MURCIA. Es fin de año y llega el inevitable repaso. Esta vez lo vamos a hacer en dos partes: hoy, las series que no y la semana que viene las que sí. Pero sin ránkings, que aquí no nos gusta nada eso de numerar e indexar la cultura. De hecho, estamos muy en contra y consideramos que las clasificaciones y las tablas Excel le hacen mucho daño al mundo cultural (y al mundo en general). Tampoco creemos que exista el mejor, ni que haya que competir. No somos contables, lo nuestro es analizar y provocar debates y reflexiones.
Y, dicho esto, empecemos con las que no. Las que no han cumplido con las expectativas. Las que prometían y no dieron de sí. Las fallidas. Las que decepcionaron. Puede que haya alguna sorpresa (enlazo los artículos o podcast que les hemos dedicado en Culturplaza)
Sonaba bien lo de una puesta al día de la comedia romántica, llena de actores y actrices conocidos y solventes. Pero falló en lo principal, en las historias. Y también en las intenciones: esto ya lo hemos visto antes y no nos parece tan moderno, solo porque algunos personajes usen una app. El amor “moderno”, el de estos tiempos de confusión, virtualidad y capitalismo feroz ya nos lo están contando otras series sin necesidad de subrayarlo (Master of None o Fleabag, por ejemplo). Y ya que hablamos de tiempos modernos, no hubiera estado mal reflejar algo que hoy condiciona enormemente las relaciones amorosas (y todo lo demás): la precariedad, tan desgraciadamente moderna ella. Por si quieren un ejemplo, magnífico, les propongo no una serie, sino una novela: Feliz final, de Isaac Rosa.
Más sobre Modern Love, aquí.
El cuento de la criada (temporada 3)
Ya la segunda temporada decepcionó profundamente, con la serie dando vueltas sobre sí misma sin tener claro a donde ir sin el anclaje de la novela de Margaret Atwood. Esta tercera temporada mejoró un poquito, pero no lo suficiente. Aunque algunas secuencias son impactantes y visualmente tiene algunos hallazgos, lo inverosímil se ha apropiado del relato. Las reglas de Gilead se cambian alegremente en función de las necesidades de un guion empeñado en convertir a June, la protagonista, en una superheroína imposible de creer. Es increíble que siga viva en esa dictadura teocrática y sus constantes primeros planos e intensas miradas a cámara resultan agotadores.
Más sobre la T3 de El cuento de la criada aquí.
¿En serio? ¿Nadie se dio cuenta del desaguisado durante todo el proceso de realización de la serie? Será que al cartón piedra le sienta fatal el agua.
Una de las mayores decepciones del año. Sobre todo porque es una serie que nos tiene acostumbrados a la excelencia, a la complejidad y la inteligencia, al asombro constante y a una inusitada capacidad para hacernos reflexionar sobre la realidad. Black mirror ha sido más que una serie, casi un ensayo filosófico. Así que era difícil llegar al altísimo nivel que ha alcanzado, pero aun así estos tres capítulos han resultado demasiado planos, previsibles y facilones para una serie que siempre ha desafiado nuestra visión del presente. Black mirror no parecía Black Mirror. Más aquí.
Con ustedes, la pareja más sosa y falta de vigor de las plataformas en streaming (Orlando Bloom y Cara Delevingne) para una serie ambiciosa pero fallida, que requería mucho más nervio. Más sobre Carnival Row.
Y ahora, una de las parejas más chispeantes e ingeniosas del universo seriéfilo (Michael Sheen y David Tennant) para una serie que no estuvo a su altura. Un divertimento, sí, pero podría haber sido mucho más. Más sobre Good Omens.
Una de las series más WTF del año que convirtió a La Albufera en un destino turístico erótico. Tuvo mucha repercusión por la supuesta audacia de su argumento, pero no dejaba de ser una colección de bonitas postales rurales y también urbanas por las que deambulaban unos personajes imposibles. Más sobre El embarcadero aquí y aquí.
Sí, Watchmen. En el grupo de las decepcionantes. Ay, ya les veo con la ceja levantada y la réplica preparada, pero dejen que me explique. Primero, lo bueno. Es muy bella visualmente y magnífica la banda sonora. Contiene imágenes y secuencias espectaculares y preciosas. Se agradece mucho una protagonista negra de 49 años que, encima, es una superheroína. Chapeau. Magnífico el mensaje contra el racismo y el supremacismo blanco, muy necesario. Pero… Pero necesito personajes de verdad y aquí no los hay. Son meras herramientas para el espectáculo, vehículos para engarzar una historia con otra. Necesito lo que Damon Lindelof sí nos dio en Perdidos o en The Leftovers, además de misterio e intriga: gente que importa, personajes que se van construyendo de forma compleja y veraz, imposibles de acotar en un solo adjetivo o en una sola faceta. En Watchmen hay arquetipos, puede que deliberadamente, pero son conceptos, no personas, incluida su protagonista.
Además, cada capítulo está concebido de forma tan autónoma que, por mucho que algunos destilen belleza no consigo que me arrastren ni me impliquen en la historia que se está contando y que no entiendo. ¿Dónde está la emoción? Me refiero a la de verdad, no la que se consigue a base de énfasis musicales y visuales. Claro que tal vez eso no es posible cuando nos lo están contando todo en mayúsculas, cursivas, negritas y subrayado. Es como si la serie gritara todo el rato: ¡¡mira qué relevante soy!!
Y, por último, y se diga lo que se diga, es una serie para iniciados, para feligreses más bien. No ya para quien haya leído el cómic (lo he leído), sino para quien lo considere una obra maestra y se lo sepa de memoria, como una biblia. Para quien no tenga que acudir a google a recordar quién diablos era fulano y qué pasó con mengana. Una pena.
La segunda temporada de Big Little lies, que ha resultado bastante convencional; la tercera de Stranger things, que es más de lo mismo pero sin el encanto de su primera temporada; Love, death and robots, donde la animación se puso al servicio de historias sin interés; o La casa de papel, cuyo éxito internacional eclipsa el hecho de que es una serie efectista y elemental, mucho ruido y pocas nueces, con personajes de trazo grueso y puro cliché. Y alguna más, completen ustedes. Más sobre Love, death and robots y Stranger things.
La semana que viene, para acabar 2019 con buen tino, las series que sí, las que nos han alegrado el año y alimentan nuestro amor por las ficciones, incluida la última temporada de Juego de Tronos, que podría estar en el grupo de hoy pero no estará, en honor al enorme acontecimiento que ha supuesto y la pasión con la que la hemos recibido. Felices fiestas
A finales de los 90, una comedia británica servía de resumen del legado que había sido esa década. Adultos "infantiliados", artistas fracasados, carreras de humanidades que valen para acabar en restaurantes y, sobre todo, un problema extremo de vivienda. Spaced trataba sobre un grupo de jóvenes que compartían habitaciones en la vivienda de una divorciada alcohólica, introducía en cada capítulo un homenaje al cine de ciencia ficción, terror, fantasía y acción, y era un verdadero desparrame