¿Pudo originarse la pandemia de covid-19 en el Instituto de Virología de Wuhan? Para tratar de responder a esta cuestión conviene buscar qué evidencias se conocen sobre el origen de la enfermedad
MURCIA. El próximo martes, si nada cambia, la declaración conjunta de la cumbre bilateral entre EEUU y la Unión Europea incluirá una petición para llevar a cabo a una investigación más profunda sobre el origen de la covid-19. Y no es solo una cuestión política: a principios de mayo 19 científicos firmaron una carta en Science en la que se decía exactamente lo mismo ya que, decían, “siguen siendo posibles tanto la teoría de un escape accidental de un laboratorio como la de un salto natural desde los animales”. Lo que hace unas semanas era conspiranoia (Facebook borraba los post que apuntaran en esa línea) es ahora el discurso dominante. ¿Qué ha pasado? Aquí va una pequeña guía para aclararse en la polémica.
1.- «Creado» y «escapado» no es lo mismo. Es necesario distinguir dos preguntas relacionadas, pero claramente diferenciadas: cuál es el origen del virus y cuál fue la causa del primer brote. El matiz es importante porque el virus podría tener un origen completamente natural y, aun así, podría haberse escapado del Instituto de Virología de de Wuhan causando el primer brote.
Por otro lado, si el virus fuese el resultado de una creación artificial, ésta podría ser una construcción realizada mediante ingeniería genética o el resultado de un estudio de evolución forzada. Pero, casi nadie defiende que el SARS-CoV-2 se crease utilizando ingeniería genética porque estas manipulaciones suelen dejar vestigios identificables en la secuencia del genoma del virus y, en este caso, no se observan.
A pesar del reciente revuelo causado por la filtración de algunos informes de las agencias de inteligencia estadounidenses, lo cierto es que no se han hecho públicas nuevas evidencias relativas al origen de la covid-19. Partiendo de que tenga un origen natural, la hipótesis más discutida últimamente es la del escape accidental de un virus recogido en algún estudio de vigilancia epidemiológica en humanos o en algún animal doméstico o salvaje.
2.- Porqué si lo dice Trump es conspiranoia y si lo dice Biden no. Los objetivos de Trump parecían ser mostrarse fuerte frente a China y disimular sus errores en la gestión de la crisis. Por otro lado, la ocultación de datos por parte de las autoridades chinas comenzó pronto (recordemos que llegaron a sancionar al médico Li Wenliang por denunciar que había un brote de una enfermedad desconocida). Todavía cabía la esperanza de que la misión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) arrojara algo de luz, pero no ha sido así. Trump acusó a China, pero se apoyó en testimonios, como el de la viróloga china Li-Meng Yan, que resultaron ser falsos. Cuando Iker Jiménez la entrevistó con su habitual cara de ¡Caramba! mintió al asegurar que era un arma biológica, diseñada en un laboratorio.
3.- Los primeros brotes. El 24 de enero de 2020 The Lancet publicó un artículo describiendo los primeros 41 casos de hospitalizados en Wuhan. El primer paciente estudiado comenzó a tener síntomas el día 1 de diciembre de 2019 y no tenía ninguna relación epidemiológica con el resto de casos. Además, se informó de que 27 de esos 41 pacientes estaban relacionados con el mercado de Huanan en Wuhan. Por otro lado, el South China Morning Post escribió sobre un supuesto caso anterior, el 17 de noviembre, pero este enfermo no ha sido confirmado por las autoridades. Poco más sabemos con certeza, pero parece que el virus debía de estar circulando por Wuhan, como poco, desde mediados de noviembre.
4. Los mineros y la RaTG13/RaBtCoV-4991. El 3 de febrero de 2020 Nature publicó la secuencia del SARS-CoV-2. Para tratar de localizar el origen de la enfermedad su secuencia se comparó con la de otros virus y la más similar resultó ser una proveniente de un murciélago, la denominada RaTG13. La investigadora experta en coronavirus que dirigió la investigación, Shi Zhengli, admitió posteriormente que RaTG13 era, en realidad, una secuencia idéntica a otra denominada RaBtCoV/4991 que provenía de una mina en la que, en 2012, varios mineros habían enfermado, y alguno muerto, tras manipular heces de murciélago.
Este cambio de nombres de la secuencia ha llevado a especular con que Shi Zhengli estuviese tratando de ocultar el vínculo entre la enfermedad respiratoria que mató a los mineros y la covid-19. Pero esta es una alegación extraña ya que la secuencia RaBtCoV-4991 es pública desde 2016 y cualquiera puede encontrarla en la base de datos de referencia mundial en menos de cinco minutos.
Además, el genoma del RaTG13 tiene un parecido del 96.1% con el SARS-CoV-2. Es decir, es una secuencia demasiado alejada para que pueda haber sido el origen directo del virus humano, un virus que cambia muy lentamente. Se necesitarían años de mutación y selección continuada para convertir el RaTG13 en el SARS-CoV-2. Entre los coronavirus conocidos hay cientos de muestras con parecidos de ese nivel, así que esta es una similitud poco relevante.
Lo realmente llamativo de las investigaciones de Zhengli de 2016 es que RatG13/RaBtCov-4991 no estaba solo: los murciélagos de esa región están plagados de distintos tipos de virus, entre ellos coronavirus, y muchos de ellos podrían ser potencialmente peligrosos. Ese, de hecho, fue el objetivo de su trabajo: monitorizar la carga vírica de los quirópteros por si alguno de sus virus pudiese llegar a ser potencialmente peligroso. Este tipo de estudios son comunes y necesarios, y se pueden encontrar otros ejemplos publicados anteriormente.
El incidente de la mina fue estudiado también por un grupo de investigadores chinos, que publicaron sus resultados en la revista del CDC estadounidense en 2015. En ese estudio se especulaba con que la causa de la muerte de los mineros hubiese sido un henipavirus que encontraron en un grupo de ratas que habitaban la mina. Esta familia de virus es responsable de varias enfermedades neurológicas y respiratorias en caballos y cerdos y ha causado brotes de encefalitis y problemas respiratorios en humanos. En realidad, hay tantos virus en los animales de esas minas que, a pesar de las investigaciones realizadas, es difícil saber de qué murieron los desafortunados mineros. Pero lo que sí sabemos es que ninguno de los virus conocidos puede haber sido el origen directo del SARS-CoV-2 y que, mientras no haya otras evidencias, discutir sobre la secuencia RatG13/RaBtCov-4991 se convierte en un juego de espejos en el que podemos acabar encerrados, pero que no nos lleva a ninguna parte.
5. ¿Enfermaron tres investigadores del instituto de Wuhan en noviembre de 2019? Un informe de los servicios de inteligencia de Estados Unidos recién publicado afirma que tres investigadores del Instituto de Virología de Wuhan enfermaron en noviembre de 2019. Evidentemente, esta podría ser una pista relevante, pero antes de aceptarla como tal habría que comprobar varios detalles. En primer lugar: que tres trabajadores de cualquier institución enfermen no es infrecuente, habría que tratar de comprobar, mediante las historias clínicas o accediendo a las muestras obtenidas en el momento, si realmente enfermaron de covid-19 o de cualquier otra enfermedad. Por otro lado, hay que recordar que se sospecha que podría haber habido contagio comunitario de SARS-CoV-2 en Wuhan en noviembre de 2019 por lo que ese brote, de existir, podría haberse originado fuera del Instituto. Por último, a la hora de evaluar las informaciones relativas a memorandos filtrados, merece la pena recordar que hace años, los servicios de inteligencia estadounidenses, informaron de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak o que aún estamos esperando a que se aclare cómo una esporas de antrax salieron de Fort Detrick tras el 11S y contagiaron a 22 personas (causando cinco muertes).
6. ¿Se escapó el SARS-CoV-2 de un laboratorio? Cuando tenemos un par de hipótesis conviene plantearse qué esperaríamos ver en un mundo en el que cada una de ellas fuese cierta. Si el virus se hubiese escapado de un laboratorio esperaríamos que el contagio hubiese comenzado con personal del laboratorio y que el laboratorio, o bien declarase el problema o que bien tratase de ocultarlo destruyendo pruebas. Por el contrario, si el primer brote fuese comunitario, seguramente se localizaría en la región en la que hay contacto entre los animales que portan el virus original y las personas. Este sería el caso del mercado de Wuhan en el que se encuentran numerosos tipos de animales en contacto estrecho con seres humanos.
En el pasado los saltos de virus desde animales a humanos han causado numerosas epidemias, pero ninguna ha partido de laboratorio alguno. Por ejemplo: SARS en 2002, MERS en 2012, HIV, ébola y numerosas gripes. Pero sí ha habido accidentes en laboratorios, por ejemplo, en 2004, en un laboratorio en Pekín, dos investigadores se contagiaron con el virus que causa SARS e infectaron a otras siete personas antes de que el brote se controlase.
La realidad es que no tenemos evidencias públicas y claras de que el primer brote comenzase con personal del laboratorio de Wuhan y tampoco sabemos qué animal pudo albergar al virus antes de su salto a los seres humanos. Por lo tanto, dadas las pruebas, la única conclusión razonable es admitir que todavía no sabemos cuál fue el origen de la pandemia que ha asolado el mundo. Sería un error satisfacer nuestro desconocimiento con una especulación prematura puesto que esto nos impediría seguir cuestionando qué sucedió.
Que hasta el momento no hayamos podido determinar la causa del brote inicial no implica que no vayamos a ser capaces de hacerlo. Conocer el origen sería importante de cara a tratar de evitar situaciones similares futuras. Aunque también merece la pena recordar que estas investigaciones pueden ser largas, no es fácil buscar la aguja, el virus, en el pajar, todos los animales que viven en la región del primer brote: se tardó 14 años en determinar el origen de la epidemia del SARS y del ébola todavía no se conoce el origen. Y, por supuesto, la investigación sería mucho más sencilla si se facilitase el acceso a las muestras y a los registros relevantes. La OMS lo intentó a principios de 2021, pero su propio director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, reconoció que la expedición que habían organizado a Wuhan no fue suficiente.
Estas pesquisas son importantes, pero no han de hacernos olvidar lo fundamental, por desgracia, la posibilidad de una pandemia es real. Además, esta vez hemos tenido una relativa suerte, por desgracia, han muerto muchas personas, pero hay virus mucho más mortíferos. Además, el personal médico ha sido capaz de organizar rápidamente, y en una situación muy complicada, cuidados para los enfermos, y las infraestructuras científicas han logrado desarrollar y fabricar vacunas muy efectivas en un tiempo récord. Y, ni aun así, hemos conseguido evitar un desastre que todavía está asolando a la Humanidad. Haríamos bien en reflexionar sobre qué ha funcionado y qué no en esta pandemia para evitar futuros desastres.
8. Conclusión. Aunque la hipótesis de que la pandemia pudo originarse en el laboratorio de Virología de Wuhan no es descabellada, tampoco existe ninguna evidencia de que eso sea así y sigue siendo la menos probable. La explicación más sencilla es que un murciélago de herradura infectase a un animal intermedio, que allí evolucionase durante años y que este terminase contagiando a animales de granja. Eso explicaría la aparición de la covid-19 de manera casi simultánea en varios mercados.
A nivel geopolítico, otro de los campos de batalla, la situación para China es muy incómoda. Es indiscutible que el virus nació allí y si Beijing no es transparente a la hora de ofrecer una explicación su credibilidad quedará dañada.
* José Blanca es profesor de Genética en la Universidad Politécnica de València