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análisis

Las valoraciones de los mercados financieros son ahora más exigentes

Escasez de oportunidades en renta fija y amplio atractivo de la renta variable, principales previsiones para 2021 como explica el director de Inversiones

18/12/2020 - 

MADRID. La expansión del Covid-19 representa el shock exógeno para la economía mundial más importante de la historia moderna. La respuesta de las políticas fiscal y monetaria ha impedido la amplificación del impacto, pero eso va a evitar que el año cierre con una contracción de la actividad de alrededor de un 4%. La recesión ha sido inusualmente corta y las perspectivas para 2021 son optimistas, siempre que la evolución de la pandemia permita que los cierres de las economías no sean tan severos como los de la primavera pasada y que se mantengan las medidas de política monetaria y fiscal para apoyar a la economía.

Por su parte, los mercados financieros han reaccionado en noviembre de manera muy positiva a los resultados de las elecciones de Estados Unidos y a los avances en los desarrollos de las vacunas. Los índices bursátiles globales se han situado en positivo, liderados por Estados Unidos y Japón; y los mercados tanto de deuda pública como de renta fija privada también registran avances en el conjunto del año. Este escenario es 'mejor de lo que se preveía hace seis meses', pero, por otro lado, 'complica' la gestión de las carteras de los próximos meses ya que las valoraciones de los mercados son ahora más exigentes.

El objetivo es, por tanto, resistir al invierno ya que, con los rebrotes y las consecuentes restricciones a la movilidad, esperamos poco progreso adicional en cuento a crecimiento económico en este trimestre y la primera mitad de 2021, provocando que la recuperación permanezca incompleta, al menos hasta que la vacuna haya sido ampliamente distribuida.

Evolución de la pandemia

Para poder llegar a primavera sin problemas, necesitamos que la evolución de la pandemia permita que los cierres de las economías no sean tan severos como las del año pasado. Adicionalmente, precisamos que las medidas de política monetaria y fiscal sigan apoyando la economía. Las heridas en el mercado laboral son todavía profundas, los beneficios de las empresas han caído, lo que debería pesar en la inversión, y la deuda de los gobiernos ha alcanzado niveles no vistos en muchos casos en toda la historia. Es importante destacar que no podemos pensar que con la vacuna está todo solucionado. Los impulsos fiscales del año pasado son irreplicables pero, utilizando un símil médico, al paciente hay que retirarle la medicina poco a poco para que no recaiga y las medidas deberían centrarse en los próximos meses.

En el corto plazo, el BCE en diciembre ya ha dado un impulso adicional a su política ante la nueva ola de contagios: ha ampliado su plan de compras de activos hasta una cifra que permitiría cubrir toda la oferta neta de deuda en 2021 (ya ha comprado toda en 2020). Con esta situación y tras las alzas recientes, nuestro trabajo de aquí en adelante se presenta difícil: por las incertidumbres macro, por las valoraciones exigentes de los mercados y por la volatilidad que, aunque ha bajado, sigue por encima de los niveles pre pandemia. No obstante, este escenario no es nuevo, sino que llevamos años moviéndonos en circunstancias parecidas, incidiendo en la gestión activa y la diversificación, tanto por zonas geográficas como por sectores, para aprovechar las oportunidades de inversión que todavía existen a pesar de la inestabilidad actual y la volatilidad.


En lo que respecta a los activos de renta fija, nos situamos de nuevo en un valle en el que las oportunidades son escasas. Hemos estado empujando los fondos de renta fija privada, y lo vamos a seguir haciendo, pero siendo conscientes de que las emisiones con rentabilidades atractivas cada vez son más escasas, a más largo plazo y con más riesgo de compañía. Los tipos no se espera que suban hasta 2023 en Estados Unidos, y en Europa, el BCE va a seguir manteniendo las rentabilidades bajas con sus compras. Aun así, seguro que se producen repuntes que intentaremos aprovechar, además del trabajo diario de gestión en el que siempre intentamos ganar pequeños réditos para las carteras. 

También vemos valor en incorporar a las carteras renta fija de países emergentes, especialmente en moneda local; seleccionando aquellos países cuyos niveles de riesgo país es más reducido (China, India) y sólo asumiendo niveles de riesgo superiores en países cuyos tipos de interés cubran ese riesgo (por ejemplo, Brasil). Tras un buen comportamiento de los mercados como el reciente, siempre surge la duda de si es momento de aumentar la exposición a activos de riesgo, pero de lo que no hay ninguna duda es que es un buen momento para reducir la exposición a deuda pública de la zona euro.

Tendencias de crecimiento estructurales

En renta variable, las valoraciones absolutas son exigentes pero la previsión es que los beneficios se recuperen el año que viene un 25% a nivel mundial. Si a esto le añadimos que sigue siendo el activo con una valoración relativa más atractiva, tenemos que seguir apostando por que la renta variable sea un componente fundamental dentro de nuestras carteras. Para elegir la composición de nuestras inversiones, vamos a seguir apostando por las tendencias de crecimiento estructurales (digitalización, automatización, transición energética, consumo global y envejecimiento poblacional) aunque siempre dejando un hueco para posiciones más cíclicas, sobre todo en esta primera mitad de año, en sectores como autos y materias primas. 

Seguimos cautos en petroleras y en financieras, además de por nuestra visión macro y micro, por la presión de flujos hacia fondos con criterios ASG (infraponderados estructuralmente en estos sectores) que van a beneficiar más a otras acciones.

Óscar del Diego es director de Inversiones de Ibercaja Gestión

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