MURCIA. "Debemos actuar ya". Esta es la reclamación que recoge el Estudio Inicial sobre la situación post-covid del sector de la Cultura en la Región de Murcia que el Instituto de Gestores y Programadores Culturales ha publicado poco antes de acabar un año nefasto. En este documento plantean que "el sector de la cultura profesional tiene serias dificultades de subsistencia, trabaja sumido en la precariedad laboral y empresarial y, siendo uno de los primeros en sumirse en la crisis, será uno de los que más tarde saldrán de ella".
Las conclusiones de este estudio son fruto de tres mesas de trabajo que se celebraron con el objetivo de aportar una hoja de ruta al sector que sirva de guía ante la crisis económica y social provocada por la covid-19 y sus posteriores consecuencias, y que giraron alrededor de tres ejes: Formación y Profesionalización de la Cultura; Políticas y Planificación Cultural; e Industrias Culturales. Como conclusiones generales, el Instituto de Gestores y Programadores Culturales, creado hace un año, sostiene que "el sector de la cultura es mucho más que el 3% del PIB. Es un potencial que hemos de aprovechar, como motor y dinamizador del turismo, agente de cambio social, transformador de barrios, fuente de inspiración y tractor urbanístico".
Modernización, profesionalización y formación continua son los retos que tiene por delante la Región, para lo cual, señalan los autores del estudio es necesaria "la escucha activa, la generosidad y la entrega de todos los agentes culturales regionales" con el fin de poner en marcha un Plan Director para la Cultura en la Región de Murcia.
En este apartado, los miembros de la mesa "corroboraron la existencia de una conciencia extendida sobre el reciclaje y la formación continua", aunque denunciaron "la falta de formación que determinados cargos públicos y técnicos culturales poseen para hacer frente a las responsabilidades que los puestos demandan".
También abordaron el cambio de los públicos consumidores de la cultura, que "poseen mayor oferta cultural, de ocio y entretenimiento online y disponen de programación a la carta, lo que requiere por parte de los nuevos gestores conocimientos profundos sobre el comportamiento del consumidor, estudios de mercado y nuevas herramientas de mercado, comunicación y promoción". "El análisis destaca el cambio hacia la digitalización del sector que ha sido fuertemente golpeado por la crisis covid-19 y que a marchas forzadas debe situarse en modo digital", añaden.
Destacan también que en ocasiones "existe una suerte de competición entre el gestor público y privado. Esto se ha puesto de manifiesto en numerosas contraprogramaciones o lo que los analistas denuncian como apropiaciones de carteleras que pueden aportar rentabilidad en el sector privado". Añaden, además, que "la contratación de actividades culturales no transparentes por profesionales que acceden a su gestión sin concursos públicos, genera clientelismos e imposibilita el acceso a la actividad profesional en concurrencia competitiva".
Apuntan, por otra parte, que "los gestores culturales siguen sumidos en una incertidumbre continua por la falta de horizontes de contratación o la inestabilidad en los contratos públicos y presupuestos", realidad que ha quedado patente con la actual crisis sanitaria. "La situación de la cultura profesional es precaria en términos laborales. La falta de horizontes, de contratación clara y de una planificación concursal adecuada desorienta al sector que se ve incapaz de fortalecerse", subrayan.
"El sector se encuentra desorientado, sin rumbo claro y sin líneas de trabajo", aseguran los autores del estudio, que consideran que "en los últimos años se ha pasado de apostar por las artes contemporáneas como emblema regional a políticas culturales que se enfocan exclusivamente al servicio del turista". "Se requiere de una política de ejes claros", insisten.
Igualmente, reclaman que "la política cultural sea transparente, preclara, sostenible y estable", al tiempo que denuncian que "ante la falta de formación y sensibilidad cultural de determinados profesionales que gestionan cultura pública, se producen episodios constantes de precarización laboral, servicios injustificados y asignación de recursos inadecuados, por exceso, o por defecto. Cesiones de salas sin recursos, proliferación de concursos y una excesiva visibilización del pseudo-amateurismo-profesional pueblan programaciones sin calidad, carentes de sentido en el tiempo, devaluando los espacios y la figura del profesional de la cultura y las artes".
"La incertidumbre es hoy por hoy el gran desafío del sector", afirma en su estudio el Instituto de Gestores y Programadores Culturales, que reclama "un plan de ayudas urgentes claro y presentado de forma conjunta, evitando el goteo de soluciones que generan más incertidumbre y desorientación".
Aunque consideran que "el cambio de modelo cultural no parece que sea una realidad a corto plazo, la digitalización del sector será un camino que hemos de seguir para todas las áreas profesionales de la cultura". Es el caso, dicen, de las artes escénicas y la música en directo, pero también de las artes plásticas y el patrimonio, "donde se pueden encontrar nuevos escenarios para la creación de valor hacia lenguajes digitales", sin que suponga sustituir los hechos artísticos iniciales "cuyo sentido está el directo y en su relación con el aquí y el ahora".
El Instituto de Gestores y Programadores Culturales de la Región concluye asegurando que la reflexión crítica de sus asociados intenta ser constructiva, reconociendo el trabajo de grandes profesionales en los ámbitos público y privado. "Pero sabemos que queremos mejorar y que existe mucho espacio para ello". Para ello, también celebraron una mesa abierta con voces de prestigio del sector cultural regional.