VALÈNCIA. (EP) Horacio Ferrer de Morgado (Córdoba, 1894 - Madrid, 1978) fue un pintor que navegó durante su carrera "en tierra de nadie", ya que no fue "ni suficientemente clásico, ni suficientemente moderno" para ocupar un espacio destacado en las grandes pinacotecas. A pesar de ello, y de haber estado "orillado por el franquismo" por su compromiso social y político, nunca dejó de pintar y representa a una generación de artistas "tremendamente modernos" pero con formación clásica.
El Museo de Bellas Artes de València (MuBAV) ha estrenado un documental para reivindicar el legado del pintor Horacio Ferrer de Morgado como representante capital de la figuración española de los años 20 y 30, dentro de un proyecto más amplio para pfofundizar en su figura.
Así lo ha expuesto el director del MuBAV, Pablo González Tornel, en la presentación del documental, que ha contado con la presencia de uno de los hijos del pintor y con una charla a cargo de la historiadora del arte Mª Dolores Jiménez-Blanco y el responsable de Pintura hasta 1939 del Museo Reina Sofía, Raúl Martínez Arranz.
El documental es "el primer paso" de un proyecto con el que la pinacoteca valenciana quiere ahondar en el legado de Ferrer de Morgado aprovechando la exposición temporal que actualmente exhibe sobre Rosario de Velasco, cuya pintura comparte rasgos con la del cordobés. Es una "aventura" que todavía está en fase inicial, ha explicado González Tornel.
En el audiovisual, de producción propia del MuBAV, intervienen los hijos del artista, Adán y Horacio Ferrer Rodríguez para repasar la trayectoria artística de Ferrer de Morgado. Un pintor caracterizado inicialmente por su impronta simbolista y naturalista que, hacia finales de la década de 1930 y coincidiendo con la Guerra Civil, se alineó con el realismo social para evidenciar la trágica situación del país y la necesidad de unión y lucha.
Desde los retratos que realizó a su familia, pasando por los cuadros que plasman el horror de la guerra y los desnudos en los que se dejó influir por otros artistas europeos sin renunciar al clasicismo, el documental demuestra que su pintura tiene "un tremendo potencial para cualquier museo". "A todo el mundo le gusta una exposición de Ferrer de Morgado por su fácil comprensión", ha destacado González Tornel, para quien este artista "sigue siendo una parte de la Historia del Arte que es necesario reivindicar".
- Un momento de la presentación del documental sobre Horacio Ferrer de Morgado -
La historiadora Jiménez-Blanco ha coincidido en loarlo como "prototipo de una generación de artistas comprometidos que vivieron un exilio interior o exterior". Ahora bien, ha remarcado que el silenciamiento de estos pintores también se debió a que las nuevas corrientes disponían de una mayor promoción oficial: "Había pasado su época".
El experto del Reina Sofía ha resaltado que, con todo, Ferrer de Morgado tuvo "bastante suerte" porque logró recibir encargos durante toda su vida, "a diferencia de Rosario de Velasco". "Esperamos que puedan salir más obras a la luz de estos artistas", ha deseado.
Una vida dedicada a la pintura
A lo largo de media hora, el audiovisual recorre la vida del pintor desde su Córdoba natal, donde se formó con el escultor Mateo Inurria y el pintor Julio Romero de Torres. Con 19 años se trasladó a Madrid para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando gracias a una beca de la Diputación de Córdoba.
Pese a mantener una clara vocación realista durante toda su vida, dos viajes a París, en 1917 y 1927, dejaron huella en la obra de Ferrer de Morgado, quien parece coquetear con la Vanguardia europea en obras como 14 de julio en París o Escena de interior. Ahora bien, no se sintió del todo atraído por esta vanguardia y no dejó de ser "un cronista fiel de lo que le rodea".
La madurez de su obra se alcanzó durante la década de 1930, en la que quedó patente su estilo figurativo y rotundo y el compromiso social de su obra. Unos años en los que fue clave su vinculación al grupo conocido como los 'Artistas en Acción', en cuya exposición de 1932 participó con las obras Fosa común y Camino de la cuesta.
En 1934, dos años antes del inicio de la guerra, obtuvo una beca para marchar a Florencia a aprender la técnica al fresco. Permaneció en Italia casi dos años, en los que su pintura se impregnó de la monumentalidad del primer Renacimiento y del valor asignado a la materialidad de los objetos de las corrientes de la Nueva Objetividad alemana y la italiana Valori Plastici. Allí pintó La danza, su único cuadro de gran formato que actualmente es propiedad del Bellas Artes de València, y la desaparecida Mujeres en la fuente.
Pero no fue hasta su regreso a España cuando firmó sus obras más significativas: la genial Niños tocando música, de un metro por un metro; Madre Tierra, también en el MuBAV; Aviones negros, que enlaza con el Guernica y está frente a él en el Reina Sofía, y Éxodo que se conserva en Berlín. En todas ellas se comprometió con la República y denunció las desigualdades sociales.
De hecho, su participación en el Pabellón de la República Española en la Exposición Internacional de París en 1937 y su notable producción gráfica durante la Guerra Civil sentenciaron su trayectoria después de 1939. El documental narra cómo durante el franquismo "tuvo que mantener un perfil muy bajo" y dedicarse a trabajar en pequeños talleres y a restaurar obras y escenas murales dañadas durante la guerra.
A pesar de ello, el cordobés siguió trabajando hasta su muerte y realizó pinturas religiosas para el Valle de los Caídos, la Colegiata de San Isidro o la ermita de El Pardo, así como notables intervenciones de restauración en las Descalzas Reales, La Granja y Riofrío.
"Nunca dejó de pintar: necesitaba pintar para vivir", ha subrayado el hijo de Ferrer de Morgado, quien ha relatado cómo su padre jamás consiguió que le encargaran pintar un fresco a pesar de haberse formado para ello.