MURCIA (EFE). Cerca del 50% del tiempo de trabajo podría encajar en lo que entendemos por teletrabajo dentro de una década en España, pero no tanto porque la mitad de los profesionales vaya a estar empleado a distancia y sin horarios, sino porque un alto porcentaje trabajará en régimen mixto entre presencial y telemático.
Así lo estiman varios expertos consultados por EFE, como Víctor Almonacid, secretario de la Administración Local y experto en derecho digital, y Emilio Soro, sociólogo y profesor de Comunicación en la Universidad Jaume I de Castellón, que lleva investigando este tema desde mediados de los años 90.
"En una década podría emplearse incluso más del 50% del tiempo de trabajo en esta modalidad, aunque dependerá del tipo de trabajo. Los hay que pueden deslocalizarse al 90%, aunque siempre hay una parte que es conveniente gestionar de modo presencial, sobre todo la que está más vinculada a la posición del empleado respecto a sus superiores en la organización. Otros trabajos no se pueden hacer a distancia, claro", explica Soro.
Almonacid también se atreve a apostar por una cifra aproximada del 50% en una década, aunque reconoce que intervendrán muchas variables.
El profesor Nick van Dam, director del IE Center for Corporate Learning Innovation de la Universidad del Instituto de Empresa, también estima que intervendrán muchas variables, pero señala que “un alto porcentaje experimentará el trabajo a distancia en la próxima década”, en un régimen que podría ser, por ejemplo, de uno a tres días por semana.
La cifra encaja con un reciente estudio del Banco de España, que señala que, a día de hoy, más del 30 % del empleo podría ser teletrabajo.
En la misma línea, José María Peiró, catedrático de Psicología del Trabajo de la Universidad de Valencia, investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y miembro de la Academia de Psicología de España, considera que “puede decirse en términos generales que un alto porcentaje de profesionales trabajará, un alto porcentaje del tiempo, a distancia. Es decir, en situaciones mixtas”.
Peiró, coautor junto al economista Ángel Soler del informe “El impulso al teletrabajo durante la covid-19 y los retos que plantea”, publicado por el IVIE en mayo, señala en ese documento que la llegada de la covid–19 ha obligado a intensificar el teletrabajo incluso por encima de lo que teóricamente era soportable por las empresas.
En 2019 el INE identificaba una moderada tendencia al alza de las personas que trabajaban desde casa, que situaba en el 4,8 %, por debajo de la media europea. El pasado mes de mayo, el Banco de España constataba que un 80 % de las empresas había aumentado el teletrabajo.
“Esto no es una tendencia nueva”, explica Nick van Dam. “Desde la llegada de internet, muchas compañías empezaron a permitir teletrabajar a sus trabajadores. La covid-19 y el actual y futuro proceso de digitalización de los negocios simplemente han acelerado esta tendencia”. Todos coinciden con su idea, especialmente Peiró, que califica lo sucedido con el coronavirus y el teletrabajo de “experimento social impresionante”.
“Las bases para que crezca esta modalidad de empleo existen en nuestro país”, añade Peiró: según el Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones, España ocupa el puesto undécimo de los 28 Estados miembros en servicios públicos digitales; en capital humano; en uso de servicios de internet; conectividad; integración de la tecnología digital. Tecnológicamente no estamos mal en equipamiento y en digitalización, afirma.
Por eso, la explicación de que estemos, sin embargo, por detrás de la media europea obedece más a razones culturales que de otro tipo, coinciden todos. Y eso que, según reconocen, varios estudios han demostrado que el teletrabajo aumenta la productividad.
Almonacid señala que la tendencia debería apoyarse en la implantación de una deseable Administración electrónica y explica que el teletrabajo puede tener ventajas globales como la reducción de los desplazamientos, que mitigaría el cambio climático. Por otra parte, el teletrabajo también plantea problemas, señala Almonacid, como es el derecho a la desconexión.
Soro señala como ventajas del teletrabajo el ahorro en costes estructurales o la capacidad de conciliar para el trabajador, la descongestión de las ciudades y un menor impacto ambiental.
Son ventajas que también señala Nick van Dam, quien apunta como problemas el exceso de esfuerzo, el no saber desconectar por parte del trabajador, así como perder cierta “comunicación informal” que existe en la oficina.
Algunos de esos problemas obedecen a que en la implantación actual del teletrabajo en España “hay coletazos propios de una situación de emergencia”, reconoce Soro, partidario de acuerdos entre la empresa y el trabajador en materia, sobre todo, de horarios. La clave, señala, “es llegar a compromisos, entre trabajadores y empresarios o clientes, en materia de objetivos. Con urgencia no se hacen bien las cosas, pero se puede solventar”, añade.
La solución de, al menos, algunos de estos problemas, debería llegar de la mano de las leyes. Este martes, el Consejo de Ministros ha aprobado el real decreto ley que regula por primera vez el trabajo a distancia en España, que tendrá carácter voluntario y reversible y conllevará que la empresa compense una serie de gastos.
Entre tanto, tanto a nivel autonómico como estatal se diseñan estrategias y normas para adaptar al teletrabajo al personal funcionario.