MURCIA. Una cosa que comentaba la autoridad en cultura popular José Luis Viruete era que si uno miraba las encuestas de grupos y discos favoritos de los adolescentes de los ochenta en Estados Unidos, las primeras posiciones las copaban grupos de AOR. La traducción legítima es Arena Oriented Rock, rock de estadio, pero también ha trascendido lo de Adult Oriented Rock, rock para adultos.
En Estados Unidos le han dado vueltas a este tema, se conoce que los implantes de Memory Call no son solo en España. Un artículo en el New York Times explicaba que en 1980 una encuesta de Gallup daba a Styx como el grupo favorito de los adolescentes estadounidenses, a pesar de la opinión de los críticos de entonces y de los contemporáneos.
La paradoja es que lo que estaba en teoría diseñado para un público “adulto”, le flipase a los chavales. A mí si por algo me gusta el AOR hoy es porque me evoca los créditos de las películas que veía de pequeño, fue la música de todo lo que me molaba, que venía de Estados Unidos en buena parte. Gracias a Memory Call mucha gente de mi edad, desde los 90, evocaba el funk y el disco de las películas de los 70, pero lo que nos tocó a nosotros fue un bombardeo de AOR.
Sin embargo la cuestión no es esa, es leer ahora sobre la revista Metal Hurlant como un paso adelante en la ciencia ficción, que por fin habría estado concebida para los adultos. Como con la música, puede que esa fuese la intención de los Humanoides Asociados, pero nunca he conocido a nadie que no estuviese obsesionado con esas ilustraciones que no fuese un niño entonces. Quizá el impacto vino de que esos dibujos e historias dejaron de estar pensados para un público infantil, eso pudo hacer Metal Hurlant comprable por adultos, pero eso no quería decir que los niños quedasen fuera, al revés, sucedía todo lo contrario. Al menos en mi caso.
Respecto a la complejidad de las historias, es probable que en su día no entendiera gran cosa de algunos de estos autores, pero en la actualidad, mi percepción de los guiones de, por ejemplo, Enki Bilal, no ha mejorado gran cosa. Su obra tiene todos los ingredientes que uno pueda soñar en una obra de ciencia ficción, menos uno, el entretenimiento. Normal que donde haya triunfado de verdad haya sido en las galerías de arte. De lo contrario, las películas que dirigió, igual de atractivas a la par que plúmbeas, habrían sido grandes éxitos de taquilla.