MURCIA. En el hombro, como el unicornio de papiroflexia, un conejo blanco. Viaja en el brazo cyberpunk de una extraña inquietantemente familiar. Lo que compartes con ella es el zumbido detrás de la oreja. La mosca de la irrealidad. Una orden, un consejo: sigue al conejo blanco. Síguelo hasta su madriguera, a través de ella. Adéntrate en el túnel, déjate llevar, sí a todo: toma lo que te ofrezcan, rompe los vínculos con la pantomima. ¿Quién no ha pensado alguna vez, tras demasiados segundos frente al espejo, que el reflejo muestra a alguien que no es uno mismo, sino otro? En el ascensor: sosteniendo la mirada al azogue. ¿Quién es esa persona que parece a punto de romper la simetría? ¿Esa persona soy yo? ¿Eso es lo que la gente ve de mí? ¿Esa es mi imagen? ¿Eso soy yo? Lo cierto es que a poco que uno se fija, cree adivinar las costuras de lo que supuestamente es real. La clave para no caer en la trampa es pasar de largo, no detenerse en los detalles, obviar lo siniestro. Stephen King es un gran escritor pero tiene un libro muy malo, Revival, en el que trata de abordar esta intuición desde una perspectiva lovecraftiana. El resultado, efectivamente, es muy pobre, pero con todo y con eso, logra amplificar el zumbido: solo sé que no se nada, y a partir de ahí, cualquier cosa es posible.
El universo es una cosa inasequible desde nuestras capacidades. ¿Por qué hay algo en lugar de nada? ¿Qué había antes del principio? Quizás la respuesta más realista la dio el genio polaco Lem en su novela La investigación: en ella, un investigador de Scotland Yard y un matemático hacen equipo para resolver unos hechos desconcertantes. Han aparecido unos cadáveres a cierta distancia de la morgue en la que deberían estar descansando, y tras estudiar el escenario, parece no haber ninguna explicación plausible, salvo una posibilidad indefinida que se ilustra de la siguiente manera: el protagonista entra en una sala a oscuras, y su interlocutor alumbra un sector de la pared con una linterna. ¿Qué ves ahí?—le pregunta. El investigador trata de transmitir lo que cree ver. El personaje con la linterna enciende la luz y descubre el engaño: el sector iluminado era tan solo una porción de un gran cuadro. Ah. Faltaba el contexto. Nunca podría haber entendido lo que veía porque le faltaba información.