MURCIA. Hay un espacio en el que arquitectos, diseñadores, artistas, makers y emprendedores pueden hacer realidad los proyectos más descabellados. En el que sus ideas, por imposibles que parezcan, encuentran las herramientas necesarias para transformarse en objetos tangibles. Se llama LAD, Laboratorio de Artesanía Digital, un taller innovador único en la Región para prototipar y desarrollar iniciativas mediante tecnologías de fabricación digital a medio camino entre la industria moderna y la artesanía tradicional.
“Soy arquitecto y tenía en mente crear un lugar para el acercamiento entre el diseño y la fabricación desde hace tiempo”, explica Francisco José Gómez, impulsor y alma máter de LAD. “Abrí este espacio para que otros profesionales puedan disfrutar de él. Cualquier persona que tenga un proyecto puede venir. Y no importa que sea grande ni pequeño, ni caro ni barato. Siempre vemos la manera de realizarlo”.
LAD, situado en San Pedro del Pinatar, nació como un espacio abierto, colaborativo, que integra todo tipo de técnicas digitales para que cualquier proyecto pueda llevarse a cabo integrando tecnología aditiva, sustractiva, corte láser, termoconformado, fresado de precisión, etc. Todas ellas tecnologías que posibilitan que esos proyectos que parecen imposibles, se conviertan en realidad.
“Fabricar a nivel local es algo complicado”, señala Gómez. “Con las nuevas tecnologías, la fabricación digital es más accesible”. Y cita como modelo a seguir los Fab Lab (laboratorios de fabricación digital) con origen en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). “Allí tienen un programa de doctorado con una asignatura específica para fabricar cualquier cosa de forma digital”. De hecho, LAD es el primer Fab Lab perteneciente a la red del MIT de la Región.
La finalidad en LAD es combinar todas las técnicas para fabricar incluso lo que parece imposible. Y además, son capaces de hacerlo en un tiempo récord. Cuentan con fresadora de gran formato, de precisión, corte láser, impresión 3D y una infraestructura para trabajar a mano de manera artesanal y programas informáticos de diseño para desarrollar los proyectos.
“En el mismo día, hemos diseñado y fabricado una silla íntegramente con tecnología aditiva (impresión 3D), en un periodo de seis horas”, señala. La diferencia con la forma tradicional, apunta, es que la producción industrial “es mucho más rápida, pero necesitas tandas de producción muy grandes. Nosotros estamos fabricando a demanda, en exclusiva y personalizando el diseño al máximo. Es lo más importante, una emancipación a la hora de poder producir”, destaca.
De momento, desarrollan unos 100 proyectos anuales de todo tipo, tanto para empresas como para particulares. La mayoría de los proyectos se enmarcan en el ámbito del diseño y la arquitectura, como lámparas, joyería y mobiliario, entre otros. Pero han tenido encargos tan variados como inesperados, como la réplica de un queso con el mismo peso, tamaño y características que el auténtico para una muestra.
También trabajan mucho con termoplásticos biodegradables realizados a partir de almidón de maíz y material reciclado. Para Gómez, la fabricación digital debe aportar un plus y utilizar materiales con bajo impacto para el medioambiente.
El arquitecto apunta a que en la actualidad se consumen demasiados productos fabricados en la otra parte del mundo. “Son productos baratos, pero ese transporte tiene un coste medioambiental. Si queremos cambiar el modelo económico hacia uno más sostenible, la fabricación debe estar cerca de donde se consume”. Y ahí es donde estos Fab Labs tienen un papel fundamental. “Podemos tener la capacidad de fabricar en cualquier parte”, subraya. En el futuro, asegura, "veremos un adelanto muy importante. La posibilidad de hacer cosas sin barreras y sin límites".