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'La última mirada de Goya', Javier Alandes tras el cráneo perdido del pintor

MURCIA. El autor, especialista en narrar aventuras relacionadas con el arte, se centra en esta ocasión en la misteriosa desaparición del cráneo del pintor aragonés. 

-El hecho en que se basa tu la historia de La última mirada de Goya (Contraluz, 2023) es realmente curioso. ¿Es real?

-Javier Alandes: Totalmente.

-¿Cuándo supiste de él?

-Estaba en Madrid haciendo una visita con mi hijo a familiares, y me dijeron: tienes que ir a comer pollo a Casa Mingo. Está justo enfrente de San Antonio de la Florida. Cuando llegué, vi una estatua de Goya. San Antonio de la Florida tiene la curiosidad de tener dos ermitas exactamente iguales. En una se oficia misa, y la otra se construyó para no dañar los frescos de Goya que hay en los techos, que es el milagro de San Antonio de Padua. 

En el pequeño altar que había a los pies, una lápida: aquí yace Francisco de Goya. Y un panel explicativo al lado que te cuenta: ojo, no está solo. Como se le enterró con su consuegro en Burdeos, a la hora de abrir la cripta, no se supo diferenciar muy bien quién era quién, y salomónicamente se trajeron a los dos. Pero falta la cabeza de Goya. A partir de ahí, me puse a investigar.

-¿Fue una profanación?

-A mí se me abren dos preguntas. ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está la cabeza? Por eso la novela tiene dos tramas. La trama de 1828 es la que tiene que resolvernos qué ha pasado, es una trama histórica en la que Goya sufre un complot para asesinarle: unos personajes querrán asesinarle y otros querrán defenderle. En esa trama se tiene que averiguar qué pasó con la cabeza. La trama de 1888 es que Joaquín Pereira contrata a una pareja de detectives muy peculiar para seguir el rastro. 

Cada una de las tramas resuelve una cosa y ambas tienen que confluir en algún momento. Lo más plausible que ocurriera, que quizá no es lo más literario, es que a finales del siglo XVIII, principios del XIX, por toda Europa se extendió una pseudociencia llamada frenología, ya sabes, la medición de los cráneos, en un principio, para predecir patologías psiquiátricas, y luego se fue extendiendo para predecir patrones de genialidad. Con lo que parece ser que hubo un tráfico de cráneos a lo largo de la época bastante importante. Desde comprar cráneos a gente que estaba viva (cuando te mueras, la cabeza es mía y te la compro ya), a profanación de tumbas y demás. Parece ser que lo más plausible es que la frenología estuviera por medio.

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