VALÈNCIA.- Según la izquierda ‘progresista’ el deporte de la vela es de ricos. No les voy a dar la razón ni aunque la tengan, porque lo que dicen no lo dicen a través de la cabeza sino que lo hacen por el odio que tienen a un deporte que no les ha hecho absolutamente nada. Los hay que la odian tanto que les colocan de máximos responsables de la mejor marina del mundo y se cargan todo lo que huela a vela. En fin es la incultura y el borreguismo de este país provocados por la política.
Si analizamos concienzudamente el deporte de la vela se puede llegar a la conclusión de que efectivamente es un deporte caro para el que lo practica, si lo hace mediante sus propios medios. La vela de base es más bien barata, siempre que se practique en una escuela para pasar un rato agradable y aprender algo que no está al alcance de todos. Pero si esa vela de base se practica con el objetivo de competir, ya no sale tan barato. Los injustos impuestos con los que se ‘fríen’ a este deporte la encarecen.
Pero dejemos a los chavales y a sus papás, que no es cuestión de aguarles la fiesta; reconozcamos que la educación que se recibe en una escuela de vela no tiene parangón con otras educaciones paralelas. Por lo tanto habría que decir a los padres de niños de seis a dieciséis años que utilicen estas escuelas de vela para añadir valores positivos a su formación, como el trabajo en equipo.
Tras muchos años navegando por los circuitos del mundo se llega a la conclusión de que hay regatas de ricos, de burgueses, de aficionados y de pobres. Y es que en este mundo náutico nos encontramos con ambos extremos. Los poderosos, los que quieren y no pueden y los débiles. El deporte de la vela en España siempre ha contado con grandes mecenas que han hecho posible la organización de las regatas o el poder armar un barco de competición, pero algunos organizadores y armadores han estado engañando sistemáticamente a los patrocinadores hasta que estos se han cansado y han virado para cambiar el rumbo de sus inversiones publicitarias.