TIEMPOS POSTMODERNOS / OPINIÓN

Alemania y la falta de liderazgo en Europa

La UE se ha quedado atrás, respecto a Estados Unidos y China, en las tecnologías de la era digital

31/03/2021 - 

MURCIA. Mark Twain viajó a Alemania en 1878 al encontrarse en un período de bloqueo creativo. Según parece, su estancia en Heidelberg fue muy provechosa y el río Neckar le inspiró para poder terminar las Aventuras de Huckelberry Finn (un río bastante poético, pues también inspiró a Schiller y Goethe). Twain se sintió a gusto en Alemania, aunque la idea que nos ha llegado hasta hoy esté muy influida por su dificultad para dominar el idioma.

Aunque su idioma lo hablan tan sólo unos 100 millones de personas (comparados con los 500 que tienen como lengua materna el español), Alemania es uno de los países que cuenta con una mejor imagen e influencia en el mundo. El instituto Goethe, fundado en los años 50, difunde su cultura por todo el globo. En la jerga de las relaciones internacionales, su “soft power” (poder blando) la sitúa en tercer lugar, tras Francia y el Reino Unido. España ocupa la posición decimotercera, por detrás de Estados Unidos (5), Japón (8) e Italia (11). Más allá de indicadores, es muy importante la percepción exterior de los países para mantener sus relaciones económicas internacionales estables. Como puede verse en la Imagen 1, en todos los indicadores (nivel de digitalización -11 frente a 13, facilidad para hacer negocios -8 frente a 23, educación y atracción de estudiantes extranjeros -3 frente a 19, estabilidad del gobierno e instituciones-5 frente a 18, calidad del gobierno e instituciones -5 frente a 18) e incluso en cultura (4 frente a 5) Alemania supera a España. Sólo en digitalización España ha mejorado sustancialmente en los últimos años y la inestabilidad política e incapacidad para hacer reformas, especialmente para facilitar la creación de empresas y mejorar el funcionamiento de la economía, están empeorando el prestigio internacional de nuestro país.

A pesar de todo, Alemania se encuentra actualmente en un momento de cambio. A partir de septiembre Angela Merkel dejará de ser canciller y su sucesor, probablemente, jugará un papel distinto, más centrado en asuntos internos que externos. Así lo señala, al menos, un reciente informe de Deutsche Bank Research, que se pregunta por las perspectivas de Alemania en los próximos diez años. Desde el punto de vista de la integración europea, el binomio Francia-Alemania ha resultado crucial en las últimas decisiones sobre la pandemia. El Fondo de Recuperación no habría sido posible sin ese liderazgo blando que Alemania, a veces a su pesar, ejerce. El propio Emmanuel Macron debe optar a la reelección y las presiones populistas en Europa pueden hacer que también en Francia los asuntos internos prevalezcan. En Estados Unidos, aunque Joe Biden ha regresado a la OMS y al Acuerdo de París sobre el Clima, ello no quiere decir que vaya a abandonar las políticas en materia exterior de Donald Trump y, en caso de volver a interesarse por acuerdos internacionales, probablemente los haría con socios del Pacífico y no del Atlántico.

Volviendo a nuestro continente, la pandemia está suponiendo un deterioro adicional e inesperado del citado “poder blando” europeo. Como puede verse en el gráfico que muestra las dosis de vacuna suministradas por 100 habitantes, los 4 grandes países de la UE se encuentran en una posición muy decepcionante comparados, en especial, con Estados Unidos y Reino Unido. Dos son las principales reflexiones que podemos hacer a este respecto. En primer lugar, las dificultades organizativas que hemos sufrido los países europeos, incapaces de proteger a nuestros ciudadanos más vulnerables (dentro del continente más envejecido del planeta) al no suministrar vacunas con la suficiente rapidez. Eso a pesar de contar con recursos físicos y económicos para hacerlo. La segunda, tan dolorosa como la primera, es que, a pesar de los fondos destinados a la investigación y, en concreto, al desarrollo de las vacunas, tampoco hemos sido capaces de crear una vacuna “europea” que producir nosotros mismos. Si bien científicos y laboratorios europeos han participado en los desarrollos, al final Estados Unidos y el Reino Unido son quienes poseen la propiedad de las vacunas que se están suministrando en la UE.

El Fondo para la Recuperación de Europa va a ser fundamental si queremos paliar las debilidades que se han hecho evidentes con la pandemia. La UE se ha quedado atrás, respecto a Estados Unidos y China, en las tecnologías de la era digital. En un reciente informe sobre Inteligencia Artificial (IA), el “Center for Data Innovation” compara la evolución de las tres potencias. Como puede verse en el gráfico 2, Estados Unidos es el líder en la mayor parte de las categorías, exceptuando “adopción” y “datos”. La UE no lidera ninguna. Las razones que se argumentan para explicar el liderazgo americano son, el primer lugar, la importancia de las start-ups en el sector, siendo fundamental que exista financiación a estas iniciativas; en segundo lugar, en Estados Unidos es donde se desarrollan los superconductores y los chips, ambos necesarios para que funcione la IA; en tercer lugar, aunque las publicaciones científicas sobre el tema en Estados Unidos son menores que en China o en la UE, son de mayor calidad; finalmente, a pesar de haber un mayor número de investigadores en la UE que en las otras dos áreas, los americanos tienen a los mejores.

 Es importante cómo se responde a este desafío. En Alemania se están replanteando incluso su organización federal, como explicación a la mala distribución de las vacunas, entre otras cosas. Como respuesta, en los presupuestos más recientes se ha aumentado sustancialmente el gasto en I+D dirigido a centros de excelencia en sectores prioritarios. En Alemania algunas cosas funcionan muy bien, pero otras, como el sistema bancario son ineficientes. En España debemos afrontar nuestras debilidades, pero sin despreciar nuestras fortalezas, como hacemos a veces. No es tarde para imitar a nuestro amigo alemán y asentar nuestro lugar en el mundo.

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