El fondo soberano de Noruega, reconocido como el más grande del mundo, ha tomado la decisión de vender la totalidad de sus inversiones en bonos de Petróleos Mexicanos (Pemex), citando preocupaciones éticas relacionadas con posibles actos de corrupción. Esta medida responde a un informe del Consejo de Ética del fondo, que identificó múltiples acusaciones contra la empresa estatal mexicana en un periodo que abarca de 2004 a 2023.
Entre las irregularidades señaladas se encuentran supuestos sobornos pagados a empleados y a un ex alto ejecutivo de la compañía. Estos señalamientos, según el Consejo, constituyen un riesgo inaceptable para los principios que guían las inversiones del fondo, los cuales están regidos por directrices éticas estrictas establecidas por el parlamento de Noruega.
El fondo, que administra un portafolio de 1.8 billones de dólares y tiene participación en más de 9,000 empresas a nivel global, opera bajo un mandato que busca combinar rentabilidad financiera con estándares de responsabilidad social. Su retiro de Pemex representa no solo un golpe reputacional para la petrolera mexicana, sino también una advertencia sobre las consecuencias que puede tener la falta de transparencia en empresas públicas ante inversionistas institucionales de alto perfil.
Pemex ha sido objeto de numerosas investigaciones judiciales tanto en México como en el extranjero. Uno de los casos más emblemáticos es el relacionado con Emilio Lozoya, exdirector de la petrolera, quien fue acusado de recibir sobornos de la constructora brasileña Odebrecht. Aunque el gobierno mexicano ha prometido reformar y fortalecer la gobernanza de las empresas estatales, los avances han sido lentos y los problemas estructurales persisten.
Además, la decisión del fondo noruego refleja una tendencia creciente entre inversionistas institucionales de evaluar no solo el desempeño financiero, sino también los factores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés). En este contexto, Pemex enfrenta retos importantes no solo por sus escándalos de corrupción, sino también por su alta carga de deuda, su débil desempeño ambiental y su dependencia del respaldo gubernamental.
En conclusión, la decisión del fondo soberano noruego de desinvertir en Pemex subraya la creciente importancia que los criterios éticos y de gobernanza tienen en las finanzas globales. En un entorno donde la rendición de cuentas y la integridad corporativa son cada vez más valoradas por los mercados, este caso envía un mensaje claro: las prácticas cuestionables pueden tener un costo tangible en la confianza de los inversionistas. Para Pemex y otras empresas estatales, el desafío ahora es demostrar que pueden operar con transparencia, eficacia y responsabilidad en el escenario global.
Antonio Di Giacomo es analista de mercados financieros en XS