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tribuna libre / OPINIÓN

Calviño y el Eurogrupo

30/06/2020 - 

El Gobierno de España ha decidido finalmente proponer a Nadia Calviño, vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, como candidata a presidir el Eurogrupo. El actual Presidente del Eurogrupo, el ministro de Finanzas portugués, Mário Centeno, ha presentado su dimisión como ministro del Gobierno portugués y, por tanto, también como presidente del Eurogrupo. Renuncia que será efectiva a partir del próximo 13 de julio. La elección de su sustituto tendrá lugar el 9 de julio. El Gobierno de España tiene aún unos pocos días para buscar apoyos entre los demás gobiernos europeos de la Eurozona y, además, el nombre de Calviño lleva ya flotando en el ambiente desde que Centeno anunció su dimisión como ministro (posiblemente para presidir el Banco de Portugal).

Nadia Calviño no lo tendrá fácil, primero por el buen hacer de su predecesor y, segundo, por las condiciones que determinan esta elección, tanto de tipo político, como de tipo geográfico. Centeno fue un magnífico ministro de Finanzas de su país: en los últimos cuatro años logró no sólo bajar la deuda pública de su país en más de 14 puntos, sino que logró también pasar de un elevado déficit público a una situación de superávit del 0,2%, poco antes de la explosión de la pandemia del Covid-19. Y fue también un magnífico presidente del Eurogrupo, por su capacidad dialogante y por su capacidad de hacer propuestas innovadoras, abandonando la insufrible arrogancia con la que había presidido el Eurogrupo su predecesor, el holandés Jeroen Dijsselbloem. A él se debe, en realidad, la aprobación del plan de ayuda económica para superar los efectos inmediatos de la pandemia y el diseño básico del plan para la recuperación económica que ahora está en cuestión, si bien la propuesta que hizo posteriormente la Comisión Europea supera con mucho esas cifras básicas. El Consejo Europeo del 26 de marzo había pedido al Eurogrupo que presentase un plan para la recuperación de la pandemia. El Eurogrupo comenzó sus trabajos el 7 de abril, pero se atascó en el primer intento de acuerdo. Tras tres días de discusiones por videoconferencia, el día 9 llegaron finalmente a un acuerdo, y fue precisamente gracias al buen hacer y la mediación conciliadora de Centeno.

La verdad sea dicha, la señora Calviño no carece en absoluto de cualificaciones; es, quizá, el miembro de mayor cualificación profesional que el actual Gobierno de España tiene en sus filas. Y no me refiero a sus titulaciones académicas o rango administrativo –es Economista del Estado–, sino a su experiencia profesional en el ámbito en el que trabaja: las finanzas públicas y la Unión Europea. Así, la señora Calviño ha ocupado diversos puestos relevantes en el ámbito de la competencia y el mercado interior, y en el ámbito de las finanzas de la Comisión Europea, en la que entró en 2006. Es en este terreno en donde llegó al escalón funcionarial más alto dentro de la Comisión, al ser nombrada directora general de Presupuestos bajo la Comisión Juncker, en 2014. Un puesto que en España sería el equivalente al de Subsecretario o, quizá, Secretario de Estado; es decir, el que viene después del Ministro. En su caso, venía después del comisario de Programación Financiera y Presupuestos, el alemán Günther Oettinger, del que fue su mano derecha. Y no podía ser de otra manera, dado que el señor Oettinger llegó a ese puesto en 2017, cuando la señora Calviño ya llevaba tres años como directora general de Presupuestos. Como quien dice, ella era la fija, que dominaba la cocina de la casa, y él el eventual, el recién llegado.

Pero, tengo la sensación de que en España se han lanzado ya las campanas al vuelo, quizá antes de tiempo, con ignorancia de las dificultades del proceso de elección, y, desde luego, sin comprender el verdadero significado de cuál sería su papel como presidenta del Eurogrupo, y qué es lo que significa el Eurogrupo en el complejo entramado institucional de la UE.

Mário Centeno, presidente del Eurogrupo. Foto: EUROGRUPO

Comenzando por esto último, el Eurogrupo es el órgano que reúne a los ministros de los Estados miembros que tienen el euro como moneda propia (la Eurozona). Se trata de un órgano calificado de "informal" pero que, sin embargo, tiene una extraordinaria relevancia, dado que se reúne siempre antes de que se reúna el Consejo de la Unión que agrupa a los ministros de economía y finanzas de todos los Estados miembros (el Ecofin) y, claro es, las decisiones que se adoptan en el Eurogrupo son las que finalmente se aprueban por el Ecofin. Además, a sus reuniones asiste el comisario de Asuntos Financieros y puede asistir también un representante del Banco Central Europeo (BCE). Pero, dado que es un órgano "informal" de la UE, no está sujeto a las presidencias rotatorias semestrales del Consejo, sino que elige a su propio presidente/a permanente por períodos de dos años y medio, renovables.

Si Nadia Calviño es finalmente elegida presidenta del Eurogrupo, el próximo 9 de julio, tendrá, pues, un enorme poder –o influencia– en la dirección de la economía y las finanzas de la UE, pero no en el sentido que algunos creen o esperan en España. Es decir, Calviño no va a poder ejercer su poder o influencia para defender los intereses económicos o financieros de España, ni siquiera de los países del sur de Europa. Muy al contrario, como suele ocurrir con las otras presidencias de otras instituciones y organismos de la UE, quienes las desempeñan lo han de hacer necesariamente con toda neutralidad, a fin de lograr acuerdos y mantener la cohesión y la eficiencia de esas instituciones. Y, la verdad es que, con harta frecuencia, esos presidentes y presidentas ejercen sus cargos adoptando decisiones que son contrarias a los intereses de sus propios países, precisamente en demostración fehaciente de su imparcialidad y de su búsqueda exclusiva de los intereses generales de la Unión.

Y, en lo que se refiere a las dificultades del proceso de elección, son varias las coordenadas que se manejan siempre en las elecciones de los cargos de carácter presidencial en el ámbito de la UE. Y ello incluye, desde luego, el Estado en cuestión y el número de personas que ya tenga en altos cargos; el área geográfica o veteranía del Estado de procedencia del candidato/a (Estado del Norte, del Sur, del Centro, o del Este de Europa; Estado viejo o Estado ingresado en las últimas olas de adhesión); y, en fin, el color político del candidato/a.

En el caso de la señora Calviño, proviene de un Estado con una representación institucional no muy abundante, pero altamente cualitativa (Borrell es el Alto Representante para para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad; De Guindos es vicepresidente del BCE). Proviene de un Estado del Sur de Europa, en un momento en el que se ha producido una grave escisión entre los Estados del Norte –o, al menos, algunos de ellos– y los Estados del Sur de Europa; y, además, Centeno es ya miembro de un Estado del Sur, Portugal, por lo que se podría aludir la necesidad de nombrar ahora a un candidato del Norte. Y, en fin, la señora Calviño es socialista, como lo era también Centeno y, desde luego, también es socialista el Presidente del Parlamento Europeo. Pero, en la misma línea, se puede aludir que miembros del partido popular europeo son ya también la presidenta de la Comisión Europea y la presidenta y el vicepresidente del BCE. La situación, pues, se encuentra bastante equilibrada. Y aquí es donde yace precisamente la mayor dificultad, dado que la moneda puede caer de cualquier cara.

Paschal Donohoe. Foto: EFE/EPA/Aidan Crawley

Hasta ahora (el plazo se abrió el día 25 de junio), se han presentado tres candidaturas: la de Calviño, la del ministro irlandés de finanzas, Paschal Donohoe, y la del también ministro de finanzas, el luxemburgués Pierre Gramegna. Tanto Donohoe (Fine Gael), como Gramegna (Partido Democrático), representan a la corriente liberal de centro-derecha, con lo que esta corriente tiene más posibilidades de ganar. Por otra parte, si bien Calviño es socialista y también son mayoritariamente socialistas los estados "frugales" del Norte de Europa (Dinamarca tiene un gobierno homogéneo socialista; Suecia tiene un gobierno de coalición socialista-verde; Finlandia tiene un gobierno de coalición socialista-liberal; y Alemania tiene un gobierno de coalición cristiano demócrata-socialista. Sólo los Países Bajos, coalición liberal-cristiano demócrata, y Austria, coalición cristiano demócrata-verdes, tienen gobiernos netamente conservadores), éstos no ven con gran simpatía los posicionamientos del gobierno de coalición de España y, desde luego, no simpatizan en nada con los posicionamientos de uno de sus socios –Podemos– que siempre se distinguió por sus posturas contrarias a las políticas europeas. Esto mina mucho la confianza de los socios europeos en el actual gobierno de España, y, claro es, condicionará mucho las opciones de la señora Calviño.

Y, si echamos un vistazo a la lista de los presidentes del Eurogrupo habidos hasta el presente –Juncker, popular, Dijsselbloem, socialista, y Centeno, socialista– vemos como los dos últimos presidentes han sido socialistas, con lo que los populares podrían exigir una alternancia. Claro que la señora Calviño tiene otra baza a su favor: es mujer, y sería, por tanto, la primera mujer en ocupar ese importante cargo, en un mundo –la gobernanza económica– absolutamente dominado por hombres, en una etapa de reequilibrios en el terreno del género.

Y, en fin, si resaltamos la magnifica trayectoria y experiencia de la señora Calviño en el seno de la Comisión Europea, para algunos eso puede ser precisamente su gran demérito, dado que, con los estereotipos al uso, puede ser acusada de ser la típica "burócrata de Bruselas".

Así pues, aunque vaya contra corriente –y muy sinceramente ¡quisiera estar confundido!–, tal y como yo veo la situación a día de hoy, y sin contar con información alguna a cerca de las gestiones que pueda estar haciendo en este momento el señor Sánchez con sus colegas europeos, y teniendo en cuenta sólo los parámetros objetivos mencionados, creo que el candidato con más posibilidades de obtener el puesto, sería una persona de perfil bajo, proveniente de un Estado pequeño, cercano a los estados del Norte, aunque abierto al Sur, nada conflictivo y caracterizado por sus posicionamientos siempre moderados y conciliadores. Posicionamientos que son imprescindibles en esta etapa tan conflictiva y con exceso de planeamientos sectarios y radicales. Y ese candidato me temo va a ser el irlandés Paschal Donohoe, aunque le falte peso político, pero viene de un gobierno de coalición de centro-derecha.

La señora Calviño, pues, no lo va a tener tan fácil; desde luego, no tan fácil como algunos dicen y otros desearíamos.

Antonio Bar Cendón es catedrático de Derecho Constitucional de la Universitat de València y catedrático Jean Monnet “ad personam”


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