCarthy, Cuestión de sangre, tras la doblemente oscarizada Spotlight (2015), pero su protagonista, Matt Damon (Cambridge, 1970), desvió la atención en Cannes hacia proyectos que pudieron ser y no fueron. En un encuentro abierto a prensa y público, el actor, que ya cuenta en su haber con 109 títulos y 35 años de carrera, reveló cómo había rechazado El planeta de los simios (Tim Burton, 2001), Avatar (James Cameron, 2009) y Manchester by the Sea (Kenneth Lonergan, 2016).
En el primer caso se había comprometido verbalmente con Doug Liman para El caso Bourne (2002), así como con Steven Soderbergh para Ocean’s 11 (2001), así que por ética rechazó un proyecto que sabía que iba a ser un gran éxito, pero las alternativas cambiaron su carrera.
De haber protagonizado la segunda, en cambio, se hubiera embolsado 250 millones de euros, ya que el director de Terminator (1984) y Titanic (1997) se comprometió a pagarle un 10% de la recaudación en taquilla. La estrella lo rechazó porque en ese momento estaba comprometido con la franquicia Bourne. El ultimátum de Bourne (Paul Greengrass, 2007) estaba en plena postproducción y el actor quería estar disponibles por si había que regrabar escenas. “Voy a pasar a la historia como el actor que rechazó la mayor suma de dinero de la historia”, se rió de sí mismo.
Al comentarle esta anécdota a su amigo y largo tiempo colaborador, John Krasinski, cuando ambos estaban escribiendo el guion de Tierra prometida (Gus Van Sant, 2012), el actor y director se levantó en shock de la mesa y le espetó: “Si hubieras hecho Avatar nada hubiera cambiado en tu vida, excepto que estaríamos manteniendo esta conversación en el espacio”.
De haber protagonizado la tercera, quizás se hubiera alzado con su segundo Óscar, ya que el actor que lo sustituyó, Casey Affleck, se coronó aquella edición con el premio de la Academia. Curiosamente, también iba a estar a los mandos de aquella película, así como de Tierra prometida, que al final dirigió Gus Van Sant.
Los beneficios que le reportará Cuestión de sangre todavía se desconocen, pero viene avalada por su presencia en el festival internacional de cine más importante del mundo. La película, cuyo estreno está previsto el 13 de agosto, relata el viaje de autoconocimiento de un perforador de pozos de petróleo que viaja a Marsella desde lo más profundo de Oklahoma para ayudar a su hija, que cumple condena en prisión, acusada de un crimen que niega haber cometido.
Enfrentado a la barrera de la lengua, a las diferencias culturales y a un sistema jurídico complejo, su conciencia de pertenencia al mundo se irá ampliando.
En palabras de su protagonista, la película “no es americana, tampoco francesa, sino un híbrido”. Aunque la trama bebe del caso Amanda Knox, Damon prefirió destacar el aspecto paterno filial y responsabilidad y el temor que él mismo siente como padre ante la posibilidad de que algo le pase a una de sus hijas.
La decisión de participar en esta película vino condicionada por la presencia a los mandos de Tom McCarthy. “Acepto las películas en función de quién es el director. No me importa su estilo”, expuso.
Durante el rodaje sintió una fuerte conexión entre su ciudad natal, Boston y Marsella, “por su condición de ciudades marginadas”. En concreto, en una secuencia filmada en el estadio Vélodrome, sede del Olympic de Marsella, le vino a la cabeza el fervor de los aficionados a los deportes profesionales en la ciudad de EE.UU.
El llanto de Damon tras los cinco minutos de aplausos al término de la proyección de Cuestión de sangre en el Festival de Cannes, donde participaba fuera de concurso, fue replicado en todo el universo alternativo de Twitter. “Fue un gran recordatorio de por qué nos dedicamos a esto y por qué nos hemos reunido. No hubiera apreciado ese momento de esa manera si no hubiéramos pasado por un año tan difícil a causa de la pandemia”.
El emocionado artista compartió que en la solicitud que escribió para acceder a la universidad incluyó la frase: “Desde que tengo memoria, quiero ser actor”. Así que a pesar de haber visitado La Croissette al menos cinco veces, sintió esta ocasión como si fuera la primera vez que ponía los pies en un festival. Vivir la experiencia ritual de la gran pantalla junto a 1.000 extraños le hizo saltar las lágrimas al sentir que a pesar de tratarse de desconocidos, todos formaban parte de la misma comunidad.
Damon, por el contrario, es conocido por su fidelidad a amigos y colaboradores. A los citados Ben y Casey Affleck, Gus Van Sant, Kenneth Lonergan y John Krasinski se une también Soderbergh. A este respecto bromeó haciendo referencia a su película Marte (Ridley Scott, 2015).
“He estado atrapado en Marte, pero me gusta más estar rodeado de gente. Las películas corales son muy divertidas y, además, la carga de trabajo se divide. A diferencia de los largos en los que he sido el protagonista, donde trabajas 16 semanas levantándote a las cinco, en estos casos tienes días libres. Soderbergh era el que carga con el peso de la saga".
El año 1998 fue un punto de inflexión en su carrera al ser oscarizado ex aequo con su amigo Ben Affleck, por el guion original de El increíble Will Hunting (Gus Van Sant, 1997). “Nos cambió la vida. En 1998 estaba viviendo con un compañero del instituto en un apartamento cutre, y habíamos acogido a Ben en el sofá porque había roto con su entonces prometida. Con lo alto que es, las piernas se le salían del sofá y todas las mañanas me tropezaba con ellas. Queríamos cambiar a un apartamento más grande, pero estábamos en la ruina. De repente, éramos portada en Variety. Nos llevábamos la revista con nosotros a todas partes, diciendo “Mira, somos nosotros, tenemos dinero, alquílanos tu piso”.
A diferencia de Affleck, continuamente expuesto al escrutinio de los medios, Damon mantiene un perfil bajo en los medios. “La prensa tiró la toalla conmigo porque soy muy aburrido. Lo que vende revistas es el sexo y los escándalos. Todo el mundo sabe que estoy casado, que soy padre y que no me meto en líos. No les renta quedarse sentados esperando fuera de mi casa”.
Damon comentó que hace ya tiempo que decidió no diseñar su imagen pública, sino ser él mismo y no tomarse demasiado en serio. “Tenía 27 años cuando cambió mi vida, así que he pasado gran parte de mi vida como un desconocido y no he querido que la fama infectara mis relaciones personales”.
En contraste con su falta de sex-appeal para paparazis y prensa rosa, recordó una incursión en el Grand Prix de Mónaco junto a Brad Pitt y George Clooney, con los que que acudía para promover Ocean’s Twelve. “Fue una locura. Una de las situaciones más caóticas que he vivido, pero el pulso de Brad no subió de las 50 pulsaciones por minutos. Iba caminando tranquilamente, tomando fotos de los lunáticos que nos rodeaban. Era como si estuviera haciendo la compra en el súper”, se sigue asombrando el actor, guionista y productor.
En 2012 fundó junto a Ben Affleck una productora llamada Pearl Street Films, con la que han puesto en marcha proyectos que habitualmente dirigen, escriben o protagonizan, como Manchester by the Sea, la quinta entrega de la saga Bourne y Vivir de noche (Ben Affleck, 2017), “Tener tu propia productora te permite desarrollar tu propio material”, sintetiza la estrella, que anunció que el próximo proyecto de su empresa es el drama histórico The Last Duel, dirigida por Ridley Scott y escrita al alimón por Affleck, Damon y Nicole Holofcener.
En 2018 incorporaron la cláusula Rider a sus proyectos, por la cual, como explico Frances McDormand tras incluir una mención a esta disposición contractual en el discurso de recogida del Oscar por Tres anuncios en la afueras (Martin McDonagh, 2017) “exige al menos un 50% de mujeres, un 40% de diversidad racial, un 20% de personas con discapacidad y un 5% de personas LGTBI tanto entre el elenco como entre el equipo”.
Lo que decidió a los actores no sólo fueron las aplaudidas palabras de la actriz, sino también leer el estudio por la Iniciativa de Inclusión Annenberg, que pone de manifiesto la falta de representación en Hollywood. “Queremos que nuestro negocio plasme la demografía en la que vivimos. Si tengo un posición de poder en la industria quiero valerme de ella para que el cine refleje el mundo tal y como es”.