MURCIA. Cruzamos el portón
de acceso del Centro de Arte Hortensia Herrero (CAHH) de Valencia con la curiosidad propia de aquel que lleva años paseando por la calle del Mar preguntándose qué es aquello que está sucediendo tras la lona verde que ocultaba el antiguo palacio Valeriola. La lona, sin embargo, ya no cubre la fachada del número 31, que se muestra imponente tras una profunda renovación. Una pequeña valla es la única señal que queda en su exterior de estos últimos años de pico y pala, un fugaz recuerdo del trabajo realizado que también tiene los días contados. Quizá por ingenuidad, esperamos encontrar un espacio en calma, una suerte de templo, un lugar para el recogimiento. Claramente, el que escribe estas líneas no ha vivido nunca unas obras de cerca. Técnicos, montadores, equipo de limpieza o mediadores pululan por el inmueble, afanándose por terminar de sacar brillo —cada uno desde su área— a un proyecto que ya es todo un hito para la ciudad.
Una vez dentro del edificio, alcanzamos a observar un mapa del emplazamiento que nos sitúa en el espacio y nos avanza algunas de las cartas artísticas con las que el centro va a jugar su irrupción en el circuito cultural de Valencia. La mano se antoja ganadora, pues suma una nómina de artistas entre los que se encuentran Miquel Barceló, David Hockney, Eduardo Chillida o Jaume Plensa. Casi nada. Estos son algunos de los nombres que alcanzamos a anotar en nuestro cuaderno en un primer vistazo, pero hay más. Para descubrirlos, tendrán que acompañarnos en esta visita guiada. El centro cultural, impulsado por la Fundación Hortensia Herrero, se ha cocinado a fuego lento, una cocción cuya puesta en marcha nos obliga a echar la vista diez años atrás. Viajamos a 2013. La mecenas Hortensia Herrero, vicepresidenta de Mercadona, se reencuentra en Dallas (Estados Unidos) con el comisario e investigador Javier Molins, donde visitan la exposición Sorolla y América, que presenta el Meadows Museum. El viaje deja un regusto dulce en ambos, un encuentro que también provoca una conversación que marcaría el inicio del proyecto que hoy visitamos. El músculo del mecenazgo en la sociedad anglosajona no les pasa por alto a ninguno de los dos, una labor que les deslumbra en esa visita a Estados Unidos y que se traduce en un condicional, un 'y si' que lo cambiaría todo.
¿Y si la fundación valenciana abriera su propio museo? La semilla estaba plantada, pero todavía tenía por delante un camino para germinar. Los primeros pasos pasaban por concretar el futuro inmediato de la colección privada amasada por Hortensia Herrero, una colección que, aunque había dado sus primeros pasos, en un inicio enfocada en el ámbito local, quería ir más allá. "Los valencianos tenían que trasladarse a ciudades como París, Nueva York o Londres para ver arte contemporáneo de referencia, por lo que empezamos a trabajar en la ambiciosa idea de conformar una colección de arte internacional, compuesta por una nómina de artistas del nivel del que puede verse en los principales centros de arte contemporáneo del mundo", relata la propia Herrero en el saludo que recoge la página web del CAHH. En estos primeros pasos para construir una colección de arte de alcance internacional, que mire a la historia del arte contemporáneo de manera global, fue clave la figura de Javier Molins que, entre otros cargos, ha liderado el área de Comunicación y Desarrollo del IVAM y ha sido director de la galería de arte Marlborough de Madrid. Así, fue de la mano del ahora asesor de la colección y director artístico del CAHH que Herrero avanzó en la construcción de un núcleo artístico que, años después, es la razón de la apertura del museo que hoy visitamos.