MURCIA (VP). La pandemia de la covid-19 está teniendo graves consecuencias en la economía en España en términos de producción y empleo. Según datos del INE, la difícil situación económica ha supuesto una pérdida de empleo del 18,5% en el segundo trimestre de 2020 (comparado con el segundo trimestre de 2019) y del 5,7% en el tercer trimestre de 2020 (en comparación al tercer trimestre de 2019). Esta caída no se ha comportado de igual forma entre hombres y mujeres, según se desprende de los datos por género.
La anterior crisis económica redujo las diferencias de género en la tasa de paro (hasta alcanzar cerca del 27% al inicio de 2013). La recuperación que siguió a esa crisis disminuyó la tasa de paro, pero no de igual forma separando por sexos (dejando la tasa de paro de las mujeres por encima de la tasa de los hombres), lo que se manifiesta como un aumento en las diferencias por género. Tras el primer impacto de la covid-19, los datos muestran una ligera tendencia creciente en la diferencia de género de la tasa de paro.
Al tomar como referencia los datos de empleo se comprueba que, hasta antes de la llegada de la pandemia, el crecimiento del empleo ha sido ligeramente más favorable en hombres que en las mujeres. “La COVID-19 ha generado un descenso muy brusco del número de ocupados durante el primer semestre de 2020, más fuerte en las mujeres que en los hombres”, ha explicado Alfonso Arellano, autor del estudio. El economista de BBVA Research ha expuesto cómo “la recuperación del empleo vivida del segundo al tercer trimestre de 2020 ha sido algo mayor en hombres que en mujeres”, ampliando la brecha de género.
El impacto de la pandemia en el empleo es muy diferente por sectores económicos. La anterior crisis económica (centrada en sectores como la construcción) redujo las diferencias en la tasa de paro por género. Sectores como las actividades financieras y seguros o las Administraciones Públicas aguantan mejor el impacto en el empleo frente a actividades artísticas y otros servicios, el comercio, el transporte y la hostelería.
“Más del 50% del empleo de las mujeres se concentra en cuatro sectores: comercio, hostelería, educación y servicios sanitarios y sociales, sectores directamente implicados en el impacto de la pandemia”, afirma Arellano. Y aunque por el momento la covid-19 mantiene la representatividad de hombres y mujeres en los sectores en su conjunto, sí se observa un efecto composición en las mujeres ocupadas, que reducen su peso en la hostelería frente a una subida en las actividades sanitarias y de servicios sociales. Son precisamente los sectores con peor comportamiento en términos de empleo los que más han aumentado la representatividad de las mujeres (salvo en el caso de la hostelería).
En este sentido, la educación tiene un gran impacto sobre las oportunidades de encontrar y mantener el empleo, y las diferencias de representatividad entre población y ocupación se reducen con la educación. La educación tiene mayor importancia en las mujeres, pues comparando las diferencias de género en la tasa de paro, estas se reducen con el nivel de educación. “Esto nos indica que la educación se convierte en un elemento diferenciador para los trabajadores, muy especialmente para las mujeres”, asegura el economista. Mientras que la brecha de género en el grupo de analfabetos es de 19,55 puntos porcentuales, esta se reduce hasta 1,2 puntos porcentuales para la educación superior.
Poniendo el foco en el conjunto de sectores intensivamente digitales, la mujer se encuentra menos representada en media en la economía digital que en el total de España (42,7% frente a 46,3%), con un elevado nivel de heterogeneidad entre actividades. El comportamiento de la economía digital durante la covid-19 es ligeramente mejor que la media de España, sobre todo en las actividades vinculadas a los servicios y con datos previos a la pandemia (INE, 2019), estos sectores representaban más de un 17% del valor añadido bruto de España, y cerca del 17% del empleo total.
Por lo general, este tipo de sectores tiene además mayor peso de contratos indefinidos y las trabajadoras asalariadas con educación superior también tienen mayor probabilidad de tener un contrato indefinido en estos sectores. El interés por aumentar la presencia de la mujer en áreas de conocimiento donde tradicionalmente el hombre predomina (como las denominadas STEM) resultará más sostenible en la medida en que dicho interés encaje con las necesidades que las empresas manifiestan.
Además de la formación, el estudio destaca la posibilidad de mejorar la diversidad de género en el mercado laboral más allá del conocimiento. Estas necesidades formativas constituyen un elemento más dentro de los requerimientos de las empresas en la oferta de trabajo, pero no las únicas. Otras necesidades que cada vez cobran más peso incluyen factores como el desarrollo de las capacidades, las habilidades o las formas de trabajo, las denominadas ‘soft skills’.
Según los datos de la OCDE, mientras en el conjunto de España las empresas demandan por intensidad una gama mixta de factores entre estas cuatro áreas (formación, habilidades, capacidades y formas de trabajar), en el caso de las empresas de la economía digital, se produce un claro predominio de las formas de trabajar, a excepción de las actividades administrativas y de servicios de apoyo, donde predomina más la necesidad de factores relacionados con el conocimiento. Dentro de las características más demandadas dentro de las formas de trabajar aparecen la concienciación, la orientación al logro, la adaptabilidad y la independencia.
Por todo ello, el informe concluye que un mayor nivel de formación permite generar resiliencia y mejorar la situación laboral de la persona, incluso durante la pandemia. Una conclusión más relevante en el caso de las mujeres a la hora de reducir las diferencias de género en el empleo. La mejora de otros factores relacionados con la educación, como las habilidades, capacidades y formas de trabajar puede constituir una herramienta potente ante el impacto laboral de la covid-19.