Murcia Plaza

LA LIBRERÍA

Smombies, infovirus y la cura de ‘Atención radical’ de Julia Bell

VALÈNCIA. Han sido desterrados de sus plazas principales, de sus fortalezas nocturnas: los libros desaparecen de las mesitas, o acumulan polvo y pelo de mascota en ellas; el que fue el momento idóneo para la lectura, justo antes de acabar el día —acaso unas páginas, aunque fuese para relajarse y conciliarse el sueño, o bien una enganchada de las que concluían de madrugada por miedo a amanecer sin haber pegado ojo—, es ahora solo un poco más de tiempo saltando de aquí a allá en el móvil en la búsqueda banal de nada en realidad. Quien sigue dedicando la antesala del sueño a leer, ha sido infectado de igual manera: ¿cuántas veces aparca el libro sobre la barriga o a un lado para consultar sus notificaciones o su correo —incluso del trabajo— por inercia atontolinada? Quien diga que no le pasa, y encima diga la verdad, bravo, porque ya forma parte de una especie tan rara como los leopardos de las nieves. 

¿Qué ha pasado? ¿Por qué ya no conseguimos leer sin mirar compulsivamente el móvil? ¿Por qué no podemos avanzar un par de cientos de páginas y ya está, por qué en medio de una historia espléndida, sentimos ese cosquilleo en las meninges que nos impele a chequear si alguien ha dado like a alguna de nuestras publicaciones? Capítulo aparte merece la inquietante sospecha de que a saber la de buenas historias que se estarán perdiendo en la neblina del limbo por culpa de manos y mentes despalabradas por haber consumido demasiado ingenio y tiempo en posts efímeros para las redes sociales. Es así, así es: lo cierto es que escribimos y leemos más que nunca, solo que de un modo que en otra época se habría considerado enfermizo y torpe. Durante un tiempo nos creímos aquello del multitasking, a pesar de que a día de hoy todavía nos es casi imposible escribir algo mínimamente decente con un televisor encendido al lado. En lo sustancial, nuestro cerebro no ha cambiado nada en muchos miles de años. La vida multitarea no nos ha hecho evolucionar: seguimos bajando la música en el coche para aparcar con mayor precisión.

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