Porque sí, el chateo de toda la vida puede ser tan divertido como sofisticado si le echamos un poco de imaginación. Así que ahí van unas propuestas para salir de la rutina de lúpulo y espuma en la que, muy a nuestro pesar, la mayoría ha convertido este ceremonial.
Para abrir boca, unas aceitunas de calidad y bien aliñadas, bocado digno de todo hedonista. Con ellas pocas cosas mejores que una manzanilla de Sanlúcar de Barrameda. Si son más bien suaves, una buena opción sería la manzanilla Micaela (Bodegas Barón) o La Guita (Bodegas Valdespino), ambas sin filtrar, en rama, que son las que nos gustan para apreciar todos sus matices. Si las olivas son más potentes podríamos irnos a otras dos manzanillas también en rama: una Sacristía AB (Antonio Barbadillo) o a la saca de primavera de Solear (Bodegas Barbadillo).
Sin irnos del Marco de Jerez seguimos con otro clásico aperitivo: los boquerones en vinagre. Es difícil y arriesgado combinar vino y vinagre, pero son sabores que casi siempre quedan bien con un buen fino como el de las Bodegas Gutiérrez Colosía. ¿Y qué tal unas patatas fritas coronadas por unos mejillones en escabeche casero? Fantásticas y más si se acompañan con Blanquito (Bodegas Callejuela) o cualquier Bota de manzanilla pasada del Grupo Navazos.