MURCIA. Creo que es la primera vez que el folio en blanco me ataca, y llevo varios días sin poder enfrentarme a este artículo. Hoy comienza septiembre tras un agosto muy distinto en mi vida, soy Macarena Perona y estoy enferma. Tras meses de no escuchar al cuerpo y su esencia, la vida te para, tu cuerpo te para y desde el 11 de agosto he pasado 18 días mirando el techo del hospital. Aquí he aprendido muchas cosas, la más importante, a decir te quiero y a dar las gracias por todas las cosas de mi vida que son innumerables. ¿Cómo me di cuenta?
Viendo la noche de urgencias a ancianos de entre 50 y 70 años solos, ingresados, sin familias, sin nadie a su lado, ningún teléfono al que llamar, ni nadie que lo vuelva a casa. Y entonces las palabras soledad no deseada se vuelve realidad no una frase hecha. Sino una dolencia de nuestra sociedad que abandona a su suerte a los ancianos, nuestro légalo y memoria solos.
Sin embargo, allí ha recuperado algo que hacía tiempo no estaba tan presente en mi vida, la esperanza, el porqué, las ENFERMERAS. Ellas miran con unos ojos llenos de paz, esas miradas que curan. Y ahora tengo que ensalzar la gran sanidad que tenemos, las personas que la forman, porque por descontado su valía profesional va por delante, pero su calidad, caridad, y trato lleno de dignidad al enfermo me ha hecho creer que estamos cambiando el mundo Luego están las noches oscuras interminables sin dormir nada, y estando acompañada por una mujer maravillosa en mi habitación Amina.
Una mujer creyente y musulmana, juntas hemos rezado y respetado y compartido lágrimas, abrazos y muchas risas. Dos mujeres fuertes en una misma habitación. Una habitación llena de flores, que he recibido a manos llenas, jamás pude imaginar que pedir una oración me traerían tantos mensajes con tantas palabras bonitas que me han desbordado de cariño, emoción y la sal del Mar Menor en mis ojos …
Te quiero gritar hoy aprendamos a amar a la rutina, los cabreos con los cuñados, el síndrome post vacacional, el poder decir vuelvo a trabajar hoy 1 de septiembre del 2021, la vuelta al cole, poner la lavadora y la lista interminable de sandeces de las que suelo quejarme (yo y todos). Y lo hacemos por qué no miramos más allá de nuestras narices
Porque cuando la vida te regala 18 noches de hospital, de soledad, de no poder ver a tus hijos, de tener que sonreír cuando quieres llorar por verles; entonces, ya no quieres más que volver a casa, a tu vida sencilla y llena de rutina. Para luego quedar con todas aquellas personas que vinieron a darme la mano, me trajeron café, me llamaron por teléfono, me regalaron su tiempo, su preocupación, sus oraciones, sus lazos del Pilar, y los cientos de mensajes y un etcétera importante.
Al primero al que debemos cuidar es a nosotros para luego darnos a los demás. La familia, los amigos, el trabajo, la salud, el ocio, el deporte, la naturaleza, las risas y disfrutar de la queja, que si que de algo hay que quejarse, pero HOY NO.
Hoy pongamos nuestra mejor sonrisa y digamos que en medio de nuestras circunstancias personales es donde toca poner nuestra mejor versión para dejar nuestro mejor legado. Hoy diría, una mirada de amor para mirar al mundo.
Gracias a todos por ser mi apoyo.
Os quiero.