De los productores de vencerás pero no convencerás, ahora se presenta, retirarse no es rendirse aunque te masacren, eso sí todo ante los ojos atónitos de una perpleja audiencia
Las televisiones y redes sociales están retransmitiendo escenas que a los conformadores de opinión pública les está costando mucho explicar. Cuando se intenta convencer al público que “una retirada a tiempo es una victoria” como dijo Napoleón Bonaparte, y enciendes el monitor del ordenador o la pantalla de la televisión o móvil, viendo explosiones que provocan una masacre de más de un centenar de muertos (que da igual a priori de que país sean, porque todos son hijos De Dios, y tienen madre y padre), esos opinadores y los responsables públicos deben dar el doble salto mortal-mental sin red para explicar lo contrario de lo que se quería contar en un instante anterior.
Habrán visto que he puesto “a priori” a la hora de no clasificar las bajas de los atentados (en forma de ataque complejo) en el aeropuerto de Kabul y en el Hotel Baron (en torno a una docena de norteamericanos y alrededor de un centenar de afganos), porque a nivel geopolítico, si que tiene mucha relevancia la bandera que lleven esos féretros. Porque ahora, sobre todo en los países occidentales, los líderes de los países a los que pertenecen los muertos deben explicar a sus hijos, cónyuges, padres, hermanos, tíos, abuelos, amigos, y un largo etcétera, el porqué de esa pérdida. Y sobre todo de las decisiones tomadas, pues éstas han provocado que el evidente riesgo de una acción tan complicada como es una retirada, se haya tornado en casi una espantada.
Por eso son esas desaforadas y casi vengativas palabras del presidente USA Joe Biden, de "no perdonaremos, no olvidaremos, os vamos a cazar y os lo haremos pagar", dirigidas a los terroristas Islámicos del ISIS-K, que parece que respondan a ese dicho de, dime de que alardeas y te diré de lo que careces. Desde luego si ese exabrupto lo llega a soltar el presidente Donald J. Trump, la prensa mundial de los mass media lo hubieran calificado de matón y fascista como mínimo, pero ya saben cómo funciona la ley del embudo, traducido por Ramón de Campoamor en su famosa cuarteta por, “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.
Ya verán ustedes como la administración Biden debe de estar preparando sorpresivas y contundentes acciones militares, en algún remoto lugar del planeta para quitar los focos mediáticos del país asiático, y por supuesto para compensar esa imagen de debilidad y de derrota que se ha trasladado a la opinión pública con lo ocurrido en Afganistán, sobre todo después de las metidas de pata de Biden, como cuando decía a principios de julio que confiaba en los “300.000 soldados afganos bien equipados, tan buenos como cualquier ejército del mundo y su Fuerza Aérea", o cuando su administración filtraba unos informes de inteligencia, hace escasamente dos semanas, en los que se afirmaba que los talibanes aún tardarían en llegar a Kabul unos 30 días, y en poder tomarla unos 90 días.
Y el conflicto continuará y continuará en Afganistán, como ya les adelanté en el último artículo. Porque el lugar da para ello, dado que en la cultura de aquel país, sobre todo lo saben bien los que la conocen y han vivido allí, uno de sus principales elementos es la violencia, e incluso es una forma más de comunicación para la multitud de clanes, tribus, razas y credos allí existentes, que no aceptarán, por otra parte, a los nuevos tiranos instalados en Kabul. De hecho ya ha surgido un líder de etnia tayika (dato muy importante) Ahmad Massoud, hijo del célebre León de Panjshir y comandante muyahidín Ahmad Shah Massoud (asesinado dos días antes del 11S por Al Qaeda), instalado en un angosto y fácilmente defendible valle a poco más de 150 kilómetros de la capital. Además están los actores foráneos con intereses espurios allí congregados que son legión, desde potencias estatales como China y Rusia, a organizaciones terroristas como el Estado Islámico de Jorasán, Al Qaeda (o lo que quede de ella allí), el grupo Haqqani y un largo etcétera, que se lo pondrán difícil a los talibanes del Emirato Islámico de Afganistán, por sus múltiples y diferentes exigencias.
Porque si es importante vencer en la Guerra, aunque en ella se muera como recitó hace siglos Horacio Cocles defendiendo el puente Sublicio sobre el río Tiber, cerca de Roma así, “¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?”, aún más importante (o igual al menos) es triunfar en la Paz, y eso creo que no lo van a conseguir del todo los talibanes, aunque tengan todo el apoyo de la República Popular China de Xi Jinping, y parte (porqué no reconocerlo) de la población autóctona sobre todo pastún, pero eso ya es otra historia, para otro artículo.