Política ligera, política excéntrica, política pintoresca, política electoral, es decir, política espectáculo. Da la sensación de que el bucle electoral nos ofrece esta suerte de acontecimientos sin solución de continuidad. Los modernos hablan de política líquida, pero, en román paladino, más parece política de la vida misma y la condición humana. Pasamos del "solo sí es sí" a las cuitas de Sumar y Podemos, haciendo parada en la moción de censura inaudita de Vox con Ramón Tamames y ahora, como si no fuera poco, llegamos a Ana Obregón con un debate de altos vuelos bioéticos, morales, religiosos, sociales y por supuesto políticos.
Cada día que queda hasta mayo y después hasta diciembre la distancia entre PSOE y Unidas Podemos se agranda. Aguantarán hasta que no haya más remedio que escenificar la ruptura. Lo ocurrido esta semana con la división en el Ejecutivo a cuenta de la votación en el Congreso de la toma en consideración de la reforma de la ley del "solo sí es sí" o con las dobles cabeceras en las manifestaciones del día de la mujer son todo un síntoma y un termómetro de cómo está la situación