MURCIA. La urna de Alfonso X ha despertado un notable interés entre los murcianos. Las visitas organizadas para explicar su historia y mostrar el proceso de restauración se han agotado en cuestión de horas, hasta el punto de generar listas de espera que superan las treinta personas. Aunque las plazas son gratuitas y limitadas —las sesiones duran media hora y se realizan con grupos reducidos para garantizar la conservación del espacio—, el Ayuntamiento estudia ya la posibilidad de ampliarlas.

La pieza funeraria tiene un profundo peso histórico en la ciudad. Fue en 1525 cuando, por orden del emperador Carlos I, las vísceras del monarca fueron trasladadas a la Catedral para reposar en un sepulcro mandado construir por el propio concejo murciano. Desde entonces, la urna ha sido testigo del paso de los siglos y de sucesivas restauraciones, como la acometida en 1854 tras el incendio del templo, o la más reciente, en 1997, que abordó los efectos de la humedad capilar.

Las visitas, que comenzaron ayer, se prolongarán hasta mediados de enero de 2026. Durante el recorrido, los asistentes pueden observar de cerca el delicado trabajo que lleva a cabo el Servicio de Patrimonio del Ayuntamiento, con la supervisión del Centro Municipal de Arqueología y la colaboración de la Diócesis de Cartagena. 

Una de las explicaciones que más interés está generando es la referente a la evolución del color de la urna. La restauradora Josefina Monteagudo detalla que se está trabajando para recuperar un tono más uniforme, deteriorado por intervenciones anteriores y por los efectos del incendio de la Catedral en 1854, así como por los daños provocados por la humedad que obligaron a otra restauración en 1997. 

La urna, que guarda las vísceras del rey sabio, llegó a Murcia en 1525 por orden de Carlos I y ha sido intervenida en distintas ocasiones. El proyecto actual incluye también la restauración del conjunto escultórico del espacio funerario —el arco triunfal, los maceros y las lápidas conmemorativas— con técnicas de limpieza, consolidación y tratamiento de sales. La actuación cuenta con un presupuesto de 32.469,14 euros.

La oportunidad de presenciar estas tareas en directo y comprender las causas de su deterioro se ha convertido en uno de los principales atractivos para los asistentes, que buscan conocer cómo era originalmente la urna y qué aspecto recuperará al finalizar la intervención.