MURCIA. Aunque es cierto que para muchos Mägo de Oz es la única banda de folk metal que conozcan, la verdad es que en estos últimos años otras muchas bandas se han adscrito a esos sonidos medievales llenos de fantasía, paganismo, flautas y gaitas. Pero son solo el pico del iceberg ya que este género musical es mucho más. De hecho, en Alicante existe una de las bandas pioneras en este género, y fue en 1988 cuando el grupo echó a andar, en Elda, bajo en nombre de Rivendell, región del universo Tolkien en El Señor de los anillos.
Con Leyendas medievales, su primer disco, cambiaron de nombre a Lándevir. Se despidieron de los escenarios en 2010 —todo un varapalo para sus fans—, pero regresaron en 2016 con José Mancheño como nuevo cantante y con nuevo álbum: Desde el silencio, en 2018. Ahora ya acumulan 22 años de actividad. Hablamos con José Amat, batería del combo.
Entre su anterior elepé y el actual pasaron diez años y prácticamente dos desde la publicación de Desde el silencio. “Actualmente estamos en un momento muy bueno, después de estar presentando por todo el país en una gira conjunta con Salduie, nuestro último disco Desde el silencio, hemos planteado este año otra gira en la que coincidimos tres fechas con Celtian (si la situación sanitaria lo permite), y seguramente muchas más con otras bandas o en solitario, a las que hemos llamado Rock & Folk Tour porque rescatamos temas de otros discos con el elemento folk mucho más presente en el repertorio”, comenta Amat.
La banda fue casi pionera en el folk metal en España, y ya sabemos que los que se arriesgan experimentando con nuevos sonidos, los que abren puertas y se lanzan al vacío, son los que más difícil lo tienen. “Pues no creas que fue fácil, casi te diría que es más fácil ahora”, sentencia el batería. “En aquel momento, a mucha gente le echaba para atrás fusionar la música celta con el rock, y solo por eso no daba la oportunidad de escuchar a una banda”. Pero ser de los primeros logra que el foco se pose sobre ellos. “Por el contrario, al ser tan pocos grupos los que practicábamos esta música, al seguidor del folk lo tenías seguro. Éramos Mago de Oz, Saurom, Ñu, Ars Amandi, Lándevir y no muchos más… Así que poco a poco y con esfuerzo conseguimos hacernos un hueco entre las principales bandas de folk rock o folk metal”, recuerda.
Diez años en pausa, congelados de cara a la edición de nuevos trabajos en un mercado que exige inmediatez y novedad constantemente. ¿Cómo se habrán encontrado el elepé sus fans? “Ha funcionado increíblemente bien”, contesta rotundo. “Es nuestro mejor disco hasta la fecha, pero no es que lo digamos nosotros, sino que lo han dicho seguidores y medios. Y en directo ha funcionado y funciona muy bien. Hay muchos temas que podrían haber sido un single, aparte de los tres que cuentan con videoclip (El espíritu del viento, Volver y Magia)”.
Una de las cosas que quizás hayan podido detectar, y utilizar a su favor, es la perspectiva de los que están fuera pero han estado dentro de la industria, y ven la evolución de los sellos, conciertos, festivales, estos diez últimos años. “Mucho mejor que cuando lo dejamos, aunque nunca ha sido fácil ni lo es tampoco ahora. En este momento, las bandas grandes funcionan muy bien y las medias o pequeñas no tanto. Cuesta mucho arrastrar a la gente, pero hay muchas más oportunidades, festivales, promotores, medios etcétera… La industria sin embargo ha cambiado como de la noche al día, con sus pros y sus contras”, explica Amat.
El género ha crecido mucho en España, aunque en realidad es algo que ha sucedido en todas partes del mundo. Quizás como moda. “Personalmente pensamos que la escena está algo saturada”, responde Amat. La saturación de un género puede ser su final, quizás porque no hay criba de calidad en los grupos. “Es relativamente sencillo y barato grabar un disco, por lo que hay miles de buenas bandas con buenos discos; eso hace que sea complicado entrar en festivales. Antes no éramos tantos. Para el público es bueno, aunque también supone que haya muchísimos conciertos cada fin de semana; y no se pueda ir a todos o algunos presenten entradas flojas”, apunta.
Seis músicos encima del escenario, en la banda y tomando decisiones. Si ya debe ser complicado con cuatro, seis debe ser muy complejo para gestionar giras o en la composición del disco. “Como bien dices, Lándevir somos muy complicados para eso. No solo por ser seis, sino porque la mayoría somos ya mayores, rondando o superando los 40, con nuestras obligaciones laborales y familiares etcétera… pero bueno, lo tenemos claro y asumido, haremos lo que podamos y lo que nos apetezca en cada momento”.
Con una vida tan larga como grupo —y pese al parón de diez años—, el combo ha realizado muchos conciertos, miles de kilómetros y habrá conocido a mucha gente. Las anécdotas y los momentos decisivos deben contarse por centenares. “Hay varios momentos que han marcado la trayectoria de Lándevir. En cuanto a conciertos, los tres años seguidos que estuvimos en la Dracum Nocte de Mont Blanc, con más de mil personas cada edición, la participación en 2013 en el Leyendas del Rock en el escenario Mark Reale, que supuso el regreso oficial de la banda. Anécdotas muchas, hemos dormido en sitios en los que ahora ni entraríamos (risas)”.
Durante la entrevista, se suceden los casos de coronavirus. El sector de la música, como muchos otros, se verá también resentido. La cultura de la música en directo parece que será una de las grandes perjudicadas. “Bueno, este año va a afectar mucho, porque no se van a poder aplazar todos los conciertos; las bandas perderemos fechas, eso está muy claro. Pero será una situación transitoria y cuando regresemos a la normalidad todo funcionará mucho mejor porque tendremos ganas de salir y pasarlo bien. Creo que puede ser un verano donde los festivales funcionen muy bien”, comenta.