Comarca y empresa

Voluntarios advierten de la "falta de recursos y apoyo administrativo" en la reconstrucción de la Dana

Las trabas burocráticas y la ausencia de materiales dificultan la ayuda en las zonas más afectadas

  • Miles de voluntarios acuden a la Ciudad de las Artes y las Ciencias para ayudar tras la Dana -

VALÈNCIA. Tres meses después, las calles siguen marcadas por el agua y el barro. La Dana del 29 de octubre ha arrasado miles de viviendas y negocios en más de 80 municipios valencianos, pero también ha evidenciado la falta de recursos disponibles para afrontar su recuperación. Entre 45.000 y 50.000 voluntarios de toda España llegaron a las zonas más afectadas durante las primeras semanas; unas jornadas cruciales en las que aportaron comida, agua y enseres básicos, además de colaborar en las tareas de limpieza. 

Pero, con el tiempo, esta ayuda espontánea ha dado paso a la necesidad de reconstrucción, un proceso que requiere algo más que solo buena voluntad: hacen falta manos expertas y materiales adecuados. Así lo expresa Borja Espuny, voluntario y coordinador de una red de ayuda a nivel nacional, a Valencia Plaza. Desde el inicio de la tragedia, Espuny ha intentado ofrecer una solución integral a través de la organización de diferentes brigadas para la reconstrucción de las localidades afectadas. 

Sin embargo, la realidad con la que se han encontrado les resulta desalentadora. “Hemos identificado profesionales dispuestos a ayudar, pero no contamos con los materiales necesarios ni con un respaldo oficial que facilite la gestión”, denuncia Espuny a este diario. El trabajo de los voluntarios, que comenzó con la limpieza del barro y el rescate de bienes afectados, ahora ha evolucionado hacia la rehabilitación de las viviendas devastadas por la Dana, una vez se ha tomado conciencia de la magnitud del desastre. 

Pero, dicha tarea resulta compleja y requiere mano de obra especializada: desde electricistas hasta fontaneros, albañiles o arquitectos que puedan evaluar los daños de la riada y elaborar planes de reparación en estas viviendas afectadas, según apunta Espuny. No obstante, la falta de recursos y el desgaste emocional han reducido el número de voluntarios activos. Un panorama al que se suma un obstáculo aún mayor: la falta de apoyo institucional. 

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Trabas burocráticas

Según asegura Espuny, el mayor desafío que enfrenta esta red de voluntarios no es solo la carencia de materiales o de especialistas dispuestos a colaborar, sino también la “inacción” de las administraciones locales. En algunas localidades, Espuny señala que los ayuntamientos han dejado de organizar el voluntariado, alegando que la situación debe ser gestionada a través de los servicios sociales.

Esta postura burocrática ha dejado a muchas familias sin una vía clara de ayuda. “Nos dicen que no hace falta más voluntariado, pero sabemos que hay personas que siguen viviendo en condiciones infrahumanas”, explica Luisa, una de las voluntarias que colaboran en esta red a Valencia Plaza. Además, el cierre de alojamientos destinados a albergar voluntarios ha dificultado que personas de otras partes de España puedan seguir colaborando, ya que no pueden costear los gastos de estancia.

Otro de los problemas más preocupantes es la situación legal de muchas viviendas afectadas. Algunas construcciones, especialmente en zonas rurales, carecían de documentación oficial antes de la Dana, lo que impide que sus propietarios puedan acceder a ayudas públicas o seguros de reconstrucción. Además, la lentitud en la tramitación de subvenciones y la falta de claridad en los criterios para acceder a las mismas han generado confusión y frustración entre los damnificados.

Muchos afectados han intentado solicitar permisos para rehabilitar sus viviendas, pero se han topado con largos procesos administrativos que requieren informes técnicos y evaluaciones que no pueden costear. Sin estos trámites completados, las ayudas quedan bloqueadas, dejando a las familias en una situación de incertidumbre.

Los voluntarios también han denunciado la falta de flexibilidad en las normativas municipales, que impiden realizar obras de emergencia sin permisos específicos. Según Espuny, todo ello ha generado que algunas viviendas permanezcan inhabitables "a pesar de contar con profesionales dispuestos a trabajar en ellas.

Redes de solidaridad y modelos alternativos

Ante la falta de respuesta institucional, los propios ciudadanos han ideado mecanismos alternativos de ayuda. Desde redes de intercambio de herramientas hasta formaciones básicas para que los afectados puedan colaborar en la reconstrucción de sus propias casas, los voluntarios aseguran que “la solidaridad está supliendo el vacío dejado por las administraciones”.

Algunas iniciativas, como la de Espuny, buscan coordinarse con profesionales que puedan ofrecer su trabajo de manera altruista. En ciertos casos, se han organizado sistemas de trueque entre profesionales: un electricista ayuda a una familia y, a cambio, un albañil repara la vivienda de otro afectado.

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Sin embargo, los voluntarios insisten en que estos esfuerzos no pueden sostenerse indefinidamente sin recursos: “La voluntad de ayudar sigue estando, pero sin materiales y sin un marco de apoyo, es imposible avanzar”.
 

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