RÓTERDAM (EFE). Aunque en una edición atípica por la covid-19, Blas Cantó cumple estos días en Eurovisión 2021 el que llamó el "sueño" de su vida y el próximo sábado representará a España en el mayor escenario del mundo, lo que sorprendentemente no le ha hecho temblar las rodillas.
"Nada de lo vivido aquí estos días ha sido como esperaba. Pensaba que ese escenario, por ejemplo, me iba a imponer más. Es cierto que el corazón me latía muy fuerte, pero me sentía como en casa, como que era algo que tenía pendiente", cuenta justo después de ensayar una vez más su tema, Voy a quedarme, en el espectacular Ahoy Rotterdam.
Afirma que, más allá de los pequeños problemas técnicos que puedan intervenir en la actuación, se siente seguro con el estado de su voz, algo muy importante teniendo en cuenta que empieza y acaba a capella (sin la música como guía, por tanto) y que ha de sostener un complejo agudo como clímax emocional.
"Es un doble reto porque no solo desnudo mi alma por la historia que lleva detrás, sino que también me desnudo como artista. Sería muy fácil llenarlo todo de coros pregrabados, pero los nuestros van en directo e incluso los hemos bajado un poco de volumen. Yo le daría valor, pero es cierto que Eurovisión es mucho más", comenta.
A cuidarse la voz, paradójicamente, ha contribuido que la pandemia se haya llevado por delante casi toda la actividad social que comporta representar a uno de los países a concurso en cualquier otra edición. "Y mentalmente es algo que también me hace estar más tranquilo", añade respecto al aislamiento al que se ven sometidos los participantes estos días en sus hoteles.
El murciano revela durante la entrevista que "hace solo dos semanas" falleció su tío, una muerte que se une a las sufridas en 2020, primero la de su padre y, hacia el final del otoño, la de su abuela, a la que dedica este tema sobre permanecer de espíritu junto a quien ya no está cerca.
De versos como "He bajado el cielo para descubrir / Qué se esconde en tu mirada / Solo a unos centímetros de mí", surgió la idea de representar la historia como un diálogo con la luna, en un ciclo que avanza desde la fase en la que el orbe queda eclipsado hasta que vuelve a resplandecer sobre él.
"Pensaba que el cielo es algo que podía bajar y agarrar en cualquier momento para salvarle la vida (a mi abuela), porque fue un proceso muy traumático, algo que no puedo contar desafortunadamente. Ha sido el peor momento de mi vida, pero de alguna manera veo luz cuando miro esa actuación", dice.
En el camino de Eurovisión, son frecuentes las críticas y Cantó no se libró de ellas, ni con el videoclip ni con esta propuesta escénica.
"Cuando empieza el ruido en internet te das cuenta de cosas que cambiarías, pero si escuchas a todo el mundo pierdes el foco. Es una historia que ya está contada dentro de la canción, una cosa que me pasa a mí. Y yo a mi abuela me la comía a besos", defiende el artista, que señala que él, "a nivel visual", se siente "en el cielo" con su propuesta.
Hubo quien vio un parecido demasiado razonable entre su luna de 6 metros de diámetro y la que utilizaba Ariana Grande en una de sus giras. "No la he visto, pero sí a Celine Dion en Las Vegas, aunque no era una luna física, sino que estaba proyectada en la mayor pantalla de interiores del mundo", alega.
Vestido completamente de negro, su figura recuerda a la de Raphael, quien por cierto también representó dos veces a España en Eurovisión. "Lo pensé cuando me vi con la ropa puesta y me gusta. Yo siempre me visto de negro, pero en Eurovisión me veía con algo más estrafalario. Esto no es lo que esperaba, pero Marvin tenía razón cuando decía que era mejor que el público solo estuviese pendiente de mi voz, de la historia y de la escenografía", conviene.
Las burlas de un programa noruego respecto a su propuesta, especialmente las relativas a cuestiones personales, le hicieron estallar en Twitter. "No puedo reconstruir mi alma viendo cosas como esta. Nadie sabe por lo que estoy pasando ni el esfuerzo que hago incluso para seguir vivo", escribió en lo que parecía una llamada de auxilio.
"No dije ninguna mentira en el tuit", asevera el músico. "Hay quien te dice: 'Es ley de vida'. Yo digo que esto que está pasando no es ley de vida. Está la lucha de quienes están intentando salir, el miedo de que vuelva a pasar...", reflexiona.
Después de dos años de entrega a este proyecto, cabe preguntarle si el sueño dará paso a partir del sábado a una sensación de liberación. "Volveré a mi vida y grabaré muchas cosas que tengo pendientes, porque ha habido meses en que no he podido hacer nada más que Eurovisión", reconoce.
Anticipa a ese respecto que tanto "Voy a quedarme" como Memoria, la otra canción que presentó como alternativa al festival, estarán en su próximo disco de estudio, para el que ya tiene cerca de una decena de cortes y que le gustaría que viese la luz antes de que acabe 2021.
¿Algún último consejo para quien lo releve el próximo año? "Que se prepare psicológicamente, porque esto son las olimpiadas de la música", responde.