MURCIA. Chipre tiene los atractivos turísticos propios de cualquier destino, pero hay que sumarle una peculiaridad: la isla de Afrodita está divida en dos. Al sur, la República de Chipre, miembro de la Unión Europea, donde se habla griego y la moneda es el euro; al norte, la República Turca del Norte de Chipre, un estado que no figura en los mapas —solo es reconocido por Turquía— y donde la lengua y la moneda son turcas. Para marcar esa separación se trazó una línea, la llamada Línea Verde. Una historia que desconocía, pero que apareció al informarme sobre Chipre e hizo que me interesara aún más por el destino. Tanto que llevo unos días recorriendo el país, y ahora me dirijo hacia Nicosia (también llamada Lefkosia), la única capital del mundo que continúa dividida.
Antes de llegar a la ciudad debo pasar el control de seguridad, pues vengo de la parte norte del país. Por cierto, si se quiere cruzar la frontera hay que revisar que el coche de alquiler está asegurado para ambas partes del país, porque de lo contrario tendrás ciertos problemas. El control se hace eterno, pero una vez entregada la documentación y su posterior revisión, la circulación es más fluida. Un cartel luminoso me indica que estoy de nuevo en la zona europea del país.
Al llegar a Nicosia me percato de que el centro histórico es peatonal, así que dejo el coche en un aparcamiento cerca del hotel. Por cierto, si te lo preguntas: en Chipre se conduce por la izquierda, porque estuvo bajo posesión británica desde 1878 hasta 1960.