MADRID. Cuando evaluamos las curvas de tipos de divisas fuertes como opciones de activos seguros, nos hemos fijado principalmente en los principales mercados de bonos soberanos de Estados Unidos, Europa, Reino Unido y Australia. Se trata de mercados líquidos y tienden a mostrar correlaciones negativas con los activos de riesgo, lo que significa que la mayoría de los inversores en bonos se fijan en ellos cuando construyen posiciones de riesgo. Además, con los bancos centrales en pausa y sin signos reales de inflación, ha sido más fácil para los inversores comprometerse con estas asignaciones en los últimos tiempos.
Desde una perspectiva macro, cuando miramos hacia el 2020 esperábamos que la desaceleración mundial tocara fondo en el primer trimestre, y que hubiera un modesto repunte del crecimiento a medida que avanzara el año. Desde el punto de vista de los Estados Unidos, pensamos que la Reserva Federal lograría la muy difícil tarea de un aterrizaje suave; el listón para subir los tipos estaría muy alto y cualquier movimiento sería muy probable que se limitara relajación monetaria, posiblemente como respuesta a preocupaciones geopolíticas adicionales. Sin embargo, este punto de vista se formó antes del brote del coronavirus.
Este complicado primer trimestre ha producido un repunte de los activos de riesgo, pero ¿creemos que los bancos centrales de estas regiones cambiarán sus tipos en un futuro próximo? La respuesta es sí, lo creemos, pero es más difícil de prever dónde se va a producir el primer movimiento. Estamos seguros de que no será el Reino Unido, gracias a Dios (el Banco de Inglaterra puede ser el primero en subir los tipos, pero es poco probable que lo haga este año).
También estamos seguros de que no será el Banco Central Europeo (BCE); pensamos que había espacio para un poco más de QE y recortes de los tipos en unos 10 puntos porcentuales desde el nivel en el que los dejó Mario Draghi para equilibrar las medidas de escalonamiento (tiering) introducidas en octubre, pero con Christine Lagarde vemos esto como mucho menos probable. Tampoco pasará en Estados Unidos en un futuro próximo, ya que la Reserva Federal parece estar firmemente en modo hibernación, aunque hay una posibilidad razonable de que se mueva más adelante en el año. Actualmente el mercado descuenta un recorte de la Reserva Federal de 25 puntos básicos en su reunión de septiembre.
En nuestra opinión, entonces, el banco central con más probabilidades de mover ficha antes y recortar los tipos es el Banco de la Reserva de Australia (RBA). Hasta ahora se ha abstenido de recortar los tipos ya que el gobernador, Philip Lowe, todavía tiene una visión razonablemente positiva de la economía y el empleo ha estado creciendo en el último trimestre. Si se analizan las proyecciones del propio RBA con un poco más de detalle, se espera que el crecimiento alcance el 2,7% en 2020 y suba al 3% en 2021, mientras que también se prevé que el desempleo descienda al 4,75% a finales de 2021 y que la inflación se sitúe en la parte inferior del rango objetivo del 2-3% a mediados de 2022.
Datos macroeconómicos australianos
Como punto de partida, todo esto nos parece optimista, sobre todo teniendo en cuenta los graves problemas por los que atraviesa Australia a raíz de los recientes incendios forestales del país y su proximidad al brote de coronavirus, que probablemente tenga un impacto importante en la demanda de China de exportaciones de mineral de hierro australiano. Esperamos que los datos económicos de Australia se queden cortos y que el Banco Central de Australia se vea obligado a actuar. Sin embargo, con sólo 75 puntos básicos para que el banco central juegue, como muchas otras partes del mundo, la economía australiana parece necesitar también algún tipo de estímulo fiscal.
Entonces, ¿cómo encaja todo esto dentro de nuestra visión de los tipos de interés? Ciertamente facilita a los inversores la tenencia de bonos del Gobierno australiano, ya que la curva de tipos no está invertida (todavía) en la parte corta, a diferencia de los Estados Unidos, donde los bonos del Tesoro han reaccionado severamente al posible impacto económico del coronavirus. En nuestra opinión, la justificación adicional para un muy necesario recorte de los tipos en el futuro próximo debería mantener a raya los rendimientos de los bonos australianos, incluso si, como se espera, los temores del virus disminuyen.
Mark Holman es consejero delegado de TwentyFour AM