La necesidad de respuesta financiera mutua sería cada vez más urgente si a pesar de la compra de bonos del BCE los diferenciales de rentabilidad a vencimiento de la deuda de los Estados de la UE se ampliaran
MADRID. Las respuestas gubernamentales de la Eurozona son impresionantes -mayores que durante la gran crisis financiera-y están amortiguando el impacto en el empleo y la producción. Incluso las garantías estatales sobre préstamos implican exposición directa y significativa de los gobiernos a posibles impagos y quiebras. Pero Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), a la espera de que la Comisión Europea (CE) presente un plan para financiar la recuperación, ha vuelto a insistir en la puesta en marcha de un instrumento europeo "rápido, voluminoso y simétrico" de estímulos fiscales.
La mayor parte de la carga se ha dejado en manos de responsables políticos nacionales, siendo la respuesta desigual. En los países periféricos es todavía pequeña, en un momento en que se enfrentan al difícil equilibrio entre necesidad de gran impulso fiscal a corto plazo para evitar pérdidas de producción mayores y permanentes y precaución debida por la sostenibilidad de la deuda. El resultado es hasta ahora un rápido deterioro de sus finanzas públicas, hasta el punto de que prevemos que la deuda del gobierno de Italia llegue a 160% del PIB este año, un nivel más del doble que el de Alemania.
De hecho sabíamos que el primer trimestre iba a ser malo, pero este segundo probablemente sea peor, ya que la mayoría de economías ha permanecido en estricto cierre en abril y la actividad económica se ha reanudado muy gradualmente en mayo. Una recuperación en forma de 'V' es poco posible en la Eurozona siendo más probable en 'U' gradual y asimétrica. Nuestro escenario central es de profunda recesión el primer semestre, seguido de recuperación muy gradual y modesta el tercero, con una contracción de hasta 9,5% del PIB de la Eurozona en 2020 para recuperarse un 4,5% en 2021.
Algunos sectores, principalmente servicios, continuarán interrumpidos y el turismo de verano, particularmente importante para el sur de Europa, probablemente sufra por las severas restricciones. De hecho los países periféricos serán los más afectados, especialmente Italia y España, por el alcance de la crisis y la estructura de sus economías. Aunque los países europeos se han movido rápidamente la tasa de desempleo puede llegar a 11% a corto plazo desde 7,4% en marzo y los periféricos sufrirán más, dada su mayor proporción de empleos temporales y trabajo por cuenta propia.
En este estadio de cosas, el BCE ha vuelto a concentrarse en el canal bancario, con medidas de amplio alcance, que están siendo efectivas para garantizar el flujo de crédito a las empresas y mantener condiciones financieras facilitadoras, lo que debe evitar un aumento de las quiebras. Incluso Christine Lagarde ha insinuado enérgicamente que el BCE está listo para aumentar el tamaño del programa de compras de activos PEPP (Pandemic Emergency Purchase Programme) de 750.000 millones y su duración.
Tal flexibilidad -que esperamos aumente al menos hasta el billón de euros para junio- hace que sea una herramienta poderosa para evitar la fragmentación y el endurecimiento de las condiciones financieras. Al respecto el fallo del tribunal constitucional alemán puede afectar marginalmente a los esfuerzos del BCE y aumentar la presión para que los líderes de la UE acometan una actuación conjunta.
El caso es que la necesidad de respuesta financiera mutua sería cada vez más urgente si a pesar de la compra de bonos del BCE los diferenciales de rentabilidad a vencimiento de la deuda de los estados de la UE se ampliaran. Más aún, la supervivencia de la euro zona sería una cuestión de voluntad política.
Efectivamente, falta una fuerte respuesta de la UE.
Lo anunciado hasta ahora no ha ido suficientemente lejos. Se trata de un paquete de 540.000 millones, acordado por el Eurogrupo de ministros de finanzas, que incluye una línea de crédito de 240.000 millones del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE); un instrumento de 100.000 millones en préstamos y un fondo de garantía paneuropeo de 25.000 millones del Banco Europeo de Inversiones para respaldar 200.000 millones de euros de financiación a empresas, con especial atención a las pymes.
Pero no se han definido los elementos clave de un posible 'fondo de recuperación', ni su tamaño, forma de garantías o préstamos y vencimientos. La Comisión tendrá que aclarar si se vincula a la ampliación del próximo presupuesto plurianual de la UE y los líderes deben ponerse de acuerdo. Sigue habiendo gran distancia, con los liderados por los Países Bajos fuertemente opuestos a las transferencias netas y reacios a aumentar el presupuesto de la UE.
El caso es que compartir la carga de medidas contra el shock causado por el coronavirus es precisamente lo que se necesita. Aunque en diferentes grados, ha afectado a todos los países europeos más o menos al mismo tiempo y hay riesgo de que la recuperación sea asimétrica, con gran divergencia entre países, lo que podría representar una amenaza para la euro zona.
Nadia Gharbi es economista de Pictet WM