MURCIA. Con apenas 26 años es ya una de las sopranos más importantes de Europa. Marina Monzó, nacida en Quart de Poblet, está ahora de estreno en la ópera de Les Arts de Valencia con un montaje de Così fan tutte, una obra de Mozart que explora el alma humana y sus vericuetos. Monzó ha triunfado en teatros de todo el mundo pero siente algo especial cuando canta en su tierra. Una responsabilidad que estos días ejerce desde la pasión y el entusiasmo por la ópera.
- Ha debutado en Les Arts con una ópera y en plena pandemia. ¿Cómo ha sido el proceso?
- Esta ha sido mi primera producción de ópera después del lockdown, hice un concierto en agosto, pero no tiene nada que ver con la intensidad que supone hacer una producción. Todos teníamos unas ganas inmensas de volver a trabajar y de volver a hacer música juntos. Hemos tenido que poner todos de nuestra parte para poder sacar adelante la producción. Esto ha sido complicado porque teníamos que hacer todos los ensayos de escena con mascarilla y cantar en esas condiciones no es que sea muy cómodo, pero teníamos tantas ganas de volver al escenario que sólo podemos dar gracias. Hay muchos teatros que han dado por finalizada su temporada de ópera y muchos que a día de hoy están ensayando, pero sin saber si llegarán a estrenar el espectáculo.
- Lo hace con Così fan tutte, una ópera que no tuvo demasiados escándalos en la Viena de Mozart pero que durante los siglos XIX y XX fue considerada como atrevida. La ópera fue representada raras veces, y cuando apareció se presentó en uno de los varios libretos de “expurgados”. ¿Cómo entiende usted esta ópera mítica?
- Così fan tutte es una de las grandes obras maestras de Mozart y no sólo porque sea una ópera bella musicalmente o divertida, sino porque es una ópera que nos hace reflexionar sobre la naturaleza humana y sobre cómo pueden cambiar de un momento a otro los sentimientos y el amor. Es una ópera con la que podemos sentirnos muy identificados en la actualidad, se trata el tema de la fidelidad que está a la orden del día, desde el proceso de la seducción hasta el arrepentimiento.
- Como valenciana, imagino que impresionará 'cantar' en casa. ¿Qué tal andamos de salud musical en nuestra tierra que siempre ha sido de grandes y enormes músicos?
- Cantar en casa trae muchas cosas buenas, pero también alguna negativa. Por una parte, al estar en tu tierra siempre encontrarás caras familiares en el público y eso te hace sentir más arropado. Además, también se agradece pasar una larga temporada en casa, ya que puedes compaginar el trabajo con tu vida familiar y social, esto se agradece mucho pues en esta profesión pasamos mucho tiempo en soledad. Sin embargo, la cara negativa de trabajar en tu tierra es que sientes la responsabilidad de demostrar la razón por la que estás ahí, evidentemente esta responsabilidad siempre la sientes, pero cuando estás en casa se magnifica.
- Ha dicho en alguna ocasión que el mundo de la lírica es muy subjetivo, ¿Por qué? ¿Es que no hay grandes consensos en el mundo de la ópera?
- Es un mundo muy subjetivo ya que hay mucha variedad de gustos y opiniones. Dos espectadores que están asistiendo a la misma función pueden tener opiniones totalmente distintas sobre la puesta en escena, el director, los cantantes… Ciertas características vocales o interpretativas de un cantante pueden ser alabadas y a la vez criticadas por otros. Pero, al fin y al cabo, esto es realmente interesante dentro del mundo artístico pues permite al cantante mantener su esencia y su personalidad vocal. Si solo gustasen unas características en concreto todos tratarían de adaptarse a estas.
- ¿Dónde comienza su vinculación con la ópera y desde cuándo?
- He cantado desde que era muy pequeña en la Escola Coral de Quart de Poblet ya que soy de allí y me acuerdo que nos propusieron hacer unas óperas como coro de niños en Les Arts dirigidas por Lorin Maazel, la primera que hice tendría unos doce años y lo recuerdo como un periodo espectacular. Fue haciendo la ópera 1984 que me acabé enamorando del teatro y de la ópera, sólo hacía que pensar: “¡Qué pasada que haya gente que haga esto todo el año y encima le paguen por ello!’”, de hecho, me acuerdo de ir con algunas amigas el día de la última función a preguntar que cómo podíamos hacer para seguir trabajando allí, aunque fuese sin cantar, haciendo de figurantes. Al final, después de ocho años volví a ese mismo escenario de Les Arts para hacer el papel protagonista de la Tabernera del Puerto, ha sido un sueño.
- Un punto de inflexión de su carrera fue con las clases magistrales de Juan Diego Flórez, ¿verdad? ¿Qué supuso aquella experiencia para usted?
- A Juan Diego lo conocí cuando hice la Accademia Rossiniana de Pesaro en 2016, allí nos dio clase y tuve la suerte de cantar con él en el concierto de aniversario de sus 20 años de carrera. A raíz de ahí hicimos otros conciertos en Madrid, Viena, Pesaro y también me llamó para la masterclass en el Palau de la música de Barcelona. Él es uno de los tenores de referencia sobre todo en el repertorio que estoy haciendo ahora mismo y además tiene muy buen oído, eso hace que pueda percibir si estamos haciendo algo extraño técnicamente y así poder aconsejarnos. Tanto en Il Viaggio a Reims en Viena como en el último concierto en Pesaro invitó a muchos cantantes jóvenes para que cantásemos con él, es de agradecer que gente con ese renombre apoye de esta forma a las nuevas generaciones.
- Creo que su gran mentora es Isabel Rey pero, ¿qué otras sopranos y cantantes han sido referencia para usted?
- Conocer a Isabel ha supuesto un antes y un después en mi carrera. Durante mi época como estudiante de conservatorio, ella era mi referencia principal debido a que encontraba en su voz algo familiar. Fue cuando empecé a dar clase con ella y la pude conocer cuándo percibí la infinidad que había entre nosotras. Desde entonces hasta ahora sigue siendo un referente y una guía para mí. Otras sopranos de referencia y a las que yo escucho mucho son Daniela Dessì, Renata Scotto y Mirella Freni. Con las dos primeras he tenido la suerte de trabajar y lo que aprendí de ellas durante las masterclass me acompaña en mi estudio diario.
- Sigue existiendo cierta condición de la ópera como algo que sólo entienden ciertas élites, sin embargo, hay iniciativas como la ópera en el cine que la está acercando a públicos que no pueden pagarse la entrada a grandes teatros. ¿Qué opina de ello? ¿Se puede apreciar bien una ópera en pantalla?
- Para nada creo que la ópera sea para un sector privilegiado de la sociedad, si comparamos sus precios con los de un concierto de música pop son muy similares. Además, en la mayor parte de los teatros existe un rango amplio de precios en función de lo que estés dispuesto a pagar. Poco a poco los teatros están incentivando la cultura de la ópera para los jóvenes reduciendo precios y ofreciendo descuentos. En referencia la cuestión de ver las óperas en pantalla creo que tiene un aspecto positivo pues se pueden apreciar mejor las expresiones y en general los detalles de la escena; sin embargo, a través de la pantalla se pierde lo que para mí es la esencia de la ópera: la escucha de las voces en directo (sin microfonía) y la magia de cada una de las representaciones, pues ninguna es igual que otra.
- Por último, ¿cuáles son sus siguientes proyectos?
- El día viernes 23 de octubre abriremos la temporada del Palau de la Música con la 4ª de Mahler, que estará dirigida por el Maestro Ramón Tebar. Después, si la pandemia nos lo permite, volveré al Teatro Real de Madrid para cantar el rol de Zerlina en la ópera Don Giovanni. En 2021 debutaré en el Teatro de la Maestranza de Sevilla con Ballo in Maschera y en la Deutsche Oper Berlin con Il viaggio a Reims.