MURCIA. Llega la Semana de Pasión y con ella miles de murcianos dan rienda suelta a su devoción y sentimientos. Comienza así todo un periplo de acciones nazarenas como, por ejemplo, la compra de caramelos, la preparación de las túnicas, zaragüelles, medias, ligas… o la reposición de prendas deterioradas, para estar el día del cortejo procesional impolutos. Como bien es sabido, muchos penitentes residen en las pedanías que rodean la ciudad, el ritual de vestir al nazareno comienza para los ciudadanos capitalinos en sus domicilios, en las estancias que estos crean oportuno para la realización del mismo, acompañados casi siempre por sus madres, abuelas, esposas o parejas, controlando que todo esté perfecto. Pero… ¿Qué ocurre con los cofrades que se desplazan a la ciudad desde las poblaciones limítrofes u otros pueblos más lejanos?
Pues bien, hay otro ritual paralelo, pero esta vez en las tripas de la ciudad y digo tripas porque los aparcamientos subterráneos de la urbe, los días de procesión se transforman en improvisados vestuarios, donde entre coche y coche, nazarenos, sus madres, parejas, abuelas, nietos… ponen a punto con todo detalle y se preocupan de que esté todo en su lugar, con la uniformidad reglamentaria para el desfilar de la forma mas elegante posible en el desfile. Esos días, en las entrañas de Murcia, con mesita de campaña incluida, se reponen fuerzas con una merienda o desayuno, según el horario establecido por la cofradía para el comienzo de las muestras de fervor de los cofrades ante miles de almas que contemplan su paso. Eso sí, y cómo no, también abundan las charlas nerviosas sobre lo que está por llegar.
Otros penitentes venidos desde otras villas mucho más distantes de la capital de la vega del Segura y que desfilan además en nuestros desfiles pasionales, precavidos ellos, reservan con mucha antelación alguna de las pocas habitaciones disponibles para esos días en sus alojamientos hoteleros, convirtiéndose en su rincón de intimidad donde se sinceran con los titulares de sus cofradías, como el Cristo del Perdón, de la Sangre, de la Providencia, del Refugio, Rescate, Nuestro Padre Jesús Nazareno, Yacente o el Resucitado.
Toda una ceremonia, que da igual donde se realice -en las entrañas de Murcia, los hogares o habitaciones arrendadas-, que pone de manifiesto la pasión de las gentes de la huerta, la región o la ciudad por mantener viva la Semana Santa murciana, declarada de Interés Turístico Internacional.
Estas líneas con el permiso del lector, son un tributo a todas las gentes y nazarenos que, de forma altruista y pasional, hacen posible que nuestra Semana Santa, siga más viva que nunca.

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Raúl Jiménez y Lorca es cronista de Torreagüera