MURCIA. Antonio Moreno Llamas, Jesús García Mayor y Ernesto De la Cruz Sánchez, investigadores de la Universidad de Murcia (UMU), han estudiado los efectos colaterales del proceso de digitalización que está sufriendo nuestra sociedad. Su trabajo ha sido publicado por la revista Technology in Society.
El desarrollo tecnológico, explican los investigadores, ha supuesto mejoras y avances en áreas tan importantes como la medicina, pero, también nos advierten, tiene un coste en términos de salud para la población.
De esta forma, según los resultados de Moreno, García Mayor y De la Cruz, por cada décima de avance en el índice que mide el desarrollo tecnológico de los países de la Unión Europea (UE), sus ciudadanos suman 12,76.
Moreno, García Mayor y De la Cruz destacan que en la actualidad tenemos muchas tareas a “solo un clic de distancia”, algo que ha reducido lo que se conoce como “actividad física ligera”. Hemos perdido, ejemplifican, los desplazamientos que antes incluíamos en tareas cotidianas como hacer la compra o ir al banco a realizar cualquier tipo de transacción.
"La práctica de actividad física o deporte algunas veces a la semana, de forma puntual, puede no ser suficiente para prevenir a largo plazo la aparición de algunos problemas de salud. Hay que moverse todos los días, de forma frecuente, desplazarse de forma activa y pasar poco tiempo sentados para mantener la funcionalidad”, aconsejan los investigadores, que también resaltan la importancia de seguir una dieta saludable que nos permita mantener el “equilibrio entre ingesta de alimentos y gasto”.
El estudio ha contado con una muestra de más de 28.000 personas, representativas de los 28 países miembros de la Unión Europea (UE). Los resultados del mismo apuntan a una relación directamente proporcional entre la digitalización del país y las horas que su población pasa sentada.
En cuanto a conductas sedentarias destacan los países del norte y, de entre ellos, Holanda, cuyos habitantes pasan 6,5 horas diarias sentados. España obtiene el dato de 4,4 horas de inactividad diarias, situándose por debajo de la media europea, que se mantiene en 5 horas sedentarias cada día.
La UE, nos explica De la Cruz, profesor titular de la Facultad de Ciencias del Deporte de la UMU, mide el desarrollo tecnológico según el Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI), que se basa en cinco indicadores: conectividad, capital humano, uso de Internet, integración de la tecnología digital y servicios públicos digitales. De esta forma, se da a cada país un valor entre 0 y 1, siendo 1 el máximo nivel de desarrollo y 0 el mínimo.
A la cabeza de la UE en cuanto a desarrollo según el DESI se encuentra Dinamarca (0,71 puntos), mientras que en el último lugar está Rumanía (0,33). En este índice, España se encuentra justo en el nivel medio (0,54 puntos).
La relación entre los parámetros de desarrollo tecnológico y digitalización, según el trabajo de Moreno, García Mayor y De la Cruz, es que, para cualquier país de la UE, avanzar una décima en el índice del DESI supone aumentar el sedentarismo de su población en 12,76 minutos diarios, algo que puede ser acarrear el aumento de problemas de salud como un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
En este escenario, Moreno, García Mayor y De la Cruz, destacan la importancia de mantener un estilo de vida activo y recuperar la movilidad en nuestras tareas cotidianas: “Uno puede practicar un deporte a la semana, algo que por supuesto es muy saludable, pero la actividad de intensidad moderada y frecuente también es necesaria”, señalan.
“La digitalización es un proceso irreversible y de rápida evolución”, indican los autores, “pero sí es posible limitar el impacto colateral de la digitalización sobre nuestra salud”.
Los desplazamientos activos son una buena forma de fomentar un estilo de vida más saludable, proponen Moreno, García Mayor y De la Cruz, que también apuestan por el aumento de las zonas verdes o incluso por un uso más activo de la propia tecnología en las actividades de ocio, como el que nos ofertan los videojuegos que precisan actividad o exergames, o el uso cada vez más frecuente de pulseras y relojes inteligentes que controlen nuestro gasto energético.
Por último, los investigadores destacan que la responsabilidad también debe estar a la hora de legislar: “Es necesario que las instituciones y gobiernos replanteen este avance teniendo en cuenta criterios de salud y sostenibilidad”.