MURCIA. Esta casa de lujo se asoma a un agradable paseo a orillas del Mar Menor, desde el que se puede disfrutar de unas impresionantes vistas y de atardeceres únicos, con la Isla del Ciervo y el skyline de La Manga de fondo. Una situación privilegiada que, sin embargo, planteaba un desafío en su diseño: el mantener la privacidad de la vivienda en una zona muy  frecuentada por paseantes (sobre todo en verano). Se trata de algo que tuvo muy en cuenta cuando se hizo cargo del proyecto el estudio multidisciplinar de arquitectura e interiorismo Muher, formado por los arquitectos y también artistas, Francisca Muñoz y Manuel Herrera, con sede en Totana. 

Señalan estos profesionales que en esta casa situada frente al Mar Menor se ha logrado "un equilibrio delicado entre privacidad y apertura visual, gracias a un juego preciso de volúmenes escalonados y planos quebrados que guían la mirada sin exponer los espacios íntimos". De hecho, apuntan que "el horizonte se ha convertido en materia del proyecto", habiéndose diseñado esta vivienda, separada del agua tan solo por un paseo litoral, "como un manifiesto de integración entre arquitectura, arte y paisaje".
 

Si hay un auténtico protagonista en este espectacular chalet es el agua, que más que un elemento es un lenguaje, el idioma universal en el que habla esta vivienda. Así, desde el interior, el mar siempre está presente y acompaña en todo momento, mientras que el paseo desaparece de la vista, creando la sensación de que la casa pudiera estar florando directamente sobre el paisaje salino.

Piscina con dos niveles y cascada

Por otro lado, Muher explica que "la piscina se articula en dos niveles, conectados por una cascada que desciende desde la planta superior, generando un continuo sonoro y visual que envuelve toda la vivienda. El movimiento del agua introduce un ritmo natural que dialoga con la calma del Mar Menor, en una relación casi escénica entre arquitectura y entorno".

Asimismo, ponen el acento en los muros blancos, los voladizos y los planos suspendidos, que se funden con la luz, y el jardín –concebido como un tapiz costero– y que acompaña la topografía sin imponerse. "El paisajismo, pensado como una extensión del arte, utiliza especies autóctonas de bajo consumo hídrico que acentúan la sensación de inmersión en el entorno mediterráneo", señalan estos arquitectos que también están especializados en el diseño de espacios naturales.

Ellos, Francisca Muñoz y Manuel Herrera, tienen claro que este inmueble a orillas del Mar Menor "no es solo una casa, es una pieza viva donde el arte habita la arquitectura, y la arquitectura se diluye en el paisaje. Un refugio que respira mar, luz y movimiento".