El año para algunos empezaba de una forma. Para otros, al lado del mar. De este segundo grupo era César Marquiegui, que tras 23 años en el Grupo Gastronou (Nou Manolín, Piripi, Pópuli Bistró), asumía un nuevo reto, el de “cocinar en un lugar precioso, un sitio paradisiaco, donde espero encontrar la misma energía, pasión y constancia que dejo atrás”, tal y como anunciaba en sus redes.
Se iba cerca, pero más cerca del mar, a dirigir las cocinas de dos referentes en Altea, el Chiringuito El Cranc y L'Olleta Restaurant, a los que iba a aportar todo su savoir faire, aprendido durante tan largo tiempo en uno de los grandes grupos gastronómicos valencianos.
Trabajador hasta la médula, explica que “para mí esto no es una profesión, es un estilo de vida y una forma de vivir”. Y unos meses después, en Guía Hedonista nos hemos sentado con él. Para saber qué ha traído a esta nueva aventura, qué ha dejado atrás y como ha ido asentándose y recuperando su ilusión. “Todo tiene que ver un poco con la edad, cuando uno va haciéndose más mayor”, confiesa. A las puertas de los 50 años le llegó ese momento de pensamiento existencial. “Estaba muy a gusto en un sitio que me lo había dado todo. Cuando llegué de Madrid era muy joven, pero allí me asenté genial, teníamos la misma filosofía, el trabajo en la misma línea...”, recuerda de su etapa en Gastronou.
“Conseguimos cambiar muchas cosas, en cuanto a sistemas de organización sobre todo. Fue una transición que hicimos muy bien, entre la hostelería 'antigua' a la de ahora y lo hicimos de la mano. Los Castelló siguen invirtiendo mucho en ponerse al día”, explica. “Allí estaba en la gloria, me dedicaba más a llevar las cocinas, no al trabajo tan arduo... Entonces fue cuando me llegó esa crisis de identidad, me sentía demasiado cómodo. ¿Iba a ser esta mi última bala?”, recuerda.
Tras 23 años en el grupo, 15 de ellos como jefe de cocina de Nou Manolín y el resto de chef ejecutivo desde este y Pópuli Bistró, decidió dar un giro a su carrera. “Conocía a Pepa y Vicente, los dueños de El Cranc y L'Olleta a través de Manuel Alonso de Daimuz. Al principio les intenté ayudar desde fuera, buscándoles gente, pero al final el proyecto necesitaba un nuevo timón tras la falta de su padre”, explica a Guía Hedonista.