MURCIA (EP) Los españoles generan 442 kilos de residuos por persona al año, lo que supone un 9 por ciento menos que la media de los ciudadanos de la Unión Europea, pero España presenta un 53 por ciento más de presencia de residuos en los vertederos que el resto de los europeos, según un análisis publicado por EAE Business School.
El estudio 'El problema del desperdicio de comida', concluye también que en España solo se recuperan 60 kilos per cápita a través de la incineración, un dato muy inferior (54 por ciento) a la media europea, que valoriza hasta 133 kilos por persona.
El trabajo refleja además que los comercios tradicionales generan un 60 por ciento menos de residuos que los supermercados y que el 66 por ciento de los clientes de restaurantes se lleva las sobras a casa, ya que el 87 por ciento de ellos considera que los desperdicios son "un problema real".
"La mayoría de estos residuos son generados en las etapas de distribución y consumo", apunta el informe. Uno de los coautores del estudio y profesor del EAE Business School Emilio Sánchez de Rojas destaca que el estudio muestra la "necesidad" y el "potencial" de España para seguir reduciendo la cantidad de residuos que produce, sobre todo para mejorar la gestión de las administraciones para asegurar un mayor reciclaje.
"Una de las ventajas del problema del desperdicio de alimentos es
que es relativamente fácil de abordar, puesto que cada uno de nosotros podemos optar por un consumo más responsable, contribuyendo así a la reducción de los Gases de Efecto Invernadero", valora.
Respecto al menor volumen (60%) de residuos de los comercios tradicionales respecto a los supermercados, el trabajo precisa que su tasa de desperdicio --el cociente entre el total de alimentos desechados y el de comprados-- es del 4,7 por ciento, una décima más que hace un año.
Los productos con mayor desperdicio son las frutas (el 30,8%), las verduras y hortalizas (13,5%) y los lácteos (12,6%). Por otro lado, refleja que hay dos tipos de alimentos que suelen terminar en la basura, ya que algunos no cumplen con los estándares de venta, como por ejemplo una zanahoria deforme o una manzana más pequeña de lo normal, y los productos enlatados, cereales, lácteos y perecederos que al alcanzar su fecha de caducidad deben ser desechados.
Elena Bulmer, también coautora del estudio, explica que en los países desarrollados, la mayor parte de la comida se pierde en la última fase de la cadena de suministro. Allí se ha identificado una interrelación supermercado-consumidor final.
Además, añade que un supermercado, con independencia de su tamaño, genera una gran cantidad de residuos, tanto por su tipo de actividad como por la variedad de inventario que mantienen, y la necesidad de evitar el coste de imagen que producen los productos agotados.
De hecho, en un día de trabajo se deben gestionar residuos orgánicos, plástico, cartones, vidrio, latas y bidones. "Los supermercados tienen un gran impacto sobre los desechos de alimentos, debido a los cambios sobre lo que significan las fechas para la seguridad alimentaria, que hace que se deseche una gran cantidad de alimentos comestibles", asegura.
Por otro lado, el estudio refleja también las prácticas comerciales de reducción de desperdicios cercanos a su caducidad, las políticas solidarias de donación a organizaciones benéficas y de personal con donaciones a los propios empleados.
En este sentido, Bulmer considera que las políticas de etiquetado deben revisarse para evitar confusiones y otros costes económicos adicionales. "La concienciación para el consumo racional en los hogares es otro paso esencial para evitar el desecho de alimentos", agrega.
Respecto al reciclado el informe de la EAE Business School subraya que ha aumentado la oferta de productos a granel y destaca que una gestión adecuada de residuos orgánicos podría permitir recuperar el valor añadido de las cantidades restantes de desechos alimentarios.
Otro de los aspectos que refleja el informe son los residuos orgánicos que se generan en la cadena alimentaria y precisa que es en la restauración donde se generan más residuos alimentarios. El 70 por ciento de los restauradores admitió que eran los clientes los que generaban más residuos. A la misma pregunta, el 9 por ciento de los restaurantes entrevistados apuntaron que la mayor parte de sus residuos se generaba en la comida no almacenada y no utilizada, seguido de un 4 por ciento que se pierde en la preparación de la comida.
Entre las iniciativas para aprovechar las sobras, los restauradores explican que permiten a los trabajadores llevarse sobras; utilizarlas para el desayuno, comida o cena de los empleados; llevar las sobras de comida a una residencia de ancianos; preparar pequeños aperitivos/tapas para los clientes a la hora de pedirse una caña o vino y preparar nuevas recetas con la comida sobrante, como podría ser el salmorejo con el pan del día anterior.