MURCIA. De tanto decirlo, se va a acabar desgastando el pensamiento, pero: la narrativa de los medios de comunicación con el movimiento okupa suele ser parcial y estigmatizadora. Familias que ocupan por necesidad, pisos vacíos cuya propiedad es un banco que no quiere vender, un país con más oferta que demanda, desahucios... Pero aún hay más, ¿y la gente que ocupa como acto revolucionario? ¿qué ocurre con la narrativa de los y las okupas que no aducen a una necesidad, sino a una realidad ideológica?
Este es el punto de partida de Habitar, un fanzine realizado por Bóreas Talens, fotógrafo y estudiante de periodismo, que precisamente arma un trabajo de imagen y texto retratando la vida de algunos de estos jóvenes. Un trabajo sensible que busca precisamente romper con esta narrativa periodística, buscando la humanización del movimiento a través de relatos cotidianos sobre su vida, en varios lugares de Valencia. “Vengo de estar con un pie dentro y un pie fuera en estos proyectos, así que no me ha costado acercarme a ellos ni plantear el proyecto”, explica Talens.
Su acercamiento no ha sido heterodoxamente periodístico, sino un estar y contar. Comparte con los protagonistas del fanzine cervezas, momentos íntimos, porros, conversaciones existenciales y espacio político. “No quería ser invasivo, así que yo les acompañaba en momentos punutales, estaba un rato largo, y de vez en cuando sacaba una libreta de mano y me ponía a apuntar”. Lo mismo ocurre con las fotografías, tomadas desde la cotidianidad, casi robadas, que muestran la comunidad pero también las condiciones en las que viven en una casa sin suministros básicos como el agua potable.
El propio título, Habitar, es una declaración de intenciones para introducir una palabra que no se utiliza habitualmente para hablar de estos movimientos: “Mi intención es la de romper con esa idea de agresividad y delito que se les presupone. Es verdad que lo que hacen es un delito, pero nunca es una agresión contra nada y contra nadie, se trata de una contestación al sistema económico y social actual”.
Este tomar parte por el movimiento okupa es claro. Son personas cercanas a él, y tal vez es lo que le haya permitido retratar de una manera inédita sus vidas. Para ello se ha tenido que armar de toda una narrativa para preservar sus propios proyectos: nombres ficticios, ocultación de la localización de las casas y un riguroso cuidado en la toma de las imágenes. “También es importante resaltar que la realidad que yo busco está fragmentada. Yo no estoy todo el tiempo ahí, y busco resumir algunas situaciones, funciones y espacios. He tenido que ser muy cuidadoso en este trabajo”, explica.
En su trabajo, no le cuesta mezclar el retrato de un compromiso ideológico con cuestiones socialmente abyectas, como las drogas recreativas o la delincuencia. A pesar de eso, Talens aboga por darle más peso a lo primero: “lo más importante para mí es hacer entender que hay muchas realidades del movimiento okupa, pero que detrás de este hay personas que le ponen todo su tiempo, cariño y voluntad en hacer que los proyectos tiren hacia adelante, en integrarse y hacer barrio, y eso me parece importantísimo”.
¿Se podría contar esto en otro formato que no fuera el fanzine? “Cuando me planteo el proyecto, de ninguna manera me lo imagino como un posible gran proyecto editorial. Quería ser visceral e íntimo y hacer un relato lo más preciso posible de su día a día. Creo que el fanzine es lo que más libertad me ha podido dar”.
Contra un discurso homogéneo, Talens busca despojar todo aquello que esté sumido en la geometría de los prejuicios hasta llegar a lo esencial: “la gente los ve como delincuentes, pero son nuestros vecinos y vecinas”. Tan sencillo de decir y tan complejo de entender.