Murcia

El fin de una dulce tradición: la confitería Ricardo baja la persiana tras décadas en San Antón

El mítico establecimiento, conocido por elaborar los panecillos de San Antón y sus creaciones artesanales, se despide del barrio

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  • Confitería Ricardo con el cartel de 'cerrado'
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MURCIA. Después de décadas endulzando el barrio de San Antón, la confitería Ricardo baja la persiana, poniendo fin a una etapa que marcó la vida del barrio. Aquí se elaboraron los famosos panecillos de San Antón, tartas artesanales y hasta el ingenioso ‘Murciatone’, un panettone con forma de papel higiénico creado durante la cuarentena. 

Ahora, en el escaparate, un cartel despide a los vecinos con gratitud: "Han sido muchos años de servicios y gratitud hacia ustedes. Lo llamamos el principio de empezar algo nuevo".Durante años, la confitería Ricardo fue el corazón de la preparación de los panecillos de San Antón. Cada enero, el local se llenaba de aroma a masa madre y de voluntarias que ayudaban a amasar y dar forma a miles de piezas.

Este año, antes de bajar definitivamente la persiana, la confitería acogió una última tanda de elaboración, manteniendo viva la tradición que durante décadas la convirtió en un referente del barrio. Los panecillos, ofrecidos al santo para bendecir a los animales y protegerlos de plagas, se llevan en capazos de esparto durante un desfile al son de la banda del barrio antes de abrir la caseta para el reparto.

La confitería, con sus tartas artesanales y postres típicos, ha sido siempre un símbolo de la gastronomía local y de la vida del barrio, donde generaciones de murcianos han disfrutado de recetas tradicionales y de momentos únicos.

Incluso en tiempos difíciles, la creatividad de sus pasteleros se hizo notar: el ‘Murciatone’ fue un guiño divertido y solidario durante la cuarentena, recordando el ingenio y cercanía que siempre caracterizó a este emblemático establecimiento. Con el cierre de la confitería, se despide un capítulo dulce de la historia de San Antón, pero los panecillos de seguirán manteniendo vivo el espíritu del barrio y la memoria de quienes hicieron de Ricardo un referente de la confitería murciana.

 

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