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‘Manoliño Nguema’: una mirada esperanzadora sobre la emigración

21/02/2020 - 

MURCIA. “La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. Son palabras del teórico sobre educación, de origen brasileño, Paulo Freire. También es la síntesis perfecta para definir el documental Manoliño Nguema, premio del jurado en el Festival de Cine Documental MiradasDoc de Tenerife. Acaba de recibir la noticia, además, de su nominación a los premios del audiovisual gallego Mestre Mateo. Y ni siquiera tiene ventana en ninguna televisión ni plataforma.

Manoliño en realidad se llama Marcelo Ndong, un ecuatoguineano que en 1968, con doce años, recibió una beca del Estado español para estudiar en el Circo de los Muchachos de Orense. Vivió los años álgidos de aquella atípica escuela de circo con la que recorrió medio mundo. Fue acróbata, malabarista, clown y cómico. En Santiago de Compostela, donde pasó un tiempo de adulto, le apodaron como ‘El mimo de Santiago’ (según cuenta, era el 50% de las personas de color de la ciudad). Echó raíces, tuvo dos hijos, pero se sentía en deuda con los suyos y en 1990 decidió volver a Guinea Ecuatorial y posibilitar que el hilo invisible pasara a la siguiente generación. En lengua fang lo llaman ‘abelé’. Significa cuando el mayor empuja al pequeño.

Ahora, desde Guinea Ecuatorial ayuda a otros chiquillos a través de la Casa de la Cultura Papaya de Malabo. Se ha convertido en el motor de otras generaciones de niños que sueñan con comerse el mundo. Como Gorsy, un joven que frecuentaba el lugar cuando Marcelo lo puso en marcha. Gracias a él, Gorsy logró una beca para estudiar en Santander interpretación. Se licenció en Arte Dramático. Estrenó incluso en el Centro Dramático Nacional. Es otro ciudadano del mundo como Marcelo, que exprimió al máximo la única oportunidad que le había brindado la suerte. Por segunda vez, la trayectoria de un niño de un país africano daba un vuelco. Ahora hay un tercero, Russo, que gracias al documental y a la obra de teatro creada junto con  Marcelo y Gorsy, acaba de recibir una beca para estudiar en una escuela de teatro de Orense.

Oportunidades que se dan y que revierten en otros. Así es como mirarán este documental sobre migración. De forma esperanzadora. Manoliño Nghema no es un documental sobre denuncia. Las condiciones precarias de vida están implícitas en cada encuadre. No hace falta decir más. Precisamente por eso posee un valor excepcional. Nos hace mirar la migración desde otra perspectiva. “Queremos contraponerla a las típicas imágenes de los migrantes abalanzándose sobre la valla”, explica su director, Antonio Grunfeld Rius, de sangre alcoyana y alma de todas partes del mundo.

La visión de Antonio Grunfeld es una mirada amable. “Me siento más cooperante y activista que cineasta. He tenido la suerte de haber podido ver realidades de primera mano en Marruecos, Guatemala, Senegal o Mali. Esto me ha hecho decantarme por el cine pero con un fin: el cambio social. Quiero mostrar un punto de vista más allá del que están utilizando los medios, como la criminalización de la migración o la forma de tratar a los migrantes como una masa que nos invade”.

El director Antonio Grunfeld Rius

Al igual de Marcelo, Grunfeld también se siente “como una peonza”. El apellido de Marcelo, Ndong, en su lengua trival, el fang, significa “todo lo que gira como una peonza”. Exactamente como ha ocurrido en la vida de ambos. Dos ciudadanos del mundo de múltiples identidades. Para unos, el actor ecuatoguineano Marcelo. Para otros, Manoliño el actor. Antonio, en su caso, es el nieto del alcoyano José Rius y Josefina Payá (de la famosa familia juguetera de Ibi). También es el nieto de Eugenio Grunfeld, un húngaro que aterrizó en España convertido en uno de los fundadores de Movierecord. Y entre tanta salsa salió el cooperante y voluntario en la Asociación Galega de Reporteiros Solidarios (AGARESO), una ONG formada por profesionales del audiovisual que creen en el poder de la comunicación como herramienta de transformación social. A miles de kilómetros de aquí, fue el joven cineasta que rodó en Munich el documental Dachau, tras 63 años (2008), sobre el campo de concentración alemán. También es el aventurero que en 2011 se marchó a Guinea Ecuatorial, donde pasó cinco años y rodó su anterior documental, El secreto del bosque, galardonado con cinco premios internacionales.

¿Desarraigo o identidad múltiple?

“Me siento desarraigado y de varios lugares a la vez”, explica su director. Cuando decidió hacer el documental sobre Marcelo, no tenía ni un euro de financiación. Sin embargo tenía claro que lo iba a realizar, con o sin dinero. La productora gallega Filmika Galaika presentó el proyecto a las ayudas de AGADIC (el IVAC gallego). Lograron, y de milagro, una escasa subvención (porque el documental no era en gallego, era en castellano, y eso, de cara a las ayudas, era un hándicap, además del hecho de que Antonio no fuera gallego). Con aquel mínimo presupuesto el equipo técnico pudo viajar a Guinea Ecuatorial. Solo tenían suficiente para pagar aviones, alojamientos y manutención. Nadie cobró un salario. La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) les financió un billete de ida y vuelta de Marcelo. Lo máximo. Cualquier ayuda, vale. A partir de ahí, todo favores.

Marcelo en el Circo de los Muchachos

El guión de Rocío Cadahía, compañera de Antonio Grunfeld en AGARESO, navega entre tres etapas en la vida de Marcelo, construidas dentro de la estructura de una obra de teatro: primero, el Marcelo joven, el estudiante becado que sale al mundo; después el hombre que regresa a su país a devolver lo aprendido; y por último el actual, interpretado por el propio Marcelo, el sabio que continúa diciendo ‘abelé, abelé’.

Grunfeld es consciente de que en temas fundamentales en cualquier obra audiovisual, como la búsqueda de financiación, no ha profundizado todo lo que podía haber hecho. “Como provenía de la cooperación, no dominaba nada sobre ayudas, venta de derechos de emisión o producción asociada”. Este hijo de Alcoi, en consecuencia, nunca se ha acercado a la ventanilla única de la Generalitat Valenciana. No sabía ni que existía cuando me pongo en contacto con él. Mientras tanto, va camino de otros festivales a lo largo del mundo: el DocsBarcelona, el Festival de cine documental de Tesalónica y el Hot Docs de Canadá. “Ojalá en el siguiente proyecto podamos cobrar. Que nos conozcan más y no tener que pedir más favores”.

A día de hoy ninguna televisión, ni generalista ni autonómica, ni tampoco ninguna plataforma bajo demanda, ha comprado los derechos de emisión de este documental imprescindible.

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