MURCIA. Este domingo, cuando leas esto, es probable que el Consejo de Ministros se haya reunido - o esté en ello- y Pedro Sánchez se marque un #AloPresidente declarando un nuevo estado de alarma. Así pues, desenfundarás tu smartphone y empezarás a tuitear, a recibir mensajes por Whatsapp, a dar likes a aquello que te gusta y a sorprenderte con cientos de memes sobre esta nueva situación que nos ha sobrevenido. Es el mundo hiperconectado y cambiante en el que nos ha tocado vivir. Aceptémoslo, con mascarilla incluida.
Como consuelo, todo apunta a que este será una situación liviana y con particularidades. Todos pondremos de nuestra parte: concienciación, seguridad y contención ante la pandemia. Siempre con el objetivo velado de controlar la situación para llegar a las fiestas navideñas en la mejor situación posible. Qué menos, que todos queremos disfrutar de la navidad y celebrarla con los nuestros.
Y ya que esto va de redes sociales y estas van teniendo su parte de memoria, no olvidemos que un 23 de diciembre de hace casi 10 años Pedro Sánchez decidió ir a cenar al restaurante Luna Rossa una pizza que estaba cojonuda. Si, así lo dijo cuando era un Pedro más en Twitter y no el @sanchezcastejon que preside ahora a todos los españoles. Twitter ya brindó tardes de gloria con este peculiar tweet, así pues que ojalá este año Pedro Sánchez pueda volver a ir a citado lugar para celebrar la efeméride. Eso significará que la cosa marcha mejor. Si hace falta, yo me encargo de llamar y reservar.
Pero más allá del Estado de Alarma y todos los escenarios y polémicas que nos va a traer, esta semana hemos encontrado el aliño a la vida política con una moción de censura promovida por Vox que se sabía condenada al fracaso. El Parlamento le dio la espalda a la propuesta de la ultraderecha con una negativa de 298 contra los 52 votos a favor y dejó claro que, por ahora, el gobierno del PSOE y Podemos resiste los envites de una envalentonada oposición.
No obstante, pese al desenlace esperado en esta, cabe decir que el hashtag #MociondeCensura se subió a las nubes durante un par de días en Twitter (con más de138K tweets) . Y claro, con el foco informativo centrado en el Congreso de los Diputados de cara, estos no perdieron la oportunidad de dar su mejor versión tanto en el estrado como en sus perfiles de las redes sociales.
Sabemos que si hay un político que luce bien en la alfombra roja de la polémica, ese es Gabriel Rufián. El representante de ERC no dejó pasar la oportunidad para retratar a Abascal y a su moción de censura, comparándolo con el archiconocido dinosaurio de Google que aparece cuando te falla la conexión a internet. Un golpe sutil del político catalán que claro, corrió como la pólvora.
Por su parte, en el estrado tampoco perdió su oportunidad Joan Baldoví, de Compromís. El político de Sueca quiso remarcar su orgullo proletario ante el clasismo de Vox, sacando pecho de su camiseta de 15 € y sus vaqueros de 24€ como gancho de su intervención. Y a partir de ahí, dar un 'no' por respuesta a la moción y de paso, reivindicar sus políticas en clave valenciana.
Quien entró al trapo de la polémica con Vox fue Podemos, o mejor dicho, su entorno. Sabedores del aguante del Gobierno vigente a este ‘farol’ político de Vox, los fieles de la formación morada no dudaron en sacar su lado más provocador para agitar el fracaso de la propuesta de la ultraderecha. Así, casualidades de la vida, desde el gentío de los morados no dudaron en difundir un gel hidroalcohólico bautizado con el nombre de ‘Lágrimas de Facha’.
Aunque no lo parezca, Casado se ha convertido en un chico formal y ahora tira hacia el centro. O al menos eso es lo que quiso vender en esta moción de censura. El líder del Partido Popular marcó espacios con Abascal y le atacó duramente para clarificar su negativa a apoyar la moción. Solo perduró hasta el final el morbo de la posible rebeldía de algún diputado díscolo frente a la disciplina de voto de su grupo, una cuestión que no se dio para felicidad del propio líder popular.
El protagonista de esta moción empezó la moción de censura nombrando una a una a todas las víctimas de ETA como estrategia de respuesta a Bildu. Pero al final, terminó el serial parlamentario despechado ante las palabras de desamor que le brindó Pablo Casado.
La separación -que no divorcio- entre los Populares y Vox tiene sus consecuencias. A sabiendas que la moción era la excusa y no el fin, la relación entre ambos partidos se enfría. Casado sacó a relucir el aura centrista que él mismo se quiere imponer, mientras que la maquinaria de guerra de Vox no tardó en difundir e impulsar hashtags contrarios contra el líder del Partido Popular en busca de captar al votante descontento con el giro de timón del líder de los populares.
Así, #AdiosPP, #PPnosvamosaVOX o #PabloCagado empezaron a fluir por Twitter como estrategia de desgaste. Incluso, con acciones tan socorridas y pintorescas como la saturación de centralitas y las colas de personal en la calle que vende el personal de Vox Sevilla. Viva los principios del Marketing.
Veremos cómo acaba la cosa entre la derecha cobarde y la extrema. Eso sí, lo que ha unido en matrimonio los gobiernos autonómicos, que no lo separe una moción de censura. Y mucho menos, un estado de alarma.