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Así queda la Ley del Juego después de tres años de tropiezos

  • Foto: KIKE TABERNER

VALÈNCIA. Fumata blanca. Les Corts Valencianes aprobaron este jueves la reforma de la Ley del Juego de la Comunitat Valenciana. Después de tres años de trámites (comenzó a elaborarse en 2017), tres aplazamientos, aluviones de enmiendas y tiras y aflojas con la patronal del sector, los partidos del Botànic -PSPV, Compromís y Unides Podem- dieron luz verde a este proyecto de ley del Consell que actualiza la normativa de 1988. 

La mañana comenzó de la misma manera que el pasado lunes cuando se tuvo que suspender la votación por la disconformidad de Vox con el voto ponderado: con una manifestación de representantes y trabajadores del sector. En esta ocasión, en torno a un centenar de personas con camisetas en las que se podía leer el mensaje "Ximo (Puig), con nuestro pan no se juega" se concentraron en la Plaza de la Virgen minutos antes del inicio del pleno de Les Corts. Una marcha que, según fuentes parlamentarias, no estaba autorizada y tras la que presentaron un escrito por registro de entrada en la Cámara para que los grupos eliminaran antes de proceder a la votación de la ley la obligatoriedad de que se deba tener un mando a distancia para las máquinas tragaperras de los bares cuya función sea autorizar, o no, el juego. 

Mientras tanto, en el interior de la Cámara se producía todavía la sesión de control al president de la Generalitat, Ximo Puig. Y no fue hasta pasado el mediodía cuando los grupos votaron. Todos menos Vox, que decidió abandonar el hemiciclo para desmarcarse de la validación de esta ley amparándose en que el informe emitido por los letrados sobre la legalidad de la votación de este jueves no era, a juicio de sus diputados, concluyente. Aproximadamente a las 13:00 horas, la ley salió adelante, pero de qué manera. Y es que, si la tramitación de esta norma ya había sido calamitosa por distintos motivos, su votación, el último paso antes de ver la luz, tampoco defraudó. 

Manifestación contra la Ley del Juego. Foto: KIKE TABERNER

El debate ya se había producido el lunes, pero a pesar de que desde entonces hasta este jueves había margen para que la Mesa de Les Corts ordenara los votos que se habían emitido de forma telemática por parte de los diputados que estaban en sus casas -la manera de hacerlo llegar es enviarlo previamente por correo electrónico-, el proceso se tuvo que parar porque se estaban contabilizando mal estos votos a distancia. La Mesa del Parlamento había registrado los votos telemáticos al contrario del sentido que habían emitido sus señorías y por tanto confrontaban con los diputados de su propio partido que sí se hallaban en el hemiciclo. 

Es decir, si los diputados del PSPV presentes en la Cámara habían votado a favor, la Mesa había contabilizado que los socialistas que estaban en casa, lo habían hecho en contra. Operación que se repitió con todos los grupos. Un error gordo del que se percataron cuando en la primera votación iba a salir adelante una enmienda del PP y que obligó a paralizar el sufragio para reordenar de nuevo los votos emitidos a distancia. Tras media hora de pausa, la ley salió adelante con los votos a favor de PSPV, Compromís y Unides Podem, y el rechazo de PP y Ciudadanos. 

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