Vivir en un país donde la atención sanitaria está garantizada es un lujo imposible de valorar hasta que no vivimos de cerca otras realidades donde la asistencia sanitaria y sus instalaciones brilla por su ausencia. Por muy remoto que parezca, la solidaridad y la sensibilidad con otras realidades pasa por apoyar proyectos donde la distancia no es un hándicap aunque estén ubicados geográficamente en islas remotas. Es el caso del centro de salud de Orango Grande, en Guinea Bissau.