VALÈNCIA. Un estudio realizado por Digital Enterprise Show anticipaba que, en 2025, el 10% de los datos producidos y el 30% de los mensajes de marketing de las principales marcas se generarán gracias a IA. El mismo análisis asegura que un 98% de los líderes de las compañías está convencido de que la IA transformará las estrategias de las organizaciones. Otro dato interesante que pulula por los medios es el riesgo de que 85 millones de tareas equivalentes a otros tantos puestos de trabajo desaparezcan. Además de los profesionales del marketing, otros que podrían estar en riesgo de extinción corresponde a los programadores, tan preciados ahora en el mercado laboral.
Saber qué es cierto de todo lo que se cuenta y lo que no, lo dirá el tiempo, pero la realidad es que el momento actual es de incertidumbre y expectativa. No olvidemos que apenas han transcurrido dos años desde que el ChatGPT aterrizó la inteligencia artificial en el mercado masivo y que, desde entonces, ha sufrido múltiples variaciones y se han creado cosas nuevas en una pugna entre las grandes tecnológicas.
Claro que siempre surgen entusiastas positivistas en torno a las tecnologías, como Javier Rodríguez Zapatero, presidente de Digitalent Group, quien ve en la IA “la revolución más importante que va a vivir la humanidad después del descubrimiento del fuego”. Más sosegado, Mark Kavelaars, cofundador de Swanlaab Venture Factory, reconoce también estar viviendo un “momento ilusionante y de enorme cambio” que le recuerda a la primera vez que se sentó hace 40 años delante de un PC.
Da igual como se viva, y mejor hacerlo contento y abrazarla cuanto antes que salir huyendo porque la IA parece imparable y su poder transformador inagotable para todas las industrias y empresas de cualquier tamaño. “Las pequeñas y medianas empresas pueden dar un salto cualitativo y generar una ventaja competitiva, pero tienen que hacerlo ya porque igual dentro de un año es tarde”, sostiene Javier González Báez, director de innovación en Acciona.
Facilitadores
Para ayudar a las corporaciones a dar este salto se establecen empresas como la de Lixsa.ai una startup tecnológica valenciana que se especializa en el desarrollo de agentes de inteligencia artificial diseñados para optimizar y transformar la eficiencia de las empresas. La solución que aportan se basa en ayudar a otros emprendedores a optimizar y automatizar procesos clave de atención al cliente, permitiéndoles ofrecer una experiencia más eficiente, personalizada y disponible 24/7. La herramienta gestiona consultas, reservas y pedidos, devoluciones y hace recomendaciones personalizadas, entre otros.
Gracias a su tecnología, “los emprendedores pueden reducir costos operativos, escalar sus negocios más rápidamente y competir de manera más efectiva, sin perder la calidez humana y la personalización, que es lo que más demandan los clientes”, sostienen. Fundada por Martín Díaz Morquio y Alejandro Aznar, ambos expertos en desarrollo de software y automatización, están convencidos de que “la inteligencia artificial transformará prácticamente todas las áreas dentro de las organizaciones. Permitirá aumentar la productividad al resolver problemas complejos de forma rápida y sencilla, simplificando procesos que hoy en día resultan complicados y consumen mucho tiempo”.
No todo vale
También Yolanda Díaz Villarrubia, fundadora de Idea B3Hubs, cree que se quedarán atrás tanto las personas, como las empresas como sectores enteros que no integren la IA en su cultura y procesos. El cambio ha de ser, pues, transversal y empapar a toda la organización “gestionando el uso de la IA de forma inteligente sabiendo en qué momento tienes que automatizar tareas o no”, es decir, sin olvidar la inteligencia de las personas.
Valga la Ley de la IA que rige en la Unión Europea como brújula para saber qué tareas deben quedar fuera de la integración de la IA en una compañía. Un caso que no podría darse en territorio europeo es el que refiere Cristina Carrascosa, cofundadora de ATH21, un despacho de abogados especializado en fintech y activos digitales, cuando Amazon utilizaba su propio algoritmo en los procesos de selección entrenado con datos de hace muchos años de manera que, en igualdad de condiciones, siempre recomendaba para el puesto a más hombres que mujeres.
Nuevas oportunidades de negocio
Sesgos en el diseño de los algoritmos como el de Amazon podrían evitarse con la calidad de los datos. Al amparo de este problema nuevo ha encontrado su oportunidad de negocio ZeroError, una plataforma de Inteligencia Artificial para detectar anomalías en los datos. Esta empresa, como señala Maria José Marti, su CEO y fundadora, “no podría haber existido hace 10 años porque la tecnología no existía. Gracias a la IA juntada con un gran expertise en el análisis de datos, podemos solucionar problemas reales en solo unas semanas”. 
Cierto también que para escalar el negocio, Marti ha establecido la empresa en USA, con sede en Nueva York, después de pasar por los programas de Microsoft for Startups Founders Hub y de Snowflake a los que se refiere como “partners excelentes”. Valga el suyo como ejemplo de uno de los riesgos que apuntan los detractores de la Ley de la IA en Europa: la fuga de talento emprendedor a otros territorios. En cualquier caso, a Martí le ha ayudado a conseguir clientes entre empresas que cotizan en bolsa o multinacionales con presencia fuerte en USA y/o Europa, así que algo llegará aquí.
“Yo creo mucho en el talento que tenemos en España, sobre todo en la habilidad de la gente para solucionar problemas y como dicen aquí ‘think out of the box’, por lo que intento trabajar con expertos de España siempre que puedo”, concluye.
